servidora

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Me pongo a horcajadas sobre ella y comienzo asfixiarla, lucha con sus brazos para que la suelte, rasguña una de mis mejillas e intenta morder mis manos que aprietan su bello cuello, su cara esta tan roja por la falta de oxígeno, sus piernas patalean detrás de mí. Mis ojos no dejan los suyos, no quiero perderme el momento en que la vida abandone su cuerpo.

Desesperación

Sus ojos piden a gritos ayuda, de a poco pierden ese brillo, esa ilusión de que lograría escapar de mis garras con vida.

Que tonta

No la culpo, muchas veces jugué con su cuerpo y mente dándole oportunidades de escapar cuando sabía que siempre la traería de vuelta a mí.

Me divertía

Relamo mis labios, el éxtasis comienza a hacer estragos en mi interior, mis pupilas se dilatan y la sonrisa en mi cara comienza a crecer.

Amo esta sensación

Mi mente va hacia el primer día que la vi, había llegado a casa después de la escuela y mis padres estaban en la cocina soltando carcajadas.

-Annie, ella es flor, la nueva integrante de la familia.

Mis Padres siempre habían sido caritativos y empáticos, hace un año que tenían la idea de brindarle amor y calor fraternal a un niño desamparado.

Mi mirada cae en la pequeña, no tenía más de 8 años, su cabello castaño caía por sus hombros, su piel blanca como la nieve sin ninguna imperfección, su lindo vestido rosa que le llegaba por debajo de sus rodillas.

Sus ojos

Siempre fueron sus ojos lo que me cautivaron, me atraían. La sonrisa que me dedico hizo que sintiera calor en mi pecho, calor que en mis 13 años de vida jamás había experimentado por ningún ser, ni siquiera por mis padres.

No conocía lo que era sentí.

Recuerdo las tardes lluviosas donde nos sentábamos alrededor de la chimenea con un chocolate caliente, ella carcajeaba, su risa era aguda y tierna, cada vez me que la escuchaba me volvía loca, las sensaciones se iban esparciendo por todo mi cuerpo y quería ser yo la única causante de su felicidad.

Hasta que comenzó a ser el centro de atención de toda la familia

Familiares que en mi vida había visto viajaban desde lejos para conocerla. Mi amor por ella se convirtió en ira, en ira pura, y a mis 16 años comenzó a ser víctima de mis juegos.

Quería controlarla, que fuera completamente mía, hacerle creer que solo yo podría darle todo lo que quisiera y necesitara, ser eso más indispensable en su vida, colarme en su mente como una maldita garrapata y que yo fuera su razón de ser en todo momento.

Quería ser su droga, controlarla como se me antojara y cuando se me diera la gana quitarle mi amor que la intoxicaba y la dejaría completamente destrozada

Así tendría poder absoluto sobre ella, podría hacer con ella lo que me plazca, tratarla como una reina y hacerla sentir en el más maravilloso reino de los cielos, o bajarla al puto infierno y quebrarla a mi antojo

Siempre desee más la segunda opción.

Siempre supe cómo sería su final.

Con el pasar de los años su cuerpo comenzó a crecer y a desarrollarse como la mujer que sería, despertando en mí un deseo salvaje.

Conmigo fue la primera persona que estuvo en la cama, la tenía tan manipulada que no se atrevía ni a chistar cuando le exigía que me complaciera sexualmente.

Ella siempre fue mi juguete favorito

Al pasar los años mi vida se volvió monótona y aburrida, comencé a buscar más personas para satisfacer mi retorcida mente, podía ver los celos en sus ojos pero se quedaba callada, sabía que siempre perdería ante mí.

El pasar de los años la había vuelto aburrida, estaba tan domada que ya no sentía la misma emoción cuando hacía de las mías con su cuerpo y alma.

Había llegado el momento

Quiébrala

Vuelvo en mi mente a donde estoy ahora, Sus pulmones ruegan oxígeno, quiere toser pero mi agarre no se lo permite, su cara cada vez se torna más roja, está perdiendo la fuerza. Sus brazos ya no aletean como antes, tiene sus piernas congeladas.

El destello se su iris azulado desaparece, deja caer lo brazos al suelo y un hilo de baba le recorre de los labios sin color hasta la barbilla, su cabeza se ladea.

Suelto un jadeo de excitación.

El ángel de la muerte ha reclamado otra alma

Y yo fui su fiel servidora.

Adiós hermanita

Secretos de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora