¿Como te hubiera gustado conocerme?
No eran esas típicas escenas de amaneceres, o de momentos intensos que se llevan a cabo a las tres de la mañana.
No era como las demás situaciones.
Un jueves a plena noche joven, a eso de las ocho y media. El cielo que solía ser de un celeste monótono, se transformó a un azulado más saturado. Sin nubes, ni una sola nube en todo el cielo.
La brisa acariciaba los rostros de las personas que transitaban las calles y veredas durante aquellas horas. Muchos adultos regresando a sus hogares del trabajo, donde a la mayoría los espera una cena junto a una familia que los aprecia.
Iluminadas por los postes de luz, que brindaban luces tenues y cansadas. Los días de semana eran largos para todos.
Una mujer caminando a paso calmado, con las piernas agotadas de tanto moverse durante el día. Mechones morochos, largos y profundos. Algunos incluso con ondas.
Zapatos con un taco elegante, un suéter azul marino bien colocado. Mejillas levemente rosadas, ojos delineados suavemente y unos labios rojizos.
Tatuajes ocultos detrás de la vestimenta o de su propio cabello.
Las ocho y media pasadas de la noche, no era el horario ideal al cual alguien desearía ser liberado para volver a su casa.
No estaba fresco aún para su suerte, por lo que la caminata en realidad.. le resultó agradable.
Cruzando las primeras baldosas del gran puente, sus oídos fueron atormentados por los fugaces ruidos de los autos pasando a su lado. Era un puente dentro de todo, la velocidad indicaba lo correcto.
¿A qué velocidad se estrellarían?
Ruidos ensordecedores, con conductores ciegos ante la civilización.
Observó entre las fugaces luces de los vehículos, algo prácticamente imposible.
Encontrándose con una figura, parada a mitad de aquel recorrido que estaba tomando.
Parecía ser de estatura más baja a la suya, una figura oscura y poco visible.
Pero a medida que los autos pasaban, más se esforzaba por ver entre aquellos escasos segundos sin flashes en su visión.
Largo.
Un cabello negro extremadamente largo. Intenso.
Era una mujer.
¿O una chica?
No lograba definirle una edad a aquella figura.
Pero eso dejó de importar cuando la extraña posada a mitad del puente, elevó lentamente su pierna derecha.
Con su rodilla apuntando hacia el cielo.
Había subido una pierna al borde del puente.
El paso de la morocha se detuvo, al ver la acción de la pelinegra, se detuvo abruptamente.
Quedando estática en su lugar.
No fue hasta que los codos de la desconocida se doblaron en busca de hacer fuerza con sus brazos para subirse que la mayor salió disparada corriendo hasta ella.
Tomó su muñeca izquierda con fuerza.
Todo demasiado rápido.
Todo como las luces parpadeantes de aquellos autos que cruzaban.
¿Enserio vas a cruzar el puente?
El rostro de la pelinegra se giró en acto reflejo, conectando por un destello con los ojos contrarios.
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¿Cómo Te Hubiera Gustado Conocerme? × Sooshu ×
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