Debería omitirte porque ya escribí un fragmento con anterioridad para ti. Pero aquí estás, entre las once personas que me han hecho aborrecer la vida escolar.
Debí haber buscado alguna licenciatura en línea, algo que me aislara más de lo que ya me habían aislado. Sin embargo, busqué, como niña tonta e ilusionada, una esperanza de cambio en ustedes. Tú también lo viviste, aunque tú no lo sufriste porque eres fuerte.
Me habría gustado ser como tú. Me habría gustado poder apartar la cara con una sonrisa y con la certeza de que nada me importaba. En lugar de eso, sentía una rabia ardiendo en mi interior. Sentí ganas de asesinarlos a todos mientras reían y nos dedicaban miradas burlonas por haber dicho algún chiste machista que únicamente ellos escucharon.
Tú me enseñaste que no todas las mujeres juzgan a otras. Me enseñaste el valor de la inteligencia sobre el concepto de belleza que nos imparten al crecer. Tú viste algún destello de bondad en la putrefacción de sentimientos enterrados que poseo. Tú me hiciste sentir bella cuando me habían advertido de lo repugnante que lucía.
Contigo el infierno parecía soportable.
Hasta que tú también te volviste parte del infierno.
Me dejaste en el momento menos preciso. Ya estaba harta antes del verano, ya iba a hacerme a un lado y tú ya no poseías la capacidad de fungir como un equilibrio entre mis emociones dañadas y mis sentimientos heridos. Aun así, volví. Sin embargo, colapsé y ya no podías ayudarme.
Antes eras un velo que me cubría, que me protegía levemente del entorno hostil en que nos hallábamos. Eras una fuente de alegría en mi amargado camino.
No te repudio por haberme dejado atrás, sabía que lo harías. Ambas supimos siempre que nos alejaríamos, que no volveríamos la vista atrás y que nos olvidaríamos con facilidad.
Las cenizas desaparecen, pero antes de hacerlo dejan algunas huellas. Las tuyas ya se han ido. He liberado aquello que alguna vez nos unió y te he dejado ir, de la misma forma que tú me has dejado a mí.
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Once cartas de odio y una de amor
Storie breviA ti que aún estás indemne. A ti que ya estás rota. A ti que tratas de repararte. Te lo repetiré eternamente: "Te quiero..."