Sentimiento Mundial

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"Vete, no me interesa".

Su mano abierta se estrella fuerza directo en la mejilla del Omega llorando, haciéndole voltear la cabeza.

Precisamente, ¿qué estaba buscando?

Había sido una semana de puta mierda, buscando unos registros antiquísimos para justificarse ante la policía y que le dejaran de estar tocando las pelotas de una buena vez, cientos de miles de personas llegando de todos lados buscando hablar con él, su padre que no le dejaba en paz ningún segundo del día con el asunto de la pérdida de una de las embarcaciones de camino a Sri Lanka y el fastidioso de su hermano pidiendo verlo cada noche con esa estúpida voz de puta y esos ojos azules asquerosos. Había ya tenido suficiente como para que el chiquillo que le tenía la mente en turbulencias pidiera un poco de su atención como un cachorro que no quiere morir.

"Tsumu". Solloza el niño. Bueno, no tan niño. Hace unos días cumplió dieciocho años, pero el cuerpo tierno y de marco delicado es como el de un muchacho que apenas ha tenido su primer celo. Le provoca con su lengua lamiendo la tela en su muslo y él atina una patada para alejarle.

Sus acciones son como una piedrita que cae al agua. Puede ser insignificante comparada con toda el agua que puede haber, pero seguirá habiendo una ola y después varias y seguirán creciendo consecuencia de su encuentro.

Pero no le importa. Su nariz traza un camino desde su rodilla hasta llegar a donde el pantalón de vestir se frunce sobre su cadera y musita algo con sus labios hinchados. La silueta de su cuerpo ondea como el de una serpiente, haciendo a la carpa en su espalda bailar y que el agua se mueva como si estuviera viva.

"Cachorro, déjame en paz". Advierte con voz tensa.

Intenta volver a sus papeles en el escritorio después de darle un empujón tal que Shouyou acaba de caer al suelo con un sonido sordo y con la cabeza golpeándose en uno de los banquitos de terciopelo rojo.

¿Qué creyó? ¿Qué por estar en celo él iba a hacerle el favor de follárselo para acabar con su dolor?

"Estoy muy ocupado como para estar soportando tus berrinches, Hinata".

Al escuchar que la llama por su nombre, el Omega se retuerce en el suelo y lleva sus manos a su vientre. Las palabras de su Alfa le duelen en el pecho. Se siente con ganas de sollozar, pero sabe que si lo hace, él se molestará.

"Alfa, por favor".

Era una tortura.

Un celo es algo romantizado por aquellos que no son Omega, pero para los que tienen que sufrirlo cada cierto tiempo es una completa ofensa escuchar la palabrería imbécil de los que "desearían" entrar en calor. Un celo es una urgencia, es una quemazón de la que no te puedes deshacer a menos que tengas a alguien follándote. Y sí, suena horriblemente grosero decirlo de esa manera, pero así es. El celo es la necesidad de ser follado, una necesidad arcaica de la que no te puedes escapar. El celo es como una maldición que te obliga a sucumbir a unos instintos tan reprobables y lastimeros que te hacen olvidar que eres una persona que merece cariño y respeto. Cuando uno entra en celo, cuando uno se siente desesperado por tener algo dentro, es cuando uno se da cuenta de lo deplorable que se puede llegar a actuar para obtener un polvo, aunque sea uno breve y desabrido. Un celo te quita lo que eres y te trasforma en una herramienta para que la especie continúe y se multiplique, así nada más. Así sin más.

A Shouyou no le gusta mucho entrar en celo. Recuerda que su primer celo transcurrió en ataques de ansiedad, en respirar más rápido de lo que sus costillas daban, en follarse con las manos a tal grado de hacerse daño porque los límites de cualquier persona cuerda se desvanecían para un Omega con la sangre hecha hierro fundido, y en esperar a que se acabara de una vez por todas, implorando "por favor".

La Ira del Tirano | Haikyuu!! FF (KGHN | Omegaverse!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora