Albine Snake [NorEmma AU]

Capítulo Cuatro

     —Hey, dijiste que no tardarías. Se supone que si nos invitas, no deberías tardar.

     —¡De verdad lo siento mucho! Oliver me estuvo regañando porque en la cena no comí mucho. Y cuando estaba cambiándome de ropa las chicas estaban molestándome y esas cosas.

     Había llegado un tanto agitada hasta el muelle del colegio; Emma había corrido desde el séptimo piso hasta las afueras del colegio, tratando de evitar a Dickens que con suma munición merodeaba los pasillos del colegio entero en busca de polizones que estaban levantados de la cama. Aunque claro, no se iba a dar la pereza de revisar las afueras del colegio. De eso se supone que se encargaba el profesor Sonju, pero él prefería cuidar su piel y no ganar bolsas bajo los ojos.

     Se disculpó nuevamente y abrió su sudadera ya que su cuerpo se había acalorado con el trayecto. Su vestimenta era simple. Unos pantalones no ajustados, un top de tirantes y una sudadera de cierre. Y sus confiables tenis de siempre.

     —Sí, sí... discúlpate con comida, ¿trajiste las papitas? —dijo Ray mirando la mochila que traía en su espalda.

     —¿Tú trajiste la gaseosa de limón que me prometiste? Hay cuota para venir, emo. —entornó sus ojos viendo que no traía nada en las manos.

     —Está helándose en el agua, para tú información. —apuntó al agua del lago. Emma se asomó con duda, y vio una botella de gaseosa de limón amarrada a un hilo. —Se entibió en mis brazos.

     —Yo traje galletas caseras de mi Nana, son de chocolate.

     Emma lo miró con algo de susto.

     —¿Llevan huevo de gallina?...

     —Ehh... sí, claro, como casi todas las galletas de chocolate. —respondió mirando la bolsa plástica.

     —Ahh... es que soy bastante alérgica al huevo de gallina. De hecho a los que tenemos alergias alimentarias nos hacen los almuerzos con ingredientes parecidos, como huevo de pato... lo siento tanto. —no le gustaba rechazar la comida de las personas, era muy penoso. Pero era eso o morir ahogada o por una anafilaxia. La carcajada de Ray la distrajo y se volteó hacia él, quien le arrebataba las galletas a Norman para sacar una.

     —Intentas matarla, qué galán, Ratri.

     —¡No tenía cómo saber que ella era alérgica al huevo! —le reclamó dándole un golpe en el brazo, provocando que Ray se quejara y se sobara el brazo.

     —Nah, no importa, creo que con papitas estaré más que bien. Además, tengo que mantener una buena dieta. No muchas azucares o subiré de peso. —asintió sentándose en el puente del muelle, casi al final de este.

     —¿Si sabes que unas galletas no te harán subir de peso, cierto? —dijo el pelinegro, extrañado ante sus palabras.

     Pero ella alzó los hombros, abriendo la bolsa de papitas. Ray la miró raro, para luego buscar el apoyo en Norman. Él también estaba algo extrañado, pero era mejor no decir nada a que decir algo tonto que pudiera hacer enojar a la chica. Y era obvio; Ray nunca sabía cuándo callarse.