53.2.- THE MAZE RUNNER (NEWT)

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Cuando Alyssa vio las grandes puertas cerrarse, se agarró con fuerza a la mano de Newt. Una parte de ella le decía que era bueno, les protegían de los cranks del exterior. Pero la otra le gritaba que estaban atrapados de nuevo, que habían entrado directos a una nueva tumba.

—Está bien, Aly. Estamos a salvo —le susurró el rubio al ver que la respiración de la chica se aceleraba.

Ella apartó la vista de los enormes cerrojos y su mirada se dirigió a sus manos unidas, pero eso no fue mejor porque sus dedos estaban teñidos de rojo. Seguían cubiertos de sangre.

La llegada de Thomas había precipitado la carrera para salir del laberinto. Dos días después de que el larcho apareciera, la caja volvió a subir. Esta vez venía sin provisiones pero con un nuevo verducho, una chica. Thomas consiguió matar a un penitente, algo que ningún clariano había conseguido en los 3 años que llevaban allí, y gracias a ello encontraron la salida. A ese lado del laberinto descubrieron un laboratorio lleno de cadáveres. Alguien había atacado las instalaciones antes de que ellos consiguieran salir. Justo cuando iban a marcharse, Gally apareció. El chico se había negado a seguir a Thomas porque afirmaba que él era el culpable de que les hubieran metido en el laberinto en primer lugar. Alyssa intentó hacerle entrar en razón. Gally confiaba en ella y, aunque era muy serio para su gusto, Alyssa también creía en él. Sin embargo, aquella fue la primera vez que Gally hizo algo contra ella y la joven quiso pensar que era porque no era él mismo por la picadura de penitente. Disparó contra el castaño, pero Chuck se puso delante al mismo tiempo que Minho le clavaba su lanza al adolescente.

Cuando Chuck cayó al suelo, ella se agachó junto a Thomas para intentar taponar la herida. Había trabajado un tiempo con los Docs antes de unirse a los jardineros, así que sabía cómo actuar ante una hemorragia. Pero nunca se había enfrentado a una bala. Al menos no que ella recordara. Se quitó la chaqueta que la había acompañado durante esos tres años y la usó para taponar la sangrante herida. Estaba tan concentrada en el niño que no notó que alguien más había entrado hasta que no la obligaron a levantarse y la empujaron hasta el helicóptero.

Así es como habían acabado en aquellas instalaciones.

Janson, el hombre que se presentó como el jefe del lugar, les llevó hasta unas duchas para que pudieran limpiarse. Todos estaban emocionados de poder lavarse de verdad en mucho tiempo. Alyssa no recordaba haberse duchado nunca con agua caliente y le encantó la sensación, pero no podía dejar de pensar en los larchos que habían perdido por el camino y en la desagradable sensación que le daba aquel lugar. Aunque no podía verlas realmente, la joven seguía sintiendo cómo las paredes que rodeaban el lugar le oprimían el pecho.

Cuando quiso darse cuenta, las duchas se habían quedado en completo silencio. Solo la suya seguía echando agua.

—¿Aly? ¿Estás bien? —escuchó la voz de Thomas.

—S-sí —consiguió decir, pues notaba la garganta algo reseca por el calor que la rodeaba.

—No tardes mucho, ¿vale? Prefiero que nos mantengamos todos juntos.

Alyssa sonrió, aunque conocía al chico hacía menos de una semana, se comportaban como si fueran una familia. Quizás era porque no recordaba a la suya de verdad.

Una vez terminó de escurrirse el agua del cuerpo, se cambió a la ropa que le habían dejado y siguió a la mujer que le esperaba fuera hasta la sala donde estaban haciéndoles pruebas al resto de sus amigos.

—Dime, cariño. ¿Cómo te llamas? —le preguntó la mujer mientras le indicaba que se sentara en la camilla antes de coger un bolígrafo y una carpeta con hojas.

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