El principio del fin.

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Roberto estuvo aún más servicial y caballeroso de lo habitual durante toda la cena.

Después del postre salimos a la terraza de la habitación a terminar la botella de champagne. Bebí la mía de un trago, necesitaba dejar de pensar.

- Así me gusta preciosa.- susurró Roberto en mi oído. - bebe, necesitas relajarte, cariño.- me rellenó la copa de nuevo sin dejar de sonreír.

Tenia razón, lo necesitaba tanto como respirar. Mientras mi sexy novio me besaba de forma sensual el cuello, bajando con lentitud la cremallera de mi vestido yo no paraba de pensar y pensar. Esperaba el calor abrasador, la debilidad en las piernas, el deseo desenfrenado poseyendo mi cuerpo...pero no. Nada. Algo fallaba.

Apure una nueva copa y el champagne empezó a aturdirme más que las caricias de Roberto. Me dejé llevar hasta la espectacular cama. Roberto empezó a desabotonar su camisa enhibiendo su bonito cuerpo de deportista ante mi. Era divino, eso no podía discutirse y aún así lo observaba como si toda esa historia no fuera conmigo.

Aún así dejé que me besara, besaba muy bien aunque sus besos no desataran la locura en mi cuerpo disfrutaba con ellos.

- Para.- gemí, pero Roberto no pareció oírme.- Q pares!.- le grité quitandomelo de encima de un empujón.

- Venga nena! Mira como me tienes, no puedes hacerme esto.

- Claro que puedo! Llevame a casa, por favor.- repliqué calzandome los tacones y contorsionandome para subirme la cremallera, ya que él no parecía dispuesto a ayudarme.

- No voy a llevarte a casa, tómate otra copa y ya verás como te tranquilizas, tenemos toda la noche.

- No voy a emborracharme para acostarme contigo. Puede que no esté preparada, no lo sé.

- Vas a estarlo alguna vez? Porque empiezo a perder la paciencia. Puede que tengas algún problema.

- Cómo? - grité, lo que me faltaba.- igual el problema lo tienes tu.

- Si, mi problema es que llevo esperando ocho meses a que mi novia se decida a acostarse conmigo, matándome a duchas frias. Y pensé que al fin seria hoy.... Y me vienes con éstas?

- No voy a discutir, si no me llevas me iré yo solita.

- No seas tonta, vuelve a la cama.

- Eres idiota.

Sin discutir mas salí corriendo de la habitación y baje en el ascensor conteniendo las lágrimas.

Esperé al taxi en recepción, con la tonta esperanza de que Roberto apareciera corriendo para suplicar mi perdón. No fue así, me monté lloriqueando en el taxi sintiéndome una idiota.

Cuando llegué agotada a casa solo quería meterme en mi cama y olvidar esa noche, pero al subir al segundo piso escuché unos sonidos extraños.

Gemidos, puede que fuera virgen pero no tonta. Era Raquel, ella sabía que yo pasaría la noche fuera y no había perdido el tiempo. Le ponía los cuernos aprovechando que mi padre estaba de viaje, y con mi hermanita al final del pasillo!

Sin pensármelo dos veces, el champagne y la rabia me dieron valor, me dirigí decidida a la habitación matrimonial de Raquel y mi padre.

Los gemidos eran cada vez mas nítidos, ya con la mano en la manilla de la puerta pensé en la posibilidad de que fuera mi padre, que había vuelto por sorpresa, el que estaba con ella en la cama...dudé. Pero al final decidí abrir, prefería arriesgarme a un trauma antes de que Raquel se riera de mi padre.

Abrí y ahí estaba, desnuda, encima de un chico joven que definitivamente no era mi padre.

Grité, la insulté, me puse como una loca. Y seguí insultándola  gritando mientras se vestía pálida y sin saber que decir y su amante huía como una rata.

- Cuando se lo cuente a mi padre te vas a tener que ir debajo de un puente, se te acabó la buena vida a su costa.

- Por favor, Cris, tranquilizante, ha sido un error... Tu padre no esta nunca en casa y yo me siento sola.

- Por eso te tiras a un niñato.

- Estáis enfadadas? - las dos nos giramos a la vez hacia la puerta del dormitorio, donde Olivia nos miraba asustada frotándose los ojos aún medio dormida.

- No, no estamos enfadadas.- se apresuró Raquel en cogerla y abrazarla para tranquilizarla. Cris acaba de llegar, Queréis un chocolate caliente?

- Si, si- gritó mi hermanita aplaudiendo, que rastrero usarla para posponer que yo llamara a mi padre.- Vamos Cris!

- Deja que tu hermana se ponga el pijama mientras yo os preparo el chocolate.- estaba desesperada, eran las dos de la mañana y Oli no deberia estar despierta tomando chocolate como si fueran las cinco de la tarde.

- Id bajando, cariño, voy a ponerme cómoda.- le di un beso a Olí en su mejilla rechoncha antes de irme a mi cuarto.

Cuando bajé a la cocina las dos me esperaban como si nada, mi tazón de chocolate con nata me esperaba en la mesa.

"No te vas a librar" le susurré a mi madrastra antes de sentarme frente a ella.

Y eso es lo último que recuerdo antes de descender al infierno.

He tenido mucho tiempo para pensar, supongo que echo algo en mi chocolate, las pastillas xa dormir de mi padre, seguramente.

Cuando desperté ya estaba en el centro. En un psiquiátrico para ricos, para ser mas claros.

No entendía nada, me dijeron que Raquel ya no lo soportaba mas, que esa noche me había pasado de la raya, por eso había llamado a un buen amigo de la infancia que casualmente era el director del psiquiátrico.

Según Raquel esa noche había llegado borracha y me había puesto violenta con la niña y con ella. La había pegado a ella sin mediar palabra, pero eso no fue lo peor. Por lo visto acto seguido fui a la habitación de Olivia y empecé a cortarle el pelo, si Raquel no llega a inmobilizarme a saber lo que le hubiera hecho.
CÓMO???? Nunca había escuchado tanta mentira justa.

Intenté negarlo, explicar lo que realmente pasó, pero nadie en creyó.

Lo entendí enseguida, nunca saldría de allí. Raquel conservaría su vida de lujos como esposa de mi padre a toda costa. Si yo perdía toda credibilidad, si estaba loca, mi padre tampoco creería lo de su infidelidad.

Mi vida estaba acabada, la pasaria entre esas cuatro paredes blancas, medicada y vestida con un chándal de algodón celeste.
Así que esto es el infierno, pensé.

Te encontré en el infierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora