5. Cambio de ropa

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En una pequeña guardería (jardín de infancias para mis latinos) se encontraban nuestros heroes de Karmaland de pequeños.
En la clase de la letra "A" se encontraban: Rubén, Miguel, Guillermo, Borja y Raúl; mientras que en la clase "B" estaban: Manuel, Alejandro, Samuel y David.

Todos los chicos se juntaban en el recreo, menos David y Alejandro, quienes desde muy pequeños se quedaban dentro solos jugando o hablando.

-¿Puedes repetirme que color era este?- Preguntó David jugando con unas bolas de colores.

-Azul, es azul- Dijo Alejandro mirando -Son mis favoritas, porque el azul es mi color favorito- Dijo volviendo su mirada al papel, donde se pintaba a él con su perrito, Max, el cuál le acababan de regalar por navidad.

-Mis favoritas son estas- Dijo David levantando dos bolas de color naranja mientras sonreía mirándolas.

Alexby las miró y sonrió tiernamente.

-Naranja...¡Es igual al color de mi bufanda!- Dijo Alex ilusionado mirando su prenda que colgaba de su pequeño cuello.

-Pues mi gorro es de color azul, ¡como el tuyo!- Gritó David levantandose del suelo.

Ambos rieron tiernamente. David se sentó al lado del pequeño Alex y se quitó la gorra colocándosela al contrario lentamente en la cabeza.

-Jeje, ¡Mira!- Sonrió mirándole.

Alex lo miró y se sonrojó, el chico era tímido.
Al ver lo que David hizo, descolgó su bufanda y se la colocó a Fargan en el cuello.

Tada!- Canturrejeó Alex al colocarle correctamente la bufanda a David.

El pequeño búho rió -¡Me gusta mucho!- Dijo tocando la prenda suave.

-Te la regalo- Ofreció el pelinegro.

-¿En serio?- Dijo Fargan mirándole sorprendido.

-Mm... ¡Sí!- Respondió el más bajo.

-Pues yo te regalo mi gorra- Dijo sonriendo David. Alexby se sonrojó y abrazó a Fargan fuerte mientras sonreía.

-¡Te quiero! Eres mi mejor amigo.- Susurró el más pequeño.

Fargan lo escuchó a la perfección y lo abrazó muy muy fuerte.
-¡Yo también!- Dijo separandose del abrazo y despeinandole el pelo para luego ponerle la gorra correctamente mientras reía.

...

La mañana pasó, y al regresar a casa no querían quitarse las prendas cambiadas, le habían tomado tanto aprecio a ese mini detalle de ambos, que los pequeños incluso durante los siguientes días durmieron con ellas puestas.

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