9. Lo que sucedió esa noche

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Travis se revolvió el pelo mientras no quitaba los ojos de la pantalla de su ordenador. Algo en el código no funcionaba y estaba buscando el fallo para arreglarlo, solo que su cabeza no estaba del todo centrada para llevar a cabo esa labor. «Solo quiero sexo, el mejor que te hayan dado nunca», recordó las palabras de su la desconocida y posó los dedos sobre el puente de su nariz. Cerró los ojos y pensó en Alexa y en lo cobarde que estaba siendo con ella. Decidió enviarle un mensaje:

Esta noche espérame despierta porque tenemos que hablar de lo sucedido en el club.

Sonrió cuando su imagen volvió a aparecer en su mente y soltó el móvil sobre la mesa. Puso atención en el trozo de código problemático y algo en su cerebro se activó. Tecleó con rapidez para borrar y hacer el cambio. Antes de probarlo, su móvil vibró y lo miró con la esperanza de que fuera la respuesta de su novia.

Pensaba que ya no querrías hablar sobre el tema, me alegro de que, aunque hayas tardado, al fin te hayas decidido a hacerlo. Estaré esperando ansiosa por tu llegada.

Cerró los ojos, complacido, y volvió a soltar el teléfono al lado de su portátil, bloqueado y con la pantalla apagada. Ejecutó el código nuevo y al ver que funcionaba, escribió por el chat grupal de su equipo para avisar de que ya estaba arreglado.


···


June estaba sentado en el sofá del apartamento de su hermano. Todo estaba impecable alrededor, sin una mota de polvo o desorden evidente. A su lado los cojines tenían un orden concreto, igual que otros elementos decorativos del salón, como los que se encontraban en el mueble donde estaba camuflada la televisión. Lucien se caracterizaba por ser un hombre ordenado y de costumbres, por eso escondía la televisión cuando dedicaba casi todas las horas a escribir. Ese mecanismo era una de las cosas que más sorprendía e intrigaba a June, por eso no dejaba de contemplarlo como si se tratara de un dulce o un juguete nuevo de su infancia. Lucien apareció por el pasillo que conducía a su pequeño estudio, el cuarto de baño y su habitación. Llevaba una camiseta negra de manga corta, unos pantalones de deporte y los pies descalzos.

—Me ha sorprendido tu visita, hermano —comentó Lucien.

Su hermano pequeño se levantó del asiento y se aproximó al escritor para darle un abrazo. Tras separarse, Lucien lo invitó de nuevo a sentarse e hizo lo mismo después.

—¿Cómo llevas tu nuevo libro? Espero no haberte interrumpido.

—No, claro que no. De todas formas siempre tengo tiempo para mi hermano. —Esbozó una pequeña sonrisa que desapareció de inmediato—. El libro va bien, aunque estoy teniendo demasiadas distracciones últimamente...

Dejó en el aire la frase pensando en la chica que ocupaba su mente la mayoría del tiempo. Desde que la conoció supo que no le convendría estrechar lazos con ella y, sin embargo, no había hecho otra cosa que acercarse más.

—¿Lo dices por Catherine? —preguntó June, directo al grano.

Recibió la estocada justo como esperaba.

—Tú tampoco me lo has puesto nada fácil, June. Creo que si no hubiera sido por tu petición ni siquiera me habría acercado por tu club. ¿No habrá sido todo una estrategia? —Alzó una ceja sin dejar de observarlo.

—Claro que no, Lu, de verdad quería que no le quitaras el ojo de encima, Gabrielle es muy insistente cuando quiere algo y temía por lo que pudiera pasar. Ahora que se ha encaprichado con otra persona quizá la deje en paz así que puede que no tengas que volver a pisar ese antro, como tú lo llamas...

La Fruta Prohibida: El club nocturnoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora