Bienvenidos al Mundo del ISO (International Security Organization)
Una joven mujer se adentra al Mundo del ISO pasando por diferentes situaciones tras conocer a dos hombres.
Hombres cuya inteligencia y preparación sobrepasaba a cualquier ser humano...
⚘●•La Canción es lo suficientemente larga para acompañar la lectura tranquila•● ❤
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Aquí estoy...
No voy a alejarme de ti...
Formaré parte de tu vida siempre...
Recordarás mi nombre cada instante...
Daven Choules.
Abrí de golpe los ojos al sentir que la respiración no me llegaba a los pulmones. Tragué con dureza apretando mi cuerpo al que permanecía a mi lado envolviéndome con sus brazos, intentando disipar la sensación claustrofóbica que me causaba aquel hombre en mis pensamientos.
Sentí su mano en mi rostro acariciándolo, sin embargo, sus ojos permanecieron cerrados. Me relajé completamente sin dejar de mirarlo en medio de la oscuridad constantemente interrumpida por los relámpagos que traspasaban las cortinas del inmenso ventanal.
Pareció haberse quedado dormido de nuevo.
Hans Daust Cass.
Te mereces el mundo, universo, galaxias y todo lo que venga después.
Sé que esto es tan difícil para ti, tanto como para mí. Sé que al estar aquí, te tragas el orgullo que dices no tener, y es algo que siempre admiraré de ti, mi amor.
Lo has dicho, no eres un hombre común, me di cuenta de eso en aquella mirada aquel primer día en que te conocí. No eran solo tus ojos imponentes y poderosos que hacían temblar a cualquiera, era también tu personalidad, esa la que descolocaba a todos, esa inhumana sabiduría e inteligencia que posees.
Lo detallé con añoranza.
Estoy segura de que, si tu gran atractivo no fuera una de las fuentes primordiales de mi amor por ti, de igual manera me hubieras atrapado con tu singular temperamento que sigue desconcertándome con cada momento vivido a tu lado.
Quizás mi admiración por tu persona y la de William, sea porque nunca en mi vida había conocido hombres como ustedes, hombres tan poderosos que no parecían ser de este planeta, como te has burlado de mí al nombrarlos.
Los mortales no crearon en mí lo que ustedes sí en un día. El encanto de los Dioses.
Y a pesar de la química que poseímos los tres, esa manera única en que nos atraemos física y emocionalmente, que estaba segura de que nadie más sentirá en el planeta y que a la vez me hacía creer que era cosa del destino nuestra extraña unión, estaba triste por lo que pasábamos.
No juzgaría la actitud de William, ni la tuya por el gran problema que implicaba yo, exactamente, yo, porque así no lo dijeras y te negaras a asumirlo, yo sabía que esto giraba a mi alrededor.
