Te quiero.
A ti que todavía no te hacen llorar, que aún guardas esperanza en un mundo brusco e insensible y que sigues soñando con la intención de cumplir algo que anhelas con vehemencia, te lo repetiré nuevamente: "Te quiero".
¿Sabes que te lo repetiré las veces que sean necesarias?
Te quiero.
Nada en el mundo va a cambiar mi afecto por ti, ni tus acciones erróneas, tus pensamientos taimados, tus palabras no pronunciadas y tus miradas tristes. Te querré con todo eso, con todos tus aciertos y errores.
¿Sabes por qué?
Porque eres fuerte. Eres la persona más valiente del universo y ni siquiera todos los superhéroes pueden competir contra ti. Eres tan poderosa que habrá quienes querrán convencerte de lo contrario, por eso no debes decaer, por eso no debes reparar en las risas que soltarán al decir algo hiriente sobre tu personalidad.
Eres tan fuerte que podrás resistir estoicamente cualquier comentario incisivo sobre tu cabello, tu forma de vestir y de pensar. Podrás aguantar la presencia de quienes fueron y vinieron a tu vida durante tan pocos años y sabrás quedarte con todo lo bueno que te enseñarán.
Eres un ser valioso, incluso cuando no te lo digan. Eres tan importante como lo es cualquier espécimen del planeta. Eres tan señera que muchos van a tratar de imitarte, de opacarte, de sepultarte bajo tierra. Pero te contaré un secreto: El polvo puede limpiarse.
Tú eres iridiscente, incandescente, inmarcesible, inalcanzable. Eres y serás todo aquello que quieras ser.
No dejes que el resto acalle tu voz, incluso si te encuentras en una barahúnda tan extensa que creas que tu presencia es absorbida. Grita todas las veces que creas necesarias hasta que seas escuchada.
Tu risa no debe ser opacada. ¿Sabes que cuando ríes hay alguien que permanece con la vista fija en ti porque no deja de pensar en lo agradable que eres? ¿Sabes que alguien estará viendo lo que describes con tu silencio, tu mirada y tus acciones?
No siempre tienes que ser un robot programado para ejecutar una perfección cuestionable. Está bien si quieres llorar. Es correcto estallar y si quieres salir corriendo del tercer piso con las miradas juzgadoras de otros, hazlo.
Si cuando estás a la mitad del recorrido hacia tu perdición te arrepientes, regresa. Vuelve sobre tus pasos sin miedo y refúgiate en los brazos que te ofrecen protección, aun cuando creas no merecerla.
Alégrate de lo que obtienes, de lo que pierdes y de lo que podrás conseguir. Alégrate por vivir, por los momentos que has tenido y que tendrás. Alégrate por quienes se preocupan por ti.
Acepta los elogios que te dedican, incluso si crees que no los mereces, pues si te los están dedicando es porque han visto algo en ti que tú no has descubierto todavía. Sin embargo, no te vanaglories de forma petulante sobre tu persona.
Si en algún momento te sientes herida, haz que el resto lo sepa. No te calles, no te asfixies a ti misma. Ten la valentía de encarar la situación y si quieres llorar, ve y hazlo, pero regresa y repara el daño.
Ve y enamórate sin miedo, aun cuando su duración sea tan efímera que no quede registro de lo sucedido, aun cuando lo pierdas al día siguiente. Pero, sobre todo, ve y ámate a ti misma. Ese amor debe ser sempiterno. Ámate a ti, incluso si parece egoísta. Quiérete sin que nadie deba pedírtelo. El resto te amará por la forma en que tú te amas. Sin embargo, en el instante que no correspondan a tu amor, no te sientas agraviado. El «No» siempre es la respuesta más común y tú lo sabes. El amor no se exige y forzarlo te hará daño.
Anda, ve y dile a esa persona lo mucho que lo quieres, incluso cuando los de alrededor tergiversen la situación. El afecto no debe permanecer oculto, no es un aborigen, no es un pecado. Es algo maravilloso.
Sí, da la vuelta en el momento que pienses que es necesario hacerlo y sigue tu camino cuando creas que al girar te harás daño.
Abre tus ojos a las buenas acciones y ponle voz a las injusticias que se acallan.
Sueña todo lo que quieras. Dibuja aquello que está atrapado en tu mente. Escribe los versos que repites imaginariamente. Canta aquella canción que amas, aunque después vayas a odiarla.
Si no quieres escuchar la amargura colectiva, no lo hagas. No obstante, muestra la empatía necesaria. Todo el mundo sufre, no incrementes el daño con tus acciones.
Cuando quieras pedir perdón, hazlo sin importar lo asustado que estés. Entre más miedo te dé una situación, más sabrás que habrá valido la pena.
No te aísles. No puedes hacerlo, aunque objetes que sí. Necesitas de quienes están a tu alrededor. Valóralos como te gustaría que te valoraran y ofréceles lo mejor de ti.
Cambia el mundo las veces que creas necesarias. Destruye y crea organismos esporádicos o eternos. Elimina e inventa realidades agradables.
Sé la mejor versión de ti mismo siempre. A cada día, a cada minuto, a cada segundo muéstrales al ser extraordinario que habita en ti. Déjalos conocerte y no tengas miedo de sus reacciones. Te sorprenderá lo que puedes generar en las personas. Haz que tu impacto en ellos deje una enseñanza y no una herida.
Sé tú misma sin miedo a las críticas. Sé tú cuando la tormenta se incremente, cuando los rayos caigan sobre los árboles secos y provoquen incendios. Sé tú cuando el día esté soleado, las aves canten y las flores adornen los campos. Sé tú cuando el inverno congele cada gota de agua existente, cuando las escarchas de nieve se impregnen en tu cabello y cuando el viento del norte golpee tu ventana con fuerza a tal grado de romper el cristal.
Lucha por tus creencias con la férrea intención de obtenerlas, pero sé capaz de reconocer tus errores cuando los cometas. Ten la capacidad de pedir perdón, incluso cuando seas incapaz de hilvanar la realidad. Así como te pueden herir, tú tienes la capacidad de lastimar. No uses ese poder con desdén, quizá después te arrepientas y no sepas cómo remediarlo.
Tú que aún conservas inocencia y bondad, propágala por el mundo.
Tú que ya has visto el mal y sufrido por sus alcances, protege a los demás de vivirlo.
Tú que jamás has llorado, comprende las lágrimas de quien recurre a ti.
Tú que has llorado, procura no hacer llorar a los demás.
Tú que no has perdido nada, comparte con tu prójimo.
Tú que lo has perdido todo, no envidies a quien posee lo que quiere.
Tú que estás en lo más alto del mundo, piensa en quienes te acompañaron durante el trayecto y que ahora se encuentran abajo.
Tú que te has quedado estancado, no les impidas a los demás continuar con su camino ni menosprecies sus sueños.
Tú que estás a salvo y has luchado con demonios, que has bailado bajo la lluvia y te has refugiado bajo la sombra, que has cortado una flor y sembrado un árbol, que has regalado una sonrisa y consolado lágrimas, que has necesitado un abrazo y lo has otorgado, tú que eres excepcional, insólito, singular, incomprensible, odiado o amado, te quiero.
Te quiero, no lo olvides y si llegas a hacerlo, por favor, intenta recordarlo.
A ti que aún estás indemne.
A ti que ya estás rota.
A ti que tratas de repararte.
Te lo repetiré eternamente:
"Te quiero".
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Once cartas de odio y una de amor
Короткий рассказA ti que aún estás indemne. A ti que ya estás rota. A ti que tratas de repararte. Te lo repetiré eternamente: "Te quiero..."