Capitulo 41 (Editado)

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Capítulo 41


¿Y si el tiempo se detuviera de pronto sin ninguna razón? Como en esas películas en donde en minuto viven una vida.
Pero, aquí no sería con la intención de continuar luego.
¿Si ya no hubiera un mañana?
Y fueras consciente de ello.
¿Si ese fuera el final?
Su última oportunidad.

Un segundo luego de decir con tanta firmeza lo que su corazón le gritaba esas preguntas pasaron por su mente con fuerza. Casi como un regaño.
¿Qué si lo perdía?
A ese hombre que la volvía loca desde que lo conoció.

Y con esa pregunta supo que estaba bien lo que hacía.
Estaba más que bien. Sí, porque no debes vivir con el miedo de que vas a perder a alguien, no debes vivir con la angustia de que se irá de tu lado, y menos cuando no hiciste nada malo, solo estuviste ahí, solo confiaste, amaste. ¿Para qué continuar? Eso definitivamente no sería vivir, y nadie quiere eso.

Maya no debía de atormentar su mente con esa clase de preguntas. Porque si alguien perdió algo, no había sido precisamente ella. Porque en ese momento supo que si la situación hubiera sido al contrario, ella, sin dudarlo, le hubiera creído a él. Claro que lo habría hecho, no como una ilusa o como una tonta tal cual él la había llamado, no, le hubiera creído porque lo conocía y confiaba en él.
En cambio él no lo hizo y en ese caso había sido Dimitri quien perdió. Él sí que la había perdido, él sí había cometido actos que ahora tomaban consecuencias. Él, es quien debe tener esas preguntas dentro de su memoria. No ella.
Maya solo quería paz, con ella misma y para ello debía alejarse del dolor que Dimitri le causaba.
No está mal pensar así. No está mal quererte a ti primero. No está mal elegirte antes, no lo está.

Las personas cometemos errores, eso es cierto. Sin embargo, nadie más que nosotros mismos debemos aprender a lidiar con las consecuencias.

—Vete, Dimitri. —meditó sus palabras y estaba totalmente segura de lo que decía. Cualquier persona que la viera diría que habló por hablar, ya que todo salió en un segundo. Sin embargo, para ellos el tiempo se había detenido. Todo se había paralizado para que las palabras quedarán en cada uno de ellos para siempre. —No te quiero hacer sufrir. —su voz se cortó al decirlo, porque a pesar de todo era cierto. —No quiero verte mal, no me interesa hacerte daño con lo que te digo, creeme. —lo vió llorando, tal cual un niño pequeño que no sabía a dónde ir. Sin embargo eso no la detuvo. Ya nada lo haría. —Pero, no quiero tenerte en mi vida. —-sus ojos se llenaron de lágrimas al decirlo. Era real, era una verdad liberada. A pesar de todo lo vivido, a pesar de que lo amaba, era la realidad de su ser. —No quiero estar contigo. —más lágrimas salieron después. —Solo quiero estar en paz. Tener una vida tranquila y la verdad es que no quiero que estés en ella. Por favor, —con voz temblorosa pudo terminar lo que su interior le gritaba. —entiende.

Los ojos del hombre la miraron destrozado. Estaba devastado. La mujer de su vida lo estaba matando con cada una de sus palabras. Era la peor arma, era el peor castigo. Lo era, porque sabía que solo ella era quién sería capaz de sanarlo y si Maya no quería hacerlo, entonces él moriría en vida.

—Solo... —su voz salía totalmente quebrantada. —quiero hacerte feliz.

Pudo decir antes de llorar con más fuerza. Y ella no se mentiría, le dolió. Le dolió tanto que estuvo a punto de gritar, de abrazarlo, besarlo y decirle que todo estaría bien. Aún así, no hizo nada, porque a decir verdad nada lo estaría.

—Y yo también quiero que seas feliz. —dijo limpiando sus lágrimas lentamente. —Que vivas sin rencores, que tengas un buen empleo, una casa hermosa y una hermosa familia. —le dijo ella con una sonrisa triste y su rostro totalmente mojado. —No quiero que te pase nada malo, te lo juro.

Punto débil © (Versión Corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora