CAPÍTULO 1

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Dasthon

— dos hawaiana con extra de piña, acá está su orden— recibo las pizzas que me entrega la camarera.

— Gracias— entrego mi tarjeta de crédito mientras le doy otra calada a mí cigarrillo

Bien pude haber pedido el servicio a domicilio, pero necesitaba salir del apartamento. Ésta es la cuarta vez que le pido que se case conmigo y siempre todo termina en un puto desastre.

— Acá tiene, señor— tomo mi tarjeta y salgo del lugar rumbo a mi auto.

Me encanta estar con ella, me gusta tenerla cerca, dormir con ella a mí lado, amanecer con ella a mí lado y ya no me siento conforme con que sea sólo de a ratos.

Mientras estaba en la universidad tuve que controlar mis ganas de estamparle un puñetazo a todo aquél que la miraba. Amy es muy coqueta y sigue siendo aún más hermosa, en su clase más de un imbécil quería con ella, lo sé por la forma en que la miraban. Me frustraba no estar ahí para quitárselo de encima.

Hace poco se graduó y fue un respiro para mí, pero ahora a la señorita rebelde se le metió en la cabeza trabajar de voluntaria en el hospital psiquiátrico del seguro. 

Cosa que obviamente no voy a permitir.

Es mía, y yo no quiero que esté sóla por ahí sin mi protección, no quiero que ningún imbécil se le acerque a seducirla. 

Por eso quiero desposarla, necesito hacerla mí mujer y hacerla entender de una puta vez que es mía.

Sé que su negación es por qué teme al rechazo de Samara. Ella teme que más adelante le saquemos en cara lo que sucedió con Nicole. Eso no vá a suceder, Samara con 7 años entiende que lo hizo para protegerla.

Después de lo sucedido los doctores recomendaron llevarla con un psicólogo, ya que para una niña de 5 años es un trauma que su propia madre haya querido asesinarla. El psicólogo ha ayudado un poco, pero también ha revelado muchas cosas que me hierven la sangre de sólo pensarlo.

Nicole no sólo maltrataba a la niña si no que también permitía que Mark lo hiciera. 

Ojalá ése infeliz se éste pudriendo en el infierno.

Amanda se niega a asistir con el psicólogo, según ella en la universidad ya le asignaban uno y con ella estaba todo bien. Cosa que yo no le creo porque aún se despierta asustada por las noches en medio de pesadillas.

Me frustra no poder hacer nada para aplacar sus temores, no sé qué sucede con ella porque en las mañanas cuando le pregunto sólo dice que no recuerda, cómo si no confiara en mí.

Entro en el apartamento y lo primero que detallo son las prendas en suelo. Sigo el camino de cada una dejando las pizzas en suelo.

Mí polla comienza a cobrar vida, Amanda sabe muy bien cómo bajar mi enojo. 

Las prendas me guían hasta el estudio y cuando abro la puerta me gusta lo que veo.

— Te fuiste molesto, así que supongo que vas a castigarme— la encuentro tumbada sobre el escritorio.

Mis ojos recorren su cuerpo. Lleva puesta una de mis camisas, los botones desabrochados me muestran su delicioso escote. La camisa le queda un poco más arriba de sus muslos, y sé que no lleva nada debajo porque sus bragas estaban colgando en el manija de puerta.

— por eso yo misma me puse hacer las planas— ahí es dónde caigo en cuenta del lápiz que juega entre sus deliciosos labios rojos. Ella sabe cómo me pone cuando usa ése labial— ¿Que escribo ésta vez, profesor Dasthon? ¿Jodete, Dasthon? O… ¿Follame, Dasthon?.

DOMINÍO 2:  Sr y Sra DasthonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora