Estaba decidido. Ese día le declararía su amor al comisario.
Esperaba una respuesta negativa, nunca se creyó a sí mismo capaz de gustarle a nadie, a pesar de ser consciente de que muchos hombres y mujeres lo consideraban un chico atractivo.Sin embargo, a él sólo le importaba la opinión de un hombre. El comisario Viktor Volkov.
Había notado ese ligero cambio de actitud con él, la manera en la que no le negaba ni un solo abrazo y la sutileza con la que se dirigía hacia él.Horacio no era tonto, sabía que ahí había algo, o al menos eso quería creer.
Llegó a comisaría, decidido, mirando hacia los costados intentando localizar a aquel ruso que en tan poco tiempo le había robado el corazón.Logró visualizarlo a la distancia, bajando de su patrulla con matrícula "PUTIN" junto con Greco. Entró a la comisaría y decidió esperarlo en la recepción, no sin antes enviarle un mensaje de texto a Greco para asegurarse de estar solos.
Greco recibió el mensaje y con la excusa de estar cansado y caluroso, se dirigió a los vestuarios, ignorando la expresión confundida de su compañero.
Horacio lo vió entrar por la puerta, poniéndose de pie y soltando un suspiro pesado antes de comenzar a hablar.—Buenas, comisario. — se sentía muy avergonzado de lo que estaba a punto de hacer, ni siquiera era capaz de llamarle por su nombre.
—Priviet Horacio, ¿cómo se encuentra? — respondió Volkov, no había pasado desapercibido el hecho de que lo llamara por su rango.
—Mucho mejor ahora... ¿podemos hablar? —comenzaba a juguetear con sus dedos, intentando ocultar un poco el nerviosismo que poco a poco se apoderaba de él.
—Claro, podemos ir a mi despacho si gus-
—Me gustas, ¿te gusto? — no había aguantado más, sabía que si esperaba un minuto más, todo el valor acumulado se le iría, si entraba a aquél despacho a solas con el ruso, se volvería pequeño y no podría confesarle sus sentimientos.
—¿Disculpe? — fue todo lo que acertó a responder, confundido, con miedo de haber escuchado mal.
—Que me gustas y si te gusto... — empezaba a dudar de sus palabras, pero ya no había vuelta atrás.
Sentía su cara hirviendo de la vergüenza, deseaba poder regresar el tiempo y no haber dicho aquella frase.
—A ver Horacio, véngase conmigo a mi despacho. — rápidamente se dió la vuelta y comenzó a caminar hacia aquella oficina al fondo de la recepción.Ambos ingresaron al despacho, se podía notar aquél nerviosismo en el ambiente, pero el comisario trataba de disimular, tenía miedo de aceptar aquellos sentimientos que hacía ya algunas semanas lo habían estado persiguiendo.
Había intentado huir de ellos, pero no había forma, siempre que volvía a ver aquellos bicolores combinados junto con esa luminosa sonrisa, volvía a caer. Aún se negaba a admitirlo, pero el chico de cresta definitivamente había logrado algún efecto en él que nadie antes había logrado.
Pero tenía que asegurarse de entender correctamente, no quería que ninguno de los dos saliera herido, así que lo único que lograba salir de sus labios eran preguntas, de alguna forma lo hacía sentir que tenía el control de la situación y eso lo aliviaba.
—¿A qué se refiere con que le gusto? ¿Le gusto yo? — no entendía cómo había logrado atrapar al carismático hombre cuando él era totalmente lo opuesto.
—Sí, tú... — su tono era cada vez más bajo, empezaba a sentir el miedo apoderarse de él, no quería perder la amistad que habían logrado y estaba seguro que lo rechazarían.—¿Fisicamente? ¿Sentimentalmente? — seguía con su ronda de preguntas, aún no se sentía listo para dar una respuesta.
—Un poco de todo, la verdad... — soltó una pequeña risa nerviosa, no sabía cuánto más aguantaría sin salir corriendo.—A ver Horacio, yo le voy a ser sincero, ¿de acuerdo? yo para tener pareja, para relaciones sentimentales, vivido lo que he vivido, sinceramente no estoy capacitado, ¿de acuerdo? — intentaba expresarse, no quería que el de crestas se sienta rechazado, pero quería dejarle en claro su situación.
Horacio sólo había escuchado aquella primera frase cuando comenzó a sentir como su ya triste corazón se rompía un poco más con cada palabra que salía de la boca de su amado.
Si ya sabía que lo rechazarían, ¿por qué dolía tanto?
Todo a su alrededor era ruido blanco, sólo era él y sus pensamientos."Eres un inútil", "¿en serio creíste que podrías gustarle?". No aguantó más y se dió la vuelta para salir del despacho antes de que las lágrimas comenzaran a salir sin control alguno.
Decidió trabajar un poco para distraerse, así que se dirigió rápidamente al vestuario, quitándose la chaqueta blanca que traía puesto y colocándose el uniforme policial.
Después de algunas horas de trabajo y de sentirse más relajado, regresó a comisaría, listo para realizar su 10-10.Se colocó la chaqueta blanca que llevaba y guardó su uniforme en el casillero. Salió lo más rápido que pudo, evitando encontrarse con el ser que se había apoderado de su corazón y que había decidido estrujarlo.
Llegó a su casa, listo para darse una ducha y acostarse a dormir, no quería nada más, su corazón no aguantaría más tiempo sin descansar, así que se quitó rápidamente la chaqueta blanca para comenzar a desvestirse, cuando vió algo caer de uno de los bolsillos.
Era una pequeña bola de papel arrugada. Al principio pensó que sería un ticket de alguna compra que habría hecho, pero la curiosidad pudo con él y comenzó poco a poco a abrir el papel.
Leyó el contenido más de una vez mientras las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas, dando un suspiro de alivio con una sonrisa dibujada en su rostro. Se apoyó en la pared y se deslizó hasta caer sentado, apoyando el papel en su pecho, suspirando nuevamente y dirigiendo su vista al techo.
Abrió una vez más el papel para verificar nuevamente haber leído bien lo que decía, repasando letra por letra con sus dedos, sintiendo su corazón desbocado de felicidad, logró terminar de delinear con sus dedos la frase "te mentí, sí que me gustas".
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Escribí esto un poco rápido, aún así espero que les guste. 💖
Me inspiré en esta imagen que vi en twitter.
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Te mentí, sí que me gustas. || Volkacio
RomanceHoracio le declara su amor al comisario Viktor Volkov, esperando un rechazo de éste. Con el corazón destrozado, encuentra una pequeña nota en el bolsillo de su chaqueta.