Capítulo 9

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                    "Psicología Forense"

Los labios de Erick están secos, necesitan agua, hidratarse.

¿Quién diría que el chico más fuerte físicamente de los hermanos este pasando por esto?

Su cabello cae sobre sus ojos, despeinado y mojado de sudor. Sus ojos rojos, por la frustración y sufrimiento experimentado por las mismas torturas.

Una chica aparentemente asiática entra a la habitación de tortura en la que se encuentra Erick, atado a una silla con cadenas sin decir ni una sola palabra. La chica entra con una bandeja llena de comida, pero Erick no prueba bocado alguno. La chica se sienta a sus pies, viéndolo de cabeza a pies.

—Señor, debe comer.

Erick no responde.

—Por lo menos hable conmigo, así sabre si está estable. La señora lo desea vivo.

—La señora debería matarme mientras puede, vieja estúpida.

—Señor, no diga esas cosas...

—Debería matarme, porque si salgo de aquí, su cabeza la pondré de adorno en mi pared de trofeos.

—¿Por qué tan molesto con la señora? —Respira la chica con dificultad al oír la amenaza de muerte hacia su señora.

—Se metió con mi familia. —La muchacha al oír eso traga con dificultad.

Todo se vuelve tenso y peligroso con dicho pelinegro de pelo largo despeinado. El chico tiene la cabeza cabizbaja y no dice nada, ni siquiera a visto la forma y color de sus ojos. Solo se mantiene ahí, sin decir nada.

—¿Desea hablar conmigo?

—No.

—Soy la única persona en este cuarto, podemos hablar.

—No.
—Que testarudo... —La chica saca un folder y empieza a leer unas hojas. —Según su artículo, usted fue soldado elite de la guerra, ¡Vaya! Estoy ante un soldado.

—Cierra la boca, china mal teñida.

—¡Hey! Solo por decirme así seguiré leyendo.

—Fuera de aquí.

—Entonces, fue a la guerra y se retiró porque...

—En esa guerra y en todas las guerras personas que no merecen morir mueren, pusieron en juego todo lo que tenía. A partir de ahí, la familia en mi vida fue lo primero.

—Vaya, entonces puedes hablar.

—No... Estas hablando con las paredes, maniática. —Dice Erick sarcásticamente.

—Muy chistoso. En todo caso, gracias por decir palabra por lo menos. ¿Cómo aguantas las torturas?
—Nos enseñan a callar cuando es debido, eso y más.

—Vaya, ¿Hay alguna tortura que no aguantas?

—Tu voz.

—¡Dios! Que irritante.

—Digo lo mismo.

Se oye un ruido fuera y la chica asiática sale, dejando solo a Erick. La chica asiática queda de pie frente a una mujer, la misma mujer de antes la cual le pregunta a la chica.

—¿Logró sacarle información?

—No realmente, solo dijo que su familia es lo más importante para él.

—Vaya, no es tan frío como aparenta. Pero, aun así, no me dices nada que no sepa. Le bajare 5 años a tu condena. Ahora largo.

—Señora Jill, ¿Desea ir por el plan B?

Hasta Caer En Tus Mentiras (Saga de Los Hermanos White)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora