Ardientes provocaciones

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Remus llamó a la puerta del laboratorio de la mansión del doctor Schulz.

- Adelante señor Lupin- dijo desde adentro el doctor Psihas, un hombre alto, de ojos verdes y de voz un poco áspera- por fin hemos terminado; la poción de polvos de luna está lista. Esta poción tiene el objetivo de dar una dosis de energía lunar a su organismo para que comience a adaptarse- explicó.

- Igual que el relicario de plata- captó Remus.

- Así es. De hecho el doctor Schulz se basó en este principio para fabricarlo, lo cual encuentro brillante porque la poción de polvos de luna es muy complicada de elaborar.

Una joven bruja que traía una bata blanca encima de su vestidura vertió un espeso líquido plateado en una copa y se la entregó al doctor Psihas para que la revisara de cerca.

- Estoy seguro de que con esto podremos frenar un poco a los lykógenos de su sangre para que no agredan tanto a su organismo durante la metamorfosis- le dio la copa a Remus, quien dudoso, le dio un sorbo. Tuvo una desagradable sensación en su boca y su garganta al hacerlo.

- "Espero que de algo sirva"- pensó tratando de no hacer gestos.

- Adhara, prepárame una jeringa- pidió Yraclis a su joven ayudante- Lupin, cada hora estará tomando una copa de esta poción y tomaré una muestra de su sangre para examinarla y ver si hay progreso.

Remus descubrió su brazo para que el hombre hiciera su trabajo. Odiaba las agujas pero no tenía más remedio que resignarse y dejar que le sacaran sangre.

- No se angustie, Lupin- dijo el alquimista griego aprentándole el hombro y dirigiéndole una cálida sonrisa- hay esperanza. Le reitero que haré todo lo que esté a mi alcance para ayudarlo.



* * *

- Lo siento mucho en verdad, señorita Granger- se disculpaba Winky, la elfina doméstica- mis compañeros y yo hemos buscado en cada rincón del castillo, incluso hemos preguntado a los retratos y a los fantasmas pero nadie ha visto nada...

Hermione suspiró con abatimiento y se sentó en la silla que habitualmente Remus ocupaba tras el escritorio de su despacho.

Hermione suspiró con abatimiento y se sentó en la silla que habitualmente Remus ocupaba tras el escritorio de su despacho

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- No entiendo cómo pudo haber desaparecido así sin más...- se lamentó. Winky agachó las orejas en señal de empatía hacia Hermione.

- ¿Quiere que lo sigamos intentando?

Hermione lo meditó unos segundos. Ya no estaba tan segura de que tuviera mucho caso seguir en la búsqueda del amuleto de Remus dentro del castillo puesto que ya habían transcurrido muchos días desde su desaparición.

- Winky, ¿sería mucho pedir que traten nuevamente en los jardines?- pidió algo apenada por causarle a los elfos domésticos más trabajo.

- Así lo haremos- prometió la elfina.

Amores Extraños- Entre la Serpiente y el LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora