Prólogo

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Era una mañana como otra cualquiera, al menos para una pequeña de 7 años de edad.

Aunque ese día iba a jurar fidelidad a su rey que también era su tío, a las tres de la tarde llegó su padre en su busca para llevarla hasta el castillo.

Llegaron al palacio al día siguiente, su padre la hizo ir a descansar, le dijo que después de comer sería el momento perfecto para el juramento, ella estaba de acuerdo aunque esperaba no tener que hacer el juramento delante de toda esa gente, le daba miedo que se riesen de ella, su padre se dio cuenta y le quitó el miedo ya que lo mejor era hacerlo delante de la gente para que el rey se diera cuenta de que lo hacía desde el corazón.

Después de comer, el rey se fue a su trono ya que su cuñado le había explicado lo que quería hacer Esther.

- Damas y caballeros, he sido informado de que Esther Mackintoch quiere jurarme fidelidad, así que ruego silencio.- Dijo el Rey.

- Yo Esther Mackintoch, juro por mi sangre, mi alma y mi vida que protegeré a mi rey de todo mal, que aquel que quiera algún mal para él o su familia lo pague con su vida. 

- Yo Felipe acepto tu juramento y espero que se cumpla, os doy las gracias Esther por jurarme fidelidad, se que queríais hacerlo junto a vuestra hermana gemela que desgraciadamente falleció hace dos años, supongo que queríais honrar de esta manera a vuestra hermana.

- Así es mi rey.

- Bien, ya me habéis jurado fidelidad, ahora id a pasear por los jardines o idos a vuestra habitación.

- Gracias majestad, que Dios os proteja de todo mal.

Así salió de la sala del trono en dirección a los jardines, donde podría recordar a Sofía su hermana gemela a la que encontraba a faltar.

Habían pasado tres meses, se acercaba el cumpleaños número 8 de la niña, estaba en casa sola con su madre.

- Esther, hija, ¿que te parece si vamos a recoger fresas silvestres para que mañana te haga el pastel de cumpleaños?

- Como queráis madre.

Así salieron de la protección del castillo, lo que la pequeña no se imaginaba era la traición de su madre.

Se encontraron con un grupo de 10 hombres con espadas, y lo que más sorprendió a la niña fue que su madre la agarro muy fuerte y se la entregó a esos hombres que le daban mucho miedo.

- Escúchame bien, vas a traicionar a mi hermano para que tu hermano sea el rey.

- Madre no puedo hacer eso, vos sabéis que le juré fidelidad hace unos meses.

- Jajajaja.- se rieron los hombre- Vas a hablar, pequeña, no querrás sufrir las consecuencias de no decirnos todo lo que queremos saber.

- Seré una pequeña pero mi lealtad jamás será puesta en duda, no traicionaré a mi rey.

- Tu misma, ya verás como al final logramos de ti lo que queremos.

- Madre como puedes hacer esto, es tu hermano, cuñada y sobrinos a los que quieres que traicione, además tu hijo no quiere ser rey, esta contento con ser miembro de la guardia personal del príncipe heredero.

- En cuanto ellos mueran, tu hermano estará más que dispuesto a ser el rey.

- No vais a conseguir lo que queréis ya podéis matarme.

- El destino que te espera, es peor que la muerte como no hables.

- Pues ya podéis empezar, pero antes la muerte que traicionar a mi tío Felipe.

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