Danielle.
Menos mal que al día siguiente era domingo, pues cuando abrí los ojos, eran las dos de la tarde, ¡las dos! Vaya, no hay nada mejor que dormir junto a ésta chica. Ella estaba dormida con su cabeza recostada en mi pecho y su brazo rodeando mi cintura. Era increíble lo bien que cabía su pequeño cuerpo en mis brazos, la calma que me producía saber que estaba junto a mí.
La quiero. Quiero cada parte de ella. Quiero protegerla, cuidarla, darle cariño y hacerla feliz. Quiero que sea mía para siempre…
Y no me importa si «siempre» suena exagerado.
Un gruñido hizo que saliera de mis pensamientos para percatarme de que mi chica estaba comenzando a despertarse. Era adorable ver como se removía para desperezarse. Finalmente, abrió sus ojos, dejándome ver aquellas profundas esferas negras, y pude jurar que no había imagen más maravillosa que verla despertar.
Dios, me he vuelto todo un cliché.
Todo esto es culpa de Charlotte Evans. Ella saca mi lado empalagoso a relucir sin ni siquiera intentarlo.
Y otra vez, ¿Qué me estás haciendo, Charlie?
—Buenos días, novia mía —murmuré, remarcando las últimas palabras, pronunciándolas con orgullo.
—Buenos días, novia sexy —ella esbozó una sonrisa. Me reí.
—He dormido de maravilla a su lado, ¿qué hay de usted?
Bostezo audiblemente, tapándose la boca con la mano; luego, se acurrucó más contra mí. —La mejor noche de mi vida, sin duda. De hecho, no me molesta seguir así un rato más…
—Eres una perezosa —me burle—. Son las dos de la tarde.
— ¿En serio? —Preguntó, levantándose de golpe y viendo el reloj en el escritorio—. Mierda. Mi mamá se va a molestar si no llego temprano —hizo ademán de levantarse.
—Oye —la detuve, apretando más mis brazos a su alrededor—. Aún es temprano para llegar temprano —argumenté, como una niña haciendo un berrinche.
Su sonrisa se amplió. —Eso no tiene sentido.
—Sí. Si lo tiene —sonreí—. No te vayas todavía, ¿por favor? —ésta vez, hice un puchero, haciendo que ella soltara una carcajada.
— ¡Oh, te ves tan tierna cuando haces eso! —exclamó—. Bien, me quedaré, pero deja de hacer eso, ¡por favor! He descubierto que es mi debilidad… —besó mi nariz. Sonreí victoriosa.
— ¡Genial! —Hundí mi rostro en su cuello y aspiré su maravilloso y embriagante olor—. ¿Qué tal te suena un delicioso desayuno-almuerzo en Benny’s?
—Está bien. Pero tú pagas —advirtió, risueña.
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¿Qué me estás haciendo, Charlie?
Любовные романыLuego de un accidente devastador en el que Danielle Williams perdió a las personas más importantes de su vida, ella no quiere saber nada más respecto a su pasado. Para su mala o buena suerte, un año después de aquel desastre que la cambió para siemp...