Capítulo cuarenta y uno: Amores inconclusos. O no tanto.

1K 78 23
                                    

POV CALLE.

Mi sueño se había cumplido. Por fin mis largas noches de espera culminaron aquella tarde gris cuando en esa habitación de hotel fuimos, después de tanto tiempo, una sola persona.

Ahora, aunque estaba feliz, no puedo desconocer que me sentía un tanto inconclusa con respecto a María José. No hablamos mucho respecto al tema pero sus palabras fueron suficientes para saber que entre ella y Sofía sí había algo más que una amistad. Lo bueno es que creo haber llegado a tiempo y espero que sí cumpla con su palabra y sí "solucione" ese asunto, de lo contrario, me temo que tendré que darme por vencida aunque en la guerra y en el amor todo se valga.

La noche anterior, había quedado con María José que me llamaría para vernos por la tarde, me moría de ganas por escribirle y no la había dejado de pensar ni un minuto desde que la dejé en la entrada de su edificio. Sin embargo, no quería pasar por intensa, por el contrario, sabía que debía atender aquel asunto femenino y me imagino que esa situación no ha de ser fácil.

Había estado pensando también en la propuesta que me hizo ella, la verdad, quedarme en Bogotá no estaba entre mis planes, mis proyectos eran otros, pero con Poché de nuevo en mi vida me tocaba replantear bastantes aspectos. A decir verdad, poco o nada es lo que tengo que perder si me quedo aquí, el tema es que ya no me veo viviendo en Bogotá y eso me hace dudar de si es o no, una buena opción.

Lo cierto es que creo que mi vida de espía oculta en este hotel había terminado, por ahora, tenía pensado regresar a la casa y hablar con mi familia. Hace mucho no hablaba con mi mamá y mi hermana, a mi papá lo veía con frecuencia porque venía al hotel. Así que recogí mis cosas y con la esperanza de recibir algún mensaje de María José, salí del hotel.

De camino a casa, como si la telepatía existiese, una llamada entrante llamó mi atención. Era ella, mi por siempre amor.

-Aló. -Dije abriendo la llamada.

-Hola. -Replicó al otro lado de la línea. -¿Estás ocupada?

-No, para ti, no. -Contesté de inmediato. -¿Ocurre algo?

-¿Podemos vernos?

-Sí, claro. -Dije. -¿Me preocupo?

-¿Te demoras? -Preguntó evadiendo mi cuestionamiento.

-Ehm, no. -Dije. -Estoy cerca, te aviso en cuanto llegue.

-Te espero, entonces. -Concluyó y cerró la llamada.

Eso había sido... ¿extraño? Esperé escucharla más animada.

Cambié el rumbo de mi camino y me dirigí hacia el edificio. Una vez llegué le escribí para avisarle.

-Hola. -Dijo subiéndose al carro.

Intenté darle un corto beso en los labios pero se rehusó.

Debí suponerlo. Ya había hablado con su asunto femenino.

-Me temo que sí debo preocuparme. -Dije desabrochándome el cinturón de seguridad y acomodándome en el asiento para quedar frente a ella. -¿Qué pasó?

-Antes que digas cualquier cosa, necesito hacerte una pregunta. -Dijo. -Y espero que me respondas con la verdad.

-Cada vez que insinúas que no soy sincera contigo, en verdad, me hieres. -Dije. -Pero claro que puedes pregúntame y obvio responderé con la verdad.

-¿Qué pretendes conmigo? -Soltó sin más.

La miré extrañada porque pensé que eso había quedado claro la noche anterior mientras nos hacíamos el amor. No pude evitar sonreír irónicamente.

Sigue siendo vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora