Minerva x Lucy | Gran paso

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—Señorita, cálmate... —el maestro de Sabertooth se refugió tras la Heartfilia, ganándose un pisotón por parte de esta.

¿Qué había hecho el blondo para desatar la ira de Orland? Minutos previos, la joven conversaba animadamente con Lucy Heartfilia; había decidido visitar Sabertooth, pues no tenía nada mejor que hacer, además, se había vuelto bastante cercana a Minerva. 

No era un secreto que la de hebras azabaches tenía sentimientos encontrados por la maga celestial. Por ello, su querido maestro quiso ayudarla, darle un ‘empujoncito’ para que pasara al siguiente nivel y diera ‘el gran paso’... aunque, la manera en la que lo hizo no fue la más acertada...

Sting había contemplado bastantes clichés amorosos para realizar un plan lo suficientemente bueno para que ambas magas acabaran juntas y felices. Cuando las visualizó levantarse de sus respectivos asientos, puso en marcha su idea; se limitó a acercarse a la rubia sigilosamente por la espalda y empujarla con suavidad. ¿El propósito de esto? Que sus labios se unieran con los de Orland en un tierno y glamuroso beso, tal como sucedía en los libros románticos. Sin embargo, no salió como él esperaba... casualmente, Rogue se encontraba junto a ellas y no tardó en percatarse de la caída de la fémina. Cuando intentó atraparla, resbaló con su propio pie y cayó encima de la maga.

Eucliffe refunfuñó y, sin estar de acuerdo con aquello, agarró a Minerva por los hombros y la arrojó encima la maga celestial a la par que canturreaba un: “No hace falta que me des las gracias, señorita”, no obstante, la situación empeoró; Minerva procuró no caer, aunque fue inevitable impulsar a Cheney para abajo, lo que provocó que sus labios se unieran con los de la blonda durante varios segundos.

—¿Que me calme? —formuló con evidente ironía mientras hacía crujir sus nudillos y cuello, notablemente irritada—. ¿¡EN QUÉ ESTABAS PENSANDO, IDIOTA!? —el Dragon Slayer abrazó por la espalda a la maga celestial, llorando en silencio por su futuro fallecimiento a manos de la señorita.

Lucy exhaló con pesadez y elevó su mirada, encontrándose con el aterrorizado rostro del joven maestro.

—Oye, Minerva —las facciones de la nombrada se suavizaron de golpe cuando dirigió su mirada a Heartfilia, acción que dejó a todos los presentes atónitos—. No pasa nada. ¡En serio! Ha sido un accidente —comentó con despreocupación, realizando un movimiento de diestra para restarle importancia.

La hija de Jiemma contempló durante algunos segundos la tierna sonrisa que la maga le ofrecía. Carraspeó con dureza antes de responder.

—Bueno, lo dejaré pasar —cruzó los brazos a la altura del pecho mientras un suave tono carmesí adornaba sus mejillas—. Que no se vuelva a repetir, imbécil —amenazó a Eucliffe, pero él no le escuchó.

Sting abrazaba a Lucy con fuerza y depositaba múltiples besos en su cabeza, dejando que unas cuantas lágrimas descendieran rápidamente por sus mejillas.

—¡Rubia, me has salvado la vida! —le dio otro beso, esta vez, en la frente.

—Para —llevó sus manos a las mejillas del rubio y realizó un puchero—. No me llenes de babas, rubio —sacó su lengua y adoptó una expresión de desagrado.

El Dragon Slayer paseó su mirada por el rostro de la joven, intercalándolo con el de la Orland, que observaba con total indiferencia la escenita de su maestro. Una nueva idea surcó por la mente de Eucliffe; AQUEL ERA EL MOMENTO IDÓNEO. Rompió el abrazo y obligó a Heartfilia a girar sobre sus talones, agarrándola de los hombros y lanzándola sobre la señorita.

—¡Maldito rub...! —calló de golpe al ser estrechada por unos agradables brazos que conocía muy bien—. Minerva —musitó, abrazándola por la cintura para evitar caer.

Orland abrazaba protectoramente a la maga celestial, observando con dureza al maestro de Sabertooth. Este se limitó a reír nerviosamente mientras elevaba sus manos a modo de inocencia. Tras esto, salió corriendo con una rapidez sobrehumana.

—Ese idiota —maldijo entre dientes, acariciando la cabeza de la blonda de manera involuntaria.

—¿Minerva...? —el rostro de Lucy adquirió un potente tono rojizo, aunque no alejó a la Orland, sino que escondió su cara en el hombro esta.

Orga se carcajeó con potencia y Minerva volvió a endurecer su expresión, intentando fulminar al God Slayer con la mirada. Este se limitó a realizar varios gestos con las manos, dándole a entender que diera el ‘gran paso’. Así era como habían denominado a la declaración de la Orland.

Suspiró con pesadez antes de tomar una rápida decisión. ¿Se arrepentiría de ello? Dependía de cómo acabara aquello. Aún abrazando a la blonda, la guió hacia el exterior del gremio, deteniéndose junto a un bello árbol de cerezo.

—¿Qué hacemos aquí? —Heartfilia entrecerró los párpados, acostumbrándose a la potente luz que pegaba en aquel lugar.

Minerva esbozó un intento de sonrisa, aunque los nervios le impedían actuar apropiadamente. ¿Y si abandonaba? No. Aquella no era una opción para Minerva Orland.

—Seré breve —esta respuesta tan solo provocó que la curiosidad ajena se acrecentara.

La maga celestial abrió los ojos de sobremanera cuando sintió los labios de la contraria sobre los propios. Debía admitir que aquello le causaba bastante vergüenza, pues se trataba de su primer beso. Sin embargo, comprobó rápidamente que no era el primero de Orland. Se separaron lentamente al cabo de varios minutos; Minerva sonreía ampliamente mientras que el rostro de Lucy se volvía cada vez más y más rojo.

—M... ¡Minerva...! —vociferó con toda la fuerza de la que disponía—. Emm... joder...

La hija de Jiemma emitió una risa antes de volver a besar los dulces labios de su acompañante. Esta vez, la blonda entrelazó sus manos tras el cuello de su acompañante y sonrió, dejando la mente en blanco y disfrutando del momento.

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𝐎𝐍𝐄-𝐒𝐇𝐎𝐓𝐒 ━━ ; sabertoothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora