Las preocupaciones del fénix y cómo disiparlas

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Pov Pandora:



En cuanto cruzo la puerta de mi pieza, lo primero que vuela son mis botas. Es tan hermosa la libertad, sentir la frescura del suelo en los pies a través de las medias... Mientras me encamino a la cama, puedo escuchar perfectamente a Líon entrar tras de mí y cerrar la puerta con seguro; parece que no desea que se nos interrumpa. Estoy de acuerdo, a decir verdad. Después de una noche como la que he tenido hoy, necesito un descanso real y un par de horas de sueño... Y bueno, quizás algo más que involucra al demonio de ojos rojos tras de mí. Las ideas que vienen a mi mente en éste momento, no hacen más que ansiar arrancar su ropa y disfrutar de él.

Dios, necesito una ducha fría... O a Líon en mi cama YA. Siendo sincera, prefiero la segunda. Como sea...

Me dejo caer con cansancio sobre el colchón y suspiro en cuanto mi espalda toca las mantas que la recubren; ¿quién hubiera dicho que, la charla con mi hermano, la confesión multitudinaria y el saber que ese estúpido no tomó mi advertencia en serio, me chuparían las energías de forma tan aniquiladora? Mis ojos se cierran e intento relajarme, al punto de que siento que cada célula de mí, pesa una tonelada.

-Parece que estás agotada.

-Un poco, digamos que no ha sido una noche tranquila, precisamente.

-Pues, quizás pueda ayudarte un poco.

-¿A qué te...? ¡Ay Dios, qué bien se siente!

No necesito ni abrir los ojos, es sentir los fuertes dedos de mi demonio en mis pies masajeando, y volverme una maldita gelatina por su culpa. El placer que me inunda en tanto el frota intensamente entre mis tendones, casi podría ser sexual, quizás hasta me causaría un maldito orgasmo, porque es tan intenso y relajante a la vez, que estoy con el cerebro en pleno cortocircuito.

-Maldita sea, ¿quién te enseñó a hacer eso?

-¿Por qué? ¿Te gusta?

-Más que eso, me vas a hacer venirme si sigues así.

-Qué exagerada, no es para tanto.

-Cómo se nota que no eres tú quien está sintiendo esto.

-Pues, en ese caso, lo tomaré como un cumplido y estaré feliz de haber conseguido mi objetivo.

-¿Y ese cuál era?

-Relajarte y hacerte sentir bien.

-Entonces te doy la razón.

Pesadamente, abro mis párpados y enfoco mi mirada en el enorme macho que tengo sentado en mi cama, con mis pies en su regazo, moviendo sus dedos de forma ágil sobre ellos. ¿Cuándo me sacó las medias que no lo noté? La textura de su piel contra la planta del que tiene su atención ahora, se siente rasposa, por los callos que tiene en ellas por trabajar con las manos, lo cual me causa cierto cosquilleo, ¿estaré mal de la cabeza por pensar que se ve extremadamente sexy haciéndome esto? Quizás sí, mas no me importa en lo más mínimo, juro que, en éste momento, por su culpa, necesito un puto recambio de ropa interior y, quizás, incluso de pantalones, porque estoy completamente encharcada. Desgraciado hijo de fruta... Te violo.

-No es violación si es consensuada, ¿lo sabías?

-¿Lo dije en voz alta?

-Así es, y estoy a favor de eso, completamente, sin embargo, antes quiero que hablemos un poco.

-¿Sobre?

Por la intriga, me alzo sobre los codos y lo observo con más detalle. Su mirada está concentrada en mi carne manipulada por sus manos, no obstante, es obvio que tiene algo en mente y su atención fija sobre mí. En ese instante se detiene y sus ojos se cruzan con los míos, pero antes de que proteste, rápidamente me acomoda para que quede sentada de espaldas a él y continúa con sus atenciones, solo que ésta vez, en mis hombros y cuello, los cuales (al parecer) los tengo más contracturados de lo que creía. Un par de gemidos de dolor (producto de los nudos y de la rigidez de mis músculos presionados) escapan de mi boca antes de transformarse en placer y me dejo ir, suspirando de puro gusto.

La Reencarnación de Pandora (Serie Veneno sobre ruedas II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora