Segundos

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-Kenma llegaremos tarde, apresúrate.
Tetsurō Kuroo se encontraba al frente de la puerta principal de la casa de su mejor amigo de la infancia,Kozume Kenma.
-¿Que le tomará tanto?- se preguntaba Kuroo, pues se encontraba un poco impaciente esa mañana en especial. Ya que desde hace una semana que no veía a su peli teñido amigo. Pues había acompañado a su madre a un viaje de negocios. El peli negro extrañaba a su pequeño amigo, su voz tan dulce, su olor a manzana, sus ojos gatunos de un amarillo cautivador, su fina contextura, su baja estatura, su rubia cabellera teñida.
Pues si, el peli negro había desarrolla sentimientos hacia Kenma, algo más que amistad, si no, amor...se había enamorado de su pequeño amigo desde hace mucho.

-Tranquiló Kuro ya estoy aquí, vamos? Hablo el menor todavía con una voz adormecida.
- Claro gatito, te extrañe sabes.Comentó coqueto el mayor.- No he podido verte por una semana completa! Por lo menos me merezco un abrazo...o quizás, un beso.
-Kuroo estamos en público, sabes que no hacemos estas cosas en público. Comentó el pequeño con un leve sonrojo en sus mejillas.
-Si, lo sé. Kuro sonaba un tanto decepcionado, pero no importaba, en ese instante solo se sentía feliz de finalmente poder ver a Kenma.

-Kuroo, no quiero ir a clases hoy. Antes de que el mencionado pudiera reaccionar su pequeño amigo paro de caminar.
- ¿Por qué, te sientes mal, te encuentras enfermo, quieres ir a un doctor?
Una pequeña risa salió de los la labios del rubio .-No, estoy bien. Pero yo también te extrañe y mis padres no están en casa. Tal vez deberíamos quedarnos en mi casa y no ir a clases...solo por hoy.
Kuroo se encontró un tanto sorprendido. ¿Había escuchado bien? ¿Kenma le había extrañado? Y aún más ¿estaba dispuesto a saltarse sus clases tan solo por pasar un tiempo a solas? Como podría rechazar una propuesta tan buena.

Pocos minutos después ambos chicos se encontraban en la casa del menor. Estaban sentados frente a una pantalla en un sofá espacioso con una manta cubriendo ambos cuerpos. Piernas entrelazadas y sus brazos unidos en un cálido abrazo, la cabeza de Kenma reposaba sobre el pecho de Kuroo mientras miraban una película. Pero ninguno de los dos estaba poniendo atención, pues ambos anhelaban juntar sus labios y poca segundos después así lo hicieron.

Eran besos vagos y suaves pero cálidos. Kuroo se preguntaba cómo es que esos delgados labios le producían tantas sensaciones. No lo entendía. Lo que si le quedaba muy claro era que le encantaría que ese momento fuera infinito, le encantaría que no tuviera ni un principio ni un final. Le encantaría que todo quedara tal como en ese instante. Pocos rayos del solo alumbrando una pequeña sala de una casa no muy grande pero tampoco pequeña, el sonido de una película cualquiera corriendo, dos cuerpos en un sofá blanco, cubiertos por una manta café afelpada con pequeñas flores estampadas en ella, un olor a manzana, algo infantil inundando su nariz, sus labios unidos con los de un chico, el chico más bello que jamás haya conocido. Uno que le deja sin aliento que cuando escucha su voz siente que podrá dejar todo atrás con tal de volver a escuchar esa melodía. Un chico que le hace sentir feliz, amado, seguro, querido, importante y un mundo de cosas más. Kuroo sabe que se quiere quedar ahí. Y maldice al tiempo. Maldice al tiempo por no poder para, lo maldice porque sabe que en algún momento tendrán que separase, así sea solo para tomar aire, en algún momento pasará.

Kuroo tiene claro que todos eso sentimientos son correspondidos. Pues hace más de unos tres meses Kuroo y Kenma empezaron a besarse y darse más cariño de lo que un para de amigos normales lo harían. Ninguno de los dos se habían confesado. Quizás era por temor, pero ambos sabían lo mucho que se amaban mutuamente. No habían llegado a más de besarse y un par de toques y roses por el cuerpo. Pero no tenían prisa, pues sabían que tenían aún mucho tiempo juntos.

-Tok tok- Se pudo escuchar alguien tocar la puerta. Finalmente pasó el beso en el que se encontraban por fin terminó. Un tanto pesado Kenma fue a abrir la puerta, era la pizza que habían pedido anteriormente.

Kenma pagó al repartidos, puso la pizza sobre una pequeña meza y junto a Kuroo comenzaron a comer y a hablar poco de cosas sin importancia.
Tras eso el día pasó rápido, más o menos a las 7 de la noche Kuroo tubo que regresar a su casa. Despidió a Kenma con besos por todo su rostro. Frente, párpados, mejillas, nariz, y finalmente labios. Sin darse cuanta estuvieron comiéndose la boca por más de cinco minutos. Pero como siempre en algún punto pararon. Poco después Kuroo ya se encontraba en su casa. Y Kenma por su parte se encontraba recostado sobre su cama. Recordaba todo lo sucedido ese día y no podía evitar sonrojarse ni logro parar una pequeña sonrisa salir de sus labios. Definitivamente amaba a Kuroo.

Kenma se alistó y fue a dormir, no le coto más de unos minutos caer dormido, claro con una sonrisa poco marcada, pero muy muy sincera es sus labios. No podía esperar para que fuera el siguiente día y ver una vez a más al peli negro, a su peli negro. O eso pensaba Kenma...pero una persona no puede saber que es lo que pasara en un futuro.

Eran las 4 am y Kenma despertó un tanto asustado, pues escuchaba mucho ruido en la calle. Escuchaba gritos, sirenas de policías y bomberos.
-¿Que demonios está pasando?-
El peli teñido salió de su cama y miró por la ventana con curiosidad.
-¿Un incendio? Kenma logro ver una casa en llamas, un tanto alarmando despertó a su madre y salió a la calle junto a la misma. Pero la siguiente imagen en los ojos de Kenma fue desgarradora. La casa en llamas no era ninguna otra que la de su vecino, mejor amigo y amor Kuroo.

Desesperadamente Kenma empezó a buscar a su amigo con la mirada. Logro ver a la madre del mencionado llorando y su padre consolándola, también logro ver a si perro en brazos de algún vecino. Pero y Kuroo? Donde estaba Kuroo?
- Donde está? Se preguntaba Kenma, por qué no sale?

De pronto vio una figura salir de la casa en llamas, pero no era su amigo. Vio a un bombero, pero lo curioso fue lo que llevaba en sus brazos. Ahí estaba, su mejor amigo. Por pocos segundos Kenma sintió un alivio enorme, pero pronto ese alivio se desvaneció convirtiéndose en un llanto desesperado y desgarrador. Pues el cuerpo no era más que eso, un cuerpo, un cadaver, uno sin vida.

-Lo siento mucho Kenma- Las últimas palabras de un joven alto y peli negro de no más de 17 años. Que hora yacía muero con una mano sobre una mucho más pequeña que la suya, mano perteneciente a cierto pequeño peli teñido. Y la otra mano totalmente quemada junto con el resto de la parte inferior de su cuerpo.

Ese día Kenna aprendió dos cosas. La primera fue que, en cuestión de segundos puedes llegar a conseguir todo, puedes llegar a amar a alguien, puedes cumplir una meta, puedes romper un récord, puedes cambiar al mundo, o puedes perderlo todo. Y la segunda lección que tuvo aquel día, fue que acaba de perder su todo, su mundo entero, a su mejor amigo y a la persona a la que más amo.
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Hola, bueno espero que les guste.
Es la primera vez que hago esto a si que..... disfruten :)

Segundos {Kuroken}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora