Capítulo 29: Yo soy Puzzler (Parte 1)

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—Perdón. Perdónenme... —palabras como esas son repetidas varias veces por una quebrada voz salida del detective Ramírez, rodeado del sangriento par de cuerpos inertes de quienes eran sus compañeros y amigos.

Levanta la misma arma con la que les quitó la vida, apuntándola al techo para a continuación jalar el gatillo. Efectivamente, no hay más munición; Puzzler no mintió en el hecho de que solo había dejado dos cartuchos. Así que sin verle más uso, el hombre deja caer la escopeta al suelo, en lo que acto seguido suelta un fuerte grito de sufrimiento.

—¡Ya, lo hice! ¡Los maté como pediste! —exclama en llanto— ¡¿Me escuchaste, malparido?! ¡Lo hice, ahora déjame ir! —baja la cabeza, y de manera casi simultánea, cierra sus lagrimosos ojos.

A pesar de anunciar a gritos su acción, lo único que se oye en esa fría habitación además de sus sollozos, es un abundante silencio; pero este no parece durar demasiado, pues un breve sonido como el de un golpe se hace escuchar, lo que hace a Aaron levantar al instante la cabeza. Sus ojos no tardan en recorrer de izquierda a derecha el cuadriforme lugar en el que está, notando lo simple que es su construcción, con solo dos puertas en su haber: una alejada a su izquierda, sabiendo a la perfección que es con la que entró a la habitación, y la otra la acaba de identificar frente a él, a varios centímetros de donde yace boca abajo el cuerpo de su viejo amigo. Cabe agregar que ambas puertas se ve que están cerradas, lo que hace crecer dudas en el hombre ahí atrapado.

—¡¿Estás aquí?! —vuelve a recorrer la mirada a su alrededor— ¿Dónde estás?

Pero en medio de la inspección, ese peculiar sonido vuelve a hacer acto de presencia. Aaron no tardaría en darse cuenta de lo cercano que se oyó esta vez, por lo que de manera lenta, gira la cabeza al frente, clavando sus ojos en el cuerpo tumbado de James. El que hace unos segundos creyó un cadáver, ahora mismo está colocando las palmas de sus manos contra el piso y empujándolas para poco a poco levantarse, al mismo tiempo que un chorro de sangre cae del medio del pecho.

—¿Qué? ¿Qué carajo? —musita Aaron, incrédulo con lo que está presenciando—. Sigues vivo, ¿pero cómo? Te acabo de disparar —James se abre la camisa, mostrando una agujereada bolsa de sangre adherida al pecho; él se la quita para ahora revelar que detrás de la bolsa lleva puesto un chaleco antibalas—. No puedo creerlo... —hace una pausa, viéndolo fijo— ¿Eres su cómplice?

—No, solo hay un Puzzler —da pasos al frente— Y ese soy yo.

—Imposible. ¿Cómo tú vas a serlo? —niega la cabeza con total incredulidad— ¿Qué pasó con Broker y Alex? ¿Acaso solo fue... —James lo observa en silencio, inclinando de lado su cabeza—. Solo fue un teatro, ¿no es así?

—Un gran y completo teatro —le revela, chasqueando los dedos.

—No, no puede ser —gira su vista hacia el ensangrentado cuerpo sin vida de Harrison— ¡Mira lo que me hiciste hacerle, maldito! —espeta con tanto dolor, para luego volver a clavar sus ojos en quien creía su amigo y hermano— ¡¿Por qué?! —le exige respuesta.

—¿Por qué? —se mofa— ¿En serio después de todo lo que demostré vas a preguntar eso? ¿Acaso no aprendiste nada en todo este viaje? Corrupción, injusticia, engaños, ignorancia —de forma lenta, da pasos adelante— ¿Sabes lo que se siente servir a un sistema quebrado? Trabajas cada día en él, te esfuerzas por salvar de manera "legal" a gente de monstruos, ¿y para qué? ¿Para que luego esos mismos monstruos salgan libres como si nada por jueces o policías incompetentes? Luego ocurre lo que todos sabemos: gente llamando porque robaron sus vehículos; mujeres poniendo orden de alejamiento a los acosadores; gente denunciando estafas; padres desesperados denunciando la desaparición de su pequeña hija, para luego recibir en la morgue el cadáver despedazado y abusado sexualmente de la niña —recorre alrededor de su aprisionado acompañante— ¿Lo captas? Mientras que la gente honesta muere o sale perjudicada por injusticias, los mentirosos, delincuentes, y más gente de mierda se salen con la suya y viven como reyes. ¡Todo eso y nadie hace nada! —escupe indignado— ¿Te parece justo que un hombre vaya a la cárcel por proteger su hogar y familia matando a un ladrón? ¿Te parece justo que una mujer vaya a la cárcel por matar al hombre que violó y maltrato frente a ella a su hija de cuatro años? Para luego ver a gente como a un borracho atropellar a tres personas (dos abuelos con su nieta), y siendo castigado únicamente con unos  pocos días de servicio comunitario. ¡¿Te parece justo eso?! —se para enfrente de Aaron.

—¡No, no me parece justo! Y tú lo sabes muy bien, yo he sido por mucho tiempo tu compañero. ¡He sido testigo junto a ti de muchas injusticias!

—Shh —lo interrumpe, dando pasos en retroceso para otra vez caminar por su alrededor—. Luego vas a casa para descansar del estrés y pasar un rato con la familia, pero todo lo contrario. La familia se distancia, tu esposa ya no te da un cariño o un abrazo al llegar del trabajo, estando solo ahí para iniciar peleas por cualquier motivo, hasta que un día te enteras que te es infiel con un joven deportista adicto a esteroides. Después, tu hija entra en esa fastidiosa fase rebelde de salir a fiestas con amigos y enamorarse de chicos malos. Pero lo peor sería enterarte que uno de esos chicos malos es un ladrón de coches, uno al que entregaste junto a su socio al departamento de policía —con frustración, se pasa una mano por el cabello—. Entonces, ¿derecho penal juvenil? ¿Algún castigo? Nada. Los dejaron ir como así —suspira profundo—. Lo único que te quedaría sería tu mejor amigo, ¿verdad? —arquea una ceja—. No, tampoco eso. Tu mejor amigo pasa el chisme de la infidelidad de tu esposa en el trabajo. Se me hace algo hipócrita, ¡teniendo en cuenta que él también engaña a su esposa con una compañera del trabajo!

—¡Ya te dije que lo siento!

—Y te perdono, en serio. De hecho, si no fuera por todo esto, no habría abierto los ojos. Debía hacer algo al respecto, dar una lección de lo que es la verdadera justicia, así que tomé aquellos casos fallidos: Dennis, el violador; los Yonquis; la pareja Aguilar; Alex y Eddie; así como también a aquellas personas que se formaron a base de mentiras, como el teniente Gonzales; el capitán Bullock; el maestro Perkins; o mi propia esposa... —toma aire—. Esa sin duda fue la más difícil para mí —baja la mirada—. Pero era algo que se tenía que hacer.

—Creo que es algo tarde para arrepentirse, ¿no?

—¿Arrepentirme? Para nada —vuelve a levantar su mirada—. En el camino a tu objetivo siempre habrán decisiones difíciles de tomar.

—¿Y todo esto se supone que lo hiciste tú solo? —pregunta confundido.

—Así es. Sin nadie más que pudiera arruinar todo. Aunque evidentemente tuve que hacer varios cambios sobre la marcha, me alegra saber que todo se cumplió —responde James—. Sobre todo el hecho de haber llevado las sospechas a otros individuos.

—Broker y Alex —nombra Aaron.

—Exacto. Broker desde siempre ha demostrado odio contra los criminales, lo que fácilmente encajaría con la visión de Puzzler. Así que llevaría la mayoría de pistas hacia él: desde los mensajes tallados en los cadáveres, hasta su propio hogar. Pero ahí no acabaría todo, pues necesitaría alguna mano, algún cómplice. De ahí saldría Alex, alguien que pudiera estar cerca de mi hija y obtener información tanto de ella como de su preparatoria, lo que significaría que gracias a él, Broker sabría sobre el enfermo maestro Perkins, así como dos de sus alumnos (Eddie y Karla). Pero para los ojos del detective, Alex aún seguiría siendo un criminal, por lo que al final del día lo terminaría traicionando al volarle los sesos frente a Lisa —declara con frialdad.

—Lo tenías todo tan sumamente calculado. ¿Pero cómo? Tú... —deja un silencio—. Oh, ya lo recuerdo. Los malditos micrófonos. Los ocultabas en cada sitio al que ibas y con ellos sabías cada plan, conversación y detalle —deduce Aaron.

—Has respondido a la perfección tu propia pregunta.

—¿Y qué fue lo del celular de Alex?

—Bueno, cuando el chico fue a mi casa a recoger a Lisa para llevarla a la fiesta de Santa Mónica, en un descuido, dejó su celular sobre una mesa. Sin duda fue un gran golpe de suerte para mí, a pesar de que mis planes con él se ejecutarían de manera diferente; pero gracias a su descuido, se me facilitaron mucho más las cosas —se cruza de brazos— ¿Eso responde tu pregunta?

Aaron asiente de mala gana, pero aún así hay algo que aún no le cuadra.

—Oye, espera un minuto. Cuando yo entré a esta habitación habían dos enormes sabanas cubriendo lo que parecían ser dos cuerpos, pero después de caer en tu trampa, me atacaste disfrazado. Si tú nunca tuviste cómplices, ¿entonces, quién era el otro bajo la sabana aparte de Harrison? —cuestiona extrañado.

—Eres observador cuando te lo propones, tengo que admitirlo —esboza una sonrisa de lado— ¿Estás listo para esta sorpresa? —se da la vuelta y camina recto hacia una puerta—. Aunque teniendo en cuenta todo lo que dije antes, no creo ya vaya a ser sorpresa para ti —lleva su mano a la perilla y abre la puerta.

El Caso PuzzlerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora