Escuchó el telefonillo y se dio cuenta de lo nerviosa que estaba.
Lola le pidió a Flavio que abriera ya que ella se estaba encargando de terminar los últimos detalles de la cena y Samantha se quedó sola en el salón, sentada en el sofá, toqueteándose un pellejito que tenía en la uña con tanta ansiedad que al mirarlo comprobó que se había hecho sangre.
- Serás bruta – se dijo a sí misma.
Se lo chupó sin pudor y decidió acudir junto a Flavio al recibidor donde su chico ya esperaba con la puerta abierta. En la cocina no había nada que hacer porque Lola era súper eficiente y ya se había encargado de todo mientras ellos habían estado en la playa.
Habían quedado para cenar con Bea y su marido, y éstos ya habían llegado. Bea había recogido esa misma mañana a su marido del aeropuerto y como llevaba tanto tiempo sin ver a su hermano, no quería esperarse al día siguiente a que estuviera allí toda la familia y no tener ni un ratito de intimidad con él. Y Samantha muy a duras penas podía controlar los nervios por volver a ver a su cuñada, y no por ella, ni por su marido, sino por la tercera parte, el niño rubio y de ojos verdes que en ese momento salía del ascensor del rellano y miraba a la puerta de entrada al piso al tiempo que una sonrisa desdentada se extendía por su carita al ver a su tío. Con la ayuda del hombre más guapo que Samantha había visto en su vida, el niño caminaba con los brazos elevados hacia su padre, que le sujetaba de las muñecas y le acompañaba casi en volandas.
- ¡Monito!
Sam se sobresaltó al ver a Flavio salir corriendo del piso y agacharse ahogando un gesto de dolor en la espalda para quedar cara a cara con el pequeño, cuya sonrisa no hizo más que ensancharse e incluso dobló repetidas veces las rodillas como si diera saltitos de emoción confiado en que su padre le sostenía. Samantha miró a ese niño, al que no había conocido todavía en persona, y mientras Flavio le cogía en brazos y le hacía volar varias veces por el aire para volver a cogerlo con seguridad, no pudo evitar fijarse en cómo se le achinaban los ojos al sobrino de su novio. No pudo dejar de mirar su rostro escuchando de manera lejana los gritos de Bea para que dejara al niño tranquilo o iba a terminar vomitando. No pudo dejar de mirarlo porque era idéntico a Flavio de pequeño. Tan parecido que daba hasta un poco de miedo.
Tampoco pudo dejar de mirar a su novio, con el niño en brazos. Le desabrochaba una fina rebeca azul y se la quitaba con una mano con cuidado porque dentro de la vivienda no le hacía falta, y hablaba con él como si el niño le entendiera, aunque las palabras de Flavio también fueran ininteligibles por el tono de voz que había adoptado. Después, agarró al niño por la espalda para que no pudiera esquivarle y le llenó la mejilla de sonoros besos y pedorretas, haciendo que por un segundo todo lo que pudiera escuchar la valenciana fuera las risas del bebé y las de su bb.
Tan obnubilada estaba con la imagen que no escuchó cómo Bea la llamaba por su nombre varias veces hasta que le pusieron una mano en el codo.
- Ay, perdón – dijo, saliendo del trance. – Hola, Bea, bonita.
Bea se lanzó a ella y le dio por fin un abrazo; Sam se lo devolvió y se dejó empapar de la sensación de recuperar a una familia que creía haber perdido hacía mucho. Cuando se separaron, tampoco lo hicieron del todo. Bea había adoptado el gesto de su madre y la tomó de las manos para mirarla bien.
- Qué guapa estás – la piropeó. – Te ha crecido un montón el pelo desde que nos vimos en Sevilla.
- Sí, debería cortármelo.
- Que va, te queda genial. Mira, te presento a mi marido. ¿Te lo puedes creer? ¿Yo casada y con un mocoso? – Flavio le lanzó una mirada a su hermana por referirse así a su sobrino pero Bea hizo caso omiso y le indicó a su enorme y precioso marido que la chica era la novia de su hermano, o eso se imaginó Sam porque lo dijo en polaco. – Se llama Krysztof, pero puedes llamarle Chris, que es más fácil.
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UN POCO DE FEBRERO... y todo septiembre.
FanficHan pasado diez años desde que finalizó la edición más surrealista de Operación Triunfo y la vida no ha sido igual de dulce para unos que para otros. Diez años después del boom que supuso su paso por el programa, Samantha se reencuentra con un Flavi...