Cerré la puerta y subí corriendo hacia mi habitación, al entrar me tiré directamente a la cama, cogí una almohada y la coloqué sobre mi rostro para amortiguar el chillido de emoción que solté.
Estaba tan emocionada y feliz, hoy por fin decidí decirle a Lou que le quiero.
Llevaba días hablando con Susan sobre este tema, ella siempre me alentaba a declararme, pero yo siempre me negaba, no quería que Louis me rechazara y perder nuestra amistad.
O cierto, les diré quién es Louis.
Louis es mi mejor amigo desde que tengo cuatro años, lo conocí en mi primer día en la guardería, fue el único que niño que decidió acercarse a mí. Ya que todos los demás se burlaban de mi cabello, que en aquel entonces eran tan rizado que parecía como tenía un nidito para aves en la cabeza.
Yo había comenzado a llorar, no me gustaba que se burlaran de mí, me sentía mal, había ocultado mi rostro entre mis piernas, pensando que así ellos me ignorarían, cosa que, funcionó.
Poco a poco mi llanto fue disminuyendo, pero seguí con mi rostro escondido, hasta que sentí que alguien se sentaba al lado mío, al levantar mi cabeza me encontré de lleno con unos pequeñitos ojos azules, pensé que iba a golpearme o algo así que me alejé.
Noté que el niño me sonreía, pero cuando me alejé de él su sonrisa se convirtió en un puchero y el niño comenzó a llorar.
Le pregunté el porqué de su llanto y entre lloriqueos me contestó que él sólo quería ser amigo del niño con "rizos bonitos" o sea yo.
Y desde ese entonces hemos sido mejores amigos, actualmente tenemos catorce.
Louis comenzó a atraerme desde los once, pero me di cuenta de que me gustaba a los doce, han pasado dos años y nunca me había atrevido a declararme, hasta ahora.
Era viernes así que Louis llegaría a mi casa para hacer nuestra pijamada de todas las semanas.
La única diferencia es que esta vez, mientras estuviéramos viendo una película yo colaría una pequeña cartita que le había hecho en clases en medio del tazón de palomitas, cuando Louis la leyera terminaría mi declaración pidiéndole que fuera mi novio.
Sí, tenía todo planeado, debo agradecer mucho a Susan.
Tocaron el timbre e inmediatamente supe que era Louis, ya que él tenía la manía de tocar el timbre y luego golpear la puerta dos veces, bajé corriendo las escaleras y casi me tropiezo, estaba emocionado ¿podrían culparme? Por supuesto que no, no podrían.
Abrí la puerta con una de mis más grandes sonrisas, se que los cansaré por repetirlo, pero es que, no se imaginan lo feliz que me pone que al fin pude reunir todo el valor para declarme.
— ¡Hola, Lou!
— ¡Hazz!
Saltó rápidamente hacia mis brazos, casi nos caemos de no ser porque pude sostenerlo con fuerza.
Escondí mi rostro en la curvatura de su cuello, sintiéndome en paz y tranquilo, recobrando fuerza.
Al separarnos él tenía una gran sonrisa en su rostro, le di un pequeño beso esquimal y él soltó una risita, mandaría a volar el plan, no importa.
Le diré aquí y justo ahora, solo que, cuando iba a hablar él habló primero.
— Hazz, no imaginas lo que pasó ahora, estoy tan feliz —dijo casi chillando de la emoción.
Okay, dejaría que me contará que lo traía tan feliz y luego se lo diría.
— ¿Qué pasó, Lou? —dije sonriendo con ternura, verlo feliz me ponía feliz.
— ¡Sam me pidió que fuera su novio y le dije que sí! —gritó y se lanzó a abrazarme de nuevo mientras pegaba pequeños saltitos.
Mi sonrisa rápidamente desapareció, sentí que todo se congeló y estoy seguro de que pude escuchar como mi corazón se rompió un poco, de no ser porque Louis aún se encontraba abrazándome y saltando extasiado de felicidad, tengan por seguro que me hubiera echado a llora.
Como pude coloqué una sonrisa en mi rostro, fue la primera vez que sonreír me dolió tanto.
Le felicité, dejé que me contara como fue que todo había pasado y luego subimos a mi habitación para ver una película.
El día pasó rápido, eran las siete de la noche cuando yo sentía que no podría más, Louis seguía hablando de lo lindo y perfecto que era Sam, de lo feliz que estaba de ser su novio y demás, no podía soportar más, había pasado todo el día con una sonrisa en la cara cuando lo único que quería hacer era echarme a llorar, así que lo interrumpí de la manera más suave posible.
— Lou, lo siento, no me siento bien, creo que la pizza del almuerzo no me cayó muy bien y lo único que quiero es dormir, lo lamento mucho.
— Oh, no hay problema Hazz, me iré a la habitación y trataré de llamar a Sam, tú puedes descansar.
Mi sonrisa flaqueo un poco y juro que debí tener mucho autocontrol para no echarme a llorar ahí mismo.
— Oh Hazz, en verdad que estás malo, tus ojos están rojísimos y muy húmedos ¿estás seguro de que no quieres que te cuide?
Negué suavemente y le sonreí, si hablaba estaba cien por ciento seguro de que mi voz se quebraría.
— Vale, descansa, te quiero mucho, cualquier cosa solo tienes que gritar.
Y así sin más salió.
Rápidamente le puse pestillo a la puerta, comencé a inhalar y exhalar por la boca casi de manera errática, apagué la luz y aún con mi respiración mal proporcionada caminé lentamente hacia mi cama, me sentía derrotado.
Caí de espaldas, cogí mi almohada y la coloqué sobre mi rostro solo que esta vez no quería tapar un chillido de felicidad, más bien era un sollozo de tristeza.
Comencé a llorar como casi nunca había llorado, sentía que el aire se me escaparía en cualquier momento, mi respiración era entrecortada y las lágrimas no cesaban.
Al momento de girar un poco mi rostro escuché el sonido que hace el papel al arrugarse.
Recordé la carta, retiré la almohada de mi rostro y cogí entre mis manos la dichosa carta.
Más lágrimas descendieron por mi rostro, con las manos temblorosas al igual que todo mi cuerpo por el llanto, la rompí en pedacitos, pedacitos que luego al verlos destrozados abracé contra mi pecho mientras trataba de acallar mis sollozos.
Los abracé fuertemente, porque esos pedacitos representaban todo el amor que siento por Louis.
Al final me quedé dormido mientras lloraba, abrazando fuertemente "pedacitos de papel"
ESTÁS LEYENDO
I'm done, Louis.
FanfictionTenía catorce la primera vez que quise expresarte mi amor, ese día llegaste feliz a casa porque Sam era tu novio. Tenía quince la segunda vez que quise hacerlo, llegaste llorando porque Zayn te gustaba y te había rechazado. A los dieciséis volví a i...