𝕾𝐞𝐫𝐚𝐩𝐡𝐬

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I WAS A CHILD AND HE WAS A CHILD, IN THIS KINGDOM BY THE SEA: BUT WE LOVED WITH A LOVE THAT WAS MORE THAN LOVE—I AND MY JAMIE LEE; WITH A LOVE THAT THE WINGED SERAPHS OF HEAVEN COVETED HIM AND ME.

Quizás, fue el amor lo que lo consumió lo que lo hizo perder el enfoque. O posiblemente fue su naturaleza tonta e ingenua. No obstante, cualquiera que fuera la razón, no pudo evitarlo.

Necesitaba y deseaba su amor. Amar a Kol Mikaelson era algo que hacía sin pensar, inconscientemente, sin embargo, ocasionalmente, tenía que recordarse a sí mismo que debía respirar, especialmente esos momentos extraordinarios en los que Kol lo miraba con una mirada casi tierna y afectuosa en sus oscuros ojos.

Pero al final, los poetas tenían razón y engaño era otra palabra para amor.

Todo estaba eufórico en Nueva Orleans cuando lo conoció. Los cielos eran siempre de los azules más brillantes, el licor nunca parecía dejar de fluir y los días eran tan vibrantes e inolvidables como las noches.

Entonces algo cambió. Justo cuando el vampiro original, Niklaus Mikaelson, despertó a su hermano menor de su letargo de ochenta años, la ciudad comenzó a desmoronarse y las calles comenzaron a inundarse de sangre.

La una vez jubilosa ciudad, estaba ahora condenada.

Maldición tras maldición cayeron sobre la ciudad. A medida que comenzaron a ocurrir catástrofes mundanas como las amenazas de guerra y la Peste Negra, comenzaron a aparecer signos de una guerra sobrenatural entre dos facciones de practicantes: las brujas y warlocks que se alinearon con Klaus... y las que no.

Jamie-Lee Kyeong, con su gran necesidad de afecto y su terrible necesidad de darlo, no se sorprendió cuando se derritió en las cálidas manos de Kol Mikaelson.

Después de todo, ¿quien podría resistirse a las dulces palabras de un Mikaelson?

Así que mientras caminaba por la Ciudad de los Muertos con las estrellas como su única fuente de luz, Jamie-Lee no se asustó tanto cuando lo presionaron contra una de las bóvedas funerarias, una mano enguantada empujando suavemente un mechón rebelde.

Kol. Saludó Jamie-Lee, sus labios se curvaron hacia arriba, en una delicada sonrisa, mientras Kol acariciaba su mejilla.

El castaño tenía una media sonrisa astuta en su rostro, y sus ojos oscuros parecían decididos a descubrir cada centímetro del alma de Jamie-Lee.

— No sonrías, cariño. Me matarás. — Kol murmuró, apoyando su frente contra la de Jamie-Lee. — Dejo de respirar cuando sonríes.

Su boca aterrizó sobre la de Jamie-Lee mientras sus brazos le rodeaban el cuello. Lo atrajo hacia él, anudando una de sus manos en su perfecto cabello mientras la otra se deslizaba hasta su cintura.

Todo lo que existía para Jamie-Lee Kyeong era Kol Mikaelson, y el universo nunca se sintió más misterioso y estimulante como en ese momento.

— Sabes como cada uno de los pensamientos malvados que he tenido. — Admitió Jamie-Lee. Kol rió entre dientes, arrastrando sus labios por el borde de la barbilla del chico, hasta el centro de su cuello.

— Y tú, mi bufón enamorado, como la inocencia de la que ahora carece mi alma. — Kol lo besó en la mejilla antes de alejarse del warlock.

Jamie-Lee observó cómo la suave vulnerabilidad infligida a sus ojos después de que aquel beso se derritió y fue reemplazada por oscuridad.

— ¿Dónde está Astrid? — Exigió saber el Mikaelson, recordando su objetivo. — Necesito dos brujas antes de que comiencen las lecciones.

— Mi querido, la pobre Astrid cree que no se puede confiar en ti. — Jamie-Lee sonrió a modo de disculpa e inclinó la cabeza. — Todos hemos escuchado las historias de cómo usas a las brujas y luego las... descartas.

— Mentiras. — El negó. — Propagadas por mi malvada familia, amor. No te descartaría. No a ti, pero ya tienes eso claro a estas alturas, ¿me equivoco?

Jamie-Lee se sonrojó levemente cuando Kol lo tomó por el mentón, forzando sus ojos a encontrarse con los suyos propios. — Tengo esperanzas de que así sea.

Kol plantó un beso en la barbilla del Kyeong, acercándolo a él. — Tú y yo. Siempre. Sin importar nada, ni nadie.

El menor de la pareja tragó saliva y asintió con la cabeza, a pesar de las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.

— Tengo a las brujas en alta estima. — Kol continuó, enjugando las lágrimas de su amado. — Si Klaus dice lo que quiere, todos estaréis muertos. Este será un país de vampiros. Si permaneces a mi lado, nunca serás herido por esa bestia a la que llamo hermano, ni por nadie más. Serás un rey.

— No quiero ser rey, Kol. — Jamie-Lee negó con la cabeza. — Prefiero ser feliz que ser pudiente.

— Serás feliz, querido. — Kol insistió. — Pero primero debes ayudarme para adquirir esa felicidad.

— ¿Por qué estás tan ansioso por ayudar a las brujas? — Interpeló Jamie-Lee. — ¿Qué esperas obtener como resultado?

— Tan pronto como nos deshagamos de las brujas de Klaus, vamos a deshacernos de Klaus. — Profetizó el Mikaelson, levantando su enguantada mano para ofrecérsela a Jamie-Lee, quien la tomó sin pensarlo dos veces.

— Sígueme, mi querido tonto. Vamos a cambiarlo todo.

𝐃𝐀𝐑𝐊 𝐏𝐀𝐑𝐀𝐃𝐈𝐒𝐄; 𝐭𝐡𝐞 𝐨𝐫𝐢𝐠𝐢𝐧𝐚𝐥𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora