La misión

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–Tu raza debe ser muy insegura si necesitan algún sello de garantía que compruebe que su mujer nunca ha estado con nadie más... Esa cosa del "himen" se escucha muy injusto para las mujeres

–Es una forma de verlo– Respondió Milk visiblemente incomoda mientras se llevaba la taza de té a la boca y suplicaba que Gine dejara de hacerle preguntas, no sabía cómo se las ingeniaba esta mujer pero de alguna manera había logrado que Milk le contara sobre su relación actual con Kakarotto y si bien la terrícola se negó a dar detalles explícitos de esta de algún modo la conversación termino con la que parecía ser una gran incógnita para la raza saiyajin como era la existencia de la virginidad en las mujeres terrícolas –Este... Gine... Quisiera pedirte un favor

–¡Por supuesto!– Respondió sonriente la mujer, Milk parpadeo asombrada de que la Gine aceptara aun sin saber que le iba a pedir –¡Yo ya te considero una hija!– La terrícola sintió una punzada de culpa en su pecho

–Bueno... Yo... sé que Kakarotto está en una misión y se me ocurrió... Me gustaría prepararle algo de comer, así mañana que regrese no encontrara el refrigerador vacío...– Milk se interrumpió cuando Gine se levantó y la tomo de las manos mientras la miraba con ojos brillantes

–¡Pero que maravillosa idea! Las guerreras saiyajin son demasiado orgullosas como para tener ese tipo de detalle con un compañero, sabía que Kakarotto no se había equivocado contigo– Milk sonrió nerviosa, la culpa comenzaba a formar un bloque de hielo en su pecho

–Pero... Broly ya no me permite salir con tanta facilidad como antes, pensé que tal vez podía escabullirme esta noche y que tú me podrías ayudar a entrar en la casa de Kakarotto

–¡Cuenta conmigo!

...

Bulma estaba bastante asombrada al estudiar la estructura de los tanques de regeneración de los guerreros saiyajin, sin duda estaban bastante más adelantados en cuando a la salud, la científica buscaba la mejor manera de adecuarlos a la biología terrestre pues si bien los saiyajin y los terrícolas eran casi idénticos los primeros eran guerreros por naturaleza y eso los dotaba de una fortaleza y resistencia asombrosa, lo cierto es que un terrícola en condiciones fatales no soportaría el proceso de curación acelerado de los tanques y era muy probable que su corazón sufriera un colapso, le sorprendía que Milk lo hubiera soportado, tal vez su amiga se había vuelto mucho más fuerte o sus heridas no eran tan graves como lo parecían el día que fue torturada; entonces su trabajo fue interrumpido por la llegada de Tarble a su celda-laboratorio

–¡Bulma, necesito tu ayuda!– se quejó el chiquillo que era seguido por su inseparable guardián

–Alteza– Saludo Bulma –Espero que no esté evadiendo su entrenamiento de nuevo

–No es eso– Aclaro Kyabe –Hay un pequeño problema con la sala de entrenamiento

–¿Cómo? ¡Eso no puede ser! Mi diseño es perfecto– Aseguro poniéndose de pie y llevándose la mano al pecho luciendo algo ofendida, esa sala de entrenamiento era uno de sus mejores diseños y se negaba a creer que había cometido algún error

–¡Por supuesto que lo es!– Confirmo el joven príncipe –Es tan buena que mi hermano quiso probarla y lleva todo el día allí y no nos ha dejado entrenar ni a mí ni a Kyabe

–Ya veo...– Bulma miro para otro lado y sintió que un ligero rubor cubría sus mejillas, había estado evitando a Vegeta desde el beso que le había robado y pretendía seguir así, aun no se sentía preparada para enfrentarlo –Pues deberías hablar con tu hermano, yo no creo que...

–¿Podrías rediseñar la cámara de entrenamiento de Vegeta?– Pregunto Tarble –Si no continuo mi entrenamiento y mi nivel de pelea baja mi hermano me castigara y no me dejara comer dulces después de la hora de la comida– La científica miro la cara angustiada del chico, si bien prefería no hablar con Vegeta no estaba en su naturaleza huir de una confrontación así que se puso de pie

La princesa y el guerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora