Mi Estrella Navideña

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Baloo era un oso de tan sólo 2 años de edad; había nacido en la reserva nacional de Alaska pero por razones del destino termino en Cuba en un zoológico muy conocido y muy interactivo con sus visitantes. 

Habían pasado 4 meses desde que trasladaron a Baloo desde su hogar de nacimiento a su nuevo hogar; en Cuba. Al ser el único oso polar del zoológico, Baloo era una gran atracción; pequeños o grandes, todos los visitantes querían verlo y sacarse una foto con el.

La navidad se acercaba cada vez más y el zoológico lo sabía muy bien; por donde miraras se podían ver pequeños árboles de navidad, animales de cartón con temática de esa festividad. Todos sabían lo bella y emotiva que era esa celebridad, claro, todos menos Baloo; quien miraba confundido toda la extravagante decoración sin saber el porque. 

— Y este es Baloo, un oso polar macho de dos años —Explicó el guía junto a 1o personas quienes miraban maravillados al majestuoso animal. 

— Papi ¡es enorme! —Dijo maravillada una pequeña niña.

— Así es, es muy lindo ¿no te parece? —Respondió su padre con una sonrisa. 

— ¡Si! cuando sea mayor quiero ser un oso polar —Dijo haciendo reír al hombre. 

Baloo al escuchar esas adorables palabras se acercó al vidrio que separaba a las personas de su refugio, sentándose enfrente de la niña quien lo miró maravillada. 

— Trini, vamos; debemos ir donde los pingüinos ¿Los quieres ver? 

— ¡¡Si!!. Papi, cuando grande quiero ser un pingüino —Dijo la niña para que después desapareciera en una esquina del camino.

                                        (...)

Los días pasaron y prontamente Baloo se dio cuenta que algo muy extraño pasaba... 

— Jo Jo Jo 

Si, lo extraño era que todos los días un señor adulto con traje desaliñado caminaba por el zoológico gritando o "riendo" fuertemente haciendo que los niños como si fueran imanes se acercaran a el con risas y sonrisas que adornaban sus tiernos rostros. 

¿Quién es él? pensó el Baloo acercándose al vidrio para poder ver mejor al hombre barbudo.

— ¿Qué pasa osito? —Preguntó el hombre mirando al confundido oso.

— ¡Martin! —Dijo alegre el jefe del zoológico acercándose al hombre barbudo para después detenerse abruptamente al ver los rostros de pánico de los niños al escucharlo— Digo, ¡Santa Claus!

— Jo Jo Jo Diego, cuanto tiempo. 

— ¿Cómo has estado? 

— Como siempre —Dijo con un rastro de tristeza.

— Oh... Niños ¿Qué les parece si van a ver a los renos de Santa? les pueden dar zanahorias —Dijo Diego tratando de alejar a los niños del lugar para poder hablar con su amigo.

— ¡Si! —Dijeron al unísono los pequeños yéndose rápidamente del lugar. 

— ¿Qué piensas hacer en navidad? —Preguntó el jefe del lugar. 

— Lo de siempre, me gustaría estar un tiempo con este oso; a Dominique le encantaban —Dijo triste el ser barbudo sacándose el gorro que completaba su disfraz de Santa Claus. 

— Claro, puedes quedarte el tiempo que quieras. Hoy cerramos tarde así que puedes estar tranquilo —Y así es como Martin y Diego conversaron un buen rato hasta que Diego se fue para terminar el laborioso papeleo. 

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