Primera parte

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Mis ojos estaban clavados en aquella antigua casa. Regresaba del instituto, el cual había empezado este mismo año después de haber conseguido insuperables notas en sexto de primaria, y aquel edificio se interponía en medio del trayecto entre mi casa y el lugar al que iba a estudiar. Por lo que sabia acerca de ella (que se podía resumir en leyendas escuchadas de los labios de mi mejor amigo, Adam) llevaba construida hace mucho, antes incluso de que mis padres pensaran en tener un hijo. La casa, que vista desde afuera parecía una mansión, poseyó tres propietarios (al menos que yo tuviera constancia), Rose, Billy y Dan, este ultimo es quien la tuvo durante mas tiempo, ciento veinte años, o eso solía decir Adam. Me peripecia bastante extraño que una persona mantuviera durante mas de un siglo una vivienda y, que a día de hoy, pareciera que en cualquier momento se pudiera derrumbar. Aunque lo que verdaderamente mantenía mi mente ocupada en los ratos libres es como alguien vivió superando los ciento quince de edad. Según mi mas fiable fuente de información, es decir, mi mejor amigo, se debía a que ese tal señor Dan no era un ser humano. La verdad, no creo que esa sea el autentico motivo, hacia mucho que había abandonado los cuatro años y la manía de chuparme el dedo, no era aquel chico inocente que creía en papa noel, pero no pasa nada por revisar un par de veces debajo de la cama y dentro del armario para asegurarse de que ninguna supuesta criatura no-humana, el antiguo dueño del abandonado edificio, no se escondiera en los rincones de mi habitación.

El claxon de un coche me despierta de mis pensamientos. EL vehículo pasa a una gran velocidad enfrente mía. Me encontraba en medio de la carretera, así que decidí acerca a la acera (la que estaba al otro lado de la construcción), para ahorrarme un accidente.

-Algún día entrare dentro, descubriré que misterios escondes dentro de esas cuatro paredes. Murmure, aunque ese día no iba a ser hoy. 

¿Que limites pasarías por una casa?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora