Capítulo 34: La Leyenda de Sha (Parte II): Destrucción, Renacimiento y Legado

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Sha

De repente fuimos absorbidos por una inmensa oscuridad, tal era su magnitud que ni siquiera alcanzaba a ver mis propios dedos.
-”¡Usen lumbreras!” grité en todas direcciones rogando porque mis compañeros sean capaces de escucharme
-”En eso estamos” dijeron ambos hechiceros al unísono
Al final de sus palabras, el aire comenzó a brillar y fuimos iluminados por dos pequeñas lumbreras que aparecieron sobre nosotros.
-”Gracias” alcancé a soltar
Ya con nuestra visión reestablecida, nos concentramos en avanzar por el extenso bosque. Caminamos durante horas, me arriesgaría a decir que incluso fueron días, pero debido a que sólo había oscuridad ahí dentro, no podríamos saberlo con certeza, hasta que finalmente comenzamos a visualizar una pequeña luz al frente. Al verla comenzamos a correr de una forma desesperada hacia ella, definitivamente los seres que vivimos bajo la luz del sol no estamos preparados para habitar entre las tinieblas. Fueron horas terribles las que pasamos corriendo entre los grandes troncos de los árboles. 
A medida que seguíamos corriendo, la luz comenzaba a ensancharse frente a nosotros, lo que se convertía en energía que nos permitía mover nuestras piernas más rápido sólo con el fin de alcanzarla, hasta que lo hicimos. Los primeros momentos debimos cubrirnos los ojos y parpadear varias veces para darle a nuestros ojos el tiempo necesario para adaptarse al nuevo entorno. Cuando nuestros ojos estuvieron en condiciones, levantamos nuestras cabezas, lo que nos encontramos fue algo realmente bello. Parecíamos estar en el corazón de aquel inmenso bosque, en esta zona no había árboles, en cambio, había un gran lago alrededor del cual se arremolinaban pequeños animales y algunas criaturas, como dríades o ninfas del agua. Ante nuestra presencia, todas las criaturas que se cernían sobre los bordes del lago salieron corriendo en todas direcciones y se escondieron volviendo a ingresar en el espeso bosque, pero hubo una creatura que sí se quedó y siguió tomando agua como si nunca hubiesemos aparecido ahí. Era un gigantesco lobo de un pelaje negro como la noche, cuando levantó la vista hacia nosotros, nos clavó sus enormes y amarillos ojos, que despedían su sed de sangre.
Mientras nosotros nos quedamos inmóviles en nuestras posiciones, el lobo comenzó a rodear el lago en dirección a nosotros, pero a medida que lo hacía iba apareciendo objetos sobre él. Con los primeros pasos le apareció una especie de guante corto en su pata delantera derecha, luego, dos rodilleras color violáceo oscuro en sus patas traseras. A mitad de camino, se materializó una suerte de pantalón corto hasta sus rodillas traseras. Cuando estuvo frente a nosotros, se puso de pie, parándose sobre sus patas traseras como si ese fuese su verdadera posición y le apareció un collar que le colgaba del cuello. Además, las facciones de lobo habían adoptado condiciones antropomórficas. Primero lanzó un ladrido áspero, luego tosió y habló,
-”Bienvenidos al bosque que está bajo mi protección, me llamo Fenrir” dijo en tono alegre
-”Ahora váyanse, no son bienvenidos” dijo cambiando su tono de voz a uno más grave y enseñando sus colmillos
-”No me voy de acá sin la piedra” dije poniéndome firme
-”Ah, ¿venís por esta maldita cosa?” dijo tocándose el collar
-”Sí, y no me voy a ir sin ella” dije manteniendo mi postura
-”Me gusta tu osadía chico, probame tu integridad con un combate” dijo sonriendo
-”Si esa es la condición para que me la des, con gusto” dije poniendo la mano sobre la empuñadura de mi espada
-”Empecemos entonces” dijo mostrando los colmillos
-”Ustedes retrocedan” dije sin perder de vista al lobo
De inmediato desenfundé mi espada, Pyrua, la espada de doble filo heredada de generación en generación dentro de mi familia. Esta espada tiene la cualidad de que su hoja contiene los poderes del fuego y del agua, y puedo invocarlos, aunque hacerlo simultáneamente es peligroso.
-”¡Ignis!” grité y mi espada encendió uno de sus filos, apareciendo unas grandes llamas azules, ya que el color se conecta a mi estado de ánimo.
-”Linda espada, vamos a ver si te sirve” dijo el lobo comenzando a correr hacia mí
Sin dudarlo comencé a correr hacia él, mientras las llamas de mi espada comenzaban a teñirse de un color carmesí, como si estuviesen siendo alimentadas por mi propia sangre. Comencé a asestar cortes y estocadas a gran velocidad pero consiguió esquivar casi todas, y las pocas que no esquivó chocaron contra sus rodilleras o las bloqueó con su guante.
-”No te movés mal” dijo sonriendo de forma burlona
-”Lo siento” dije bajando la vista
-”¿Por qué?” dijo mi enemigo confundido
-”Porque me encantaría poder disfrutar esta batalla, pero el deber prima y tengo que volver rápido y proteger a mi familia” dije, levanté mi espada y la llamas adoptaron dimensiones extraordinarias alimentadas por mis preocupaciones
Por lo que sin vacilar, la clavé en la tierra, la cual se comenzó a calentar, y lo hizo tanto que en segundos todo el lago se evaporó por completo. Mientras eso ocurría levanté mi mano izquierda,
-”¡Invrium! ¡Belrra!” grité y apareció sobre mi palma izquierda una funda con otra espada dentro
-”Te presento a Belrra, la espada que guarda las magias del aire y de la tierra” dije colgándola de mi cinturón y desenfundándola
-”¡Terra!” grité y uno de los filos se vió invadido de grandes piedras 
Tomé a Pyrua con mi mano derecha y me lancé hacia el lobo que seguía sorprendido por lo que estaba presenciando,
-”No podés….tener ambas” dijo mientras se le quebraba la voz
Agitando ambas espadas lo despojé de sus dos brazos e hice que cayera de rodillas ante mí. 
-”No puedo competir contra esa sabiduría, matame y tomá la piedra, pero no toques el bosque” dijo bajando la cabeza
-”Cumpliré tu deseo” dije y le atravesé el pecho con una Pyrua bañada en llamas azules
Cuando finalmente cayó derrotado al suelo, guardé ambas espadas en sus fundas y tomé el collar del cuello de Fenrir, dentro de él hallé una piedra color carmesí, como el color que mis llamas habían adoptado hace rato.
-”Volvamos, no hay tiempo que perder” dije volteándome hacia mis compañeros, a lo que ellos asintieron

AnawondDonde viven las historias. Descúbrelo ahora