Capítulo 2

302 25 5
                                    


Tobin no había esperado que Alex Morgan fuera tan testaruda como su marido.

Después del entierro, realizó unas cuantas llamadas de teléfono para tentar las aguas, pero estuvo esperando deliberadamente durante seis meses antes de ir a verla.

Había querido darle tiempo para ver lo difícil que iba a ser su vida.

Se había imaginado que, para entonces, se moriría de ganas de librarse de un rancho que, evidentemente, estaba privándola del poco dinero que tenía.

Sin embargo, estaba claro que no la había juzgado adecuadamente.

Aquel era un error que jamás volvería a cometer.

Más desconcertante aún que el descubrimiento de que no iba a ser fácil convencerla, había sido darse cuenta de que no le era indiferente.

Aquellos enormes ojos azules habían estado nadando en lágrimas cuando abrió la puerta, que también habían cruzado sus sonrojadas mejillas. Sus labios le habían parecido tan suaves y tan dignos de besarse. Tobin había sentido un impulso casi irresistible de tomarla entre sus brazos y ofrecerle consuelo.

Para ser una mujer dura, con poca simpatía por nadie, había sido una extraña reacción que la había llenado de inquietud.

Al imaginarse cómo habría reaccionado ella, sonrió.

Si Tobin hubiera tratado de tocarla, por muy inocentemente que hubiera sido, ella probablemente habría agarrado un paraguas de detrás de la puerta y la habría molido a golpes.

A pesar de todo, no había conseguido desprenderse de aquella imagen de vulnerabilidad perdida.

Muchas mujeres que trabajaban en los ranchos con sus maridos se volvían muy duras, con músculos bien torneados y la piel quemada por el sol.

Por el contrario, el cuerpo de Alex Morgan era suave y femenino y la piel brillaba por un cálido y discreto bronceado. Pensar que aquello podría cambiar porque tenía que luchar por mantener su rancho a flote le molestaba por razones que iban mucho más allá de su negativa a ceder y vendérselo todo.

No podía evitar preguntarse qué empujaba a una mujer como Alex Morgan.

En primer lugar, lealtad a su marido.

De eso no había ninguna duda.

Orgullo.

Testarudez.

Tobin suspiró.

Ya volvía a lo mismo.

Resultaba muy difícil enfrentarse a alguien que se aferrara a ir en contra de lo que indicaba la lógica.

¿Qué sería lo que deseara más allá de los viajes que implicaban aquellos folletos?

En su experiencia, la mayoría de las mujeres querían amor, una familia, es decir, las cosas para las que ella no tenía tiempo. Algunas otras simplemente querían que alguien las mantuviera y otras, las más independientes, no necesitaban más que la compañía ocasional para sentirse satisfechas.

Estas últimas eran las que más atraían a Tobin.

Tenían tantas obligaciones familiares con el pasado que no tenía tiempo de pensar en el futuro.

Trató de colocar a Alex Morgan en un pequeño rincón de su memoria, pero no pudo hacerlo.

Era una mujer independiente, de eso no había ninguna duda, pero la determinación por luchar las viejas batallas de su marido decía mucho sobre lo que la familia significaba para ella. Irónicamente, aquella misma lealtad, tan fuerte como la suya propia hacia sus antepasados, seguramente se interpondría en su camino.

Enamorada de la enemiga (Cinco Amigas 01)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora