El infierno de Lilith| 2 | Completa

XIV-I

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Tener tantas preguntas que eran incapaces de responderse, se sentía como si sostuviera sobre la espalda miles de toneladas, los miedos, una angustia superior, la frustración que se sentía en mi interior, solo generaron que ese peso extra fuera insoportable, y fue así como entendí que las cosas siempre podían empeorar.

Solo mantuve la mirada fija en él, mis labios y cuerpo temblaban, pero el frío no era el culpable, sino aquella verdad tan cruda y repugnante. Por mi mente pasó aquella absurda comparación con "El ojo que todo lo ve, el gran hermano", ellos podían escucharnos...

¿Podrían vernos? ¿Cómo exactamente? ¿Cámaras? ¿Estaban afuera? ¿Era esa la forma? ¿Por qué demonios habían tomado la decisión de venir a esta casa cuando sabían que nos vigilaban? ¿Estaban locos? ¿Acaso querían que pensaran que estaban un paso adelante? ¿Cómo podía ser así? Nos mantenían bajo su radal, ¿qué pasaría entonces cuando nos marcháramos de aquí? ¿Estarían ellos afuera para atraparnos? Simplemente me matarían, después de todo, yo no les servía de nada.

¿Qué harían con los demás? ¿Acaso sus compañeros estaban vivos? A pesar del poco personal, esos doctores y profesionales, no serían capaces de darse por vencidos, mucho menos cuando sus "experimentos" habían destruido todo. ¿Esto era una prueba? ¿Dónde demonios estaban exactamente ellos?

<<¿Qué tanto me faltaba por saber?<<

Un pequeño golpe en mi frente me hizo pestañar, devolviéndome al ahora, es decir, a mí en medio del baño, con la camiseta a medio poner, mientras Race estaba frente a mí, observándome con el ceño fruncido –En tu cabeza pasan mil cosas, ¿verdad? –No era una pregunta, pero sí una aclaración que parecía molestarle, como si estuviera preocupado. Pero era así, no solo teníamos enemigos en el exterior, nuestra mente también lo era, nos sofocaba, nos dejaba en la nada, y enloquecía. –En vez de...−comenzó a decir, negando. Su mano subió hasta la cima de mi cabeza, tratándose de una caricia que le harían a una niña−Siempre estás preocupada, y parece que solo pensarás más, pero puedes con ello.

Esas palabras dulces saliendo con su propia rudeza y profunda voz, me parecieron graciosas, pero extremadamente tiernas. Amaba eso de Race, él pensaba que era inteligente, que era fuerte, y aún no conociéndome completamente, creía en mí.

Todos tenían mil cosas que los estaban consumiendo, solo teníamos que seguir adelante con nuestros demonios, y luchar contra esos monstruos.

Terminé de acomodar mis prendas, mientras lo miraba−Sí.

Ambos tomamos una profunda respiración antes de salir de la habitación, con cierta incomodidad, él no sabiendo qué decir, yo, no sabiendo qué hacer. Constantemente en el escaso recorrido a la habitación, mordí mi lengua varias veces, deteniendo cualquier duda que tuviese. Sin embargo, al estar nublada entre mis pensamientos, me exalté al sentir la mano de Race rodear mi muñeca cuando estaba a punto de encerrarme y acostarme unos minutos.

Giré en su dirección, pero él mantenía la mirada fija por encima de mi hombro. Se trataba de los demás. Azael estaba apoyado contra la pared, cerca de la ventana, con los brazos cruzados sobre el pecho. No era capaz de leer su rostro, pero no parecía demasiado tranquilo. Moví la vista hacia el sillón donde miraba, estaban las chicas, Zoe, estaba de pie junto al sillón donde se encontraba sentada Ann. Desde donde me encontraba, solo veía su gran cabellera rojiza, y en medio de ese silencio, una suave voz pronunciaba palabras que no lograba escuchar con claridad.