– ¿Clara? –gritó una voz femenina por detrás de Clara.
Clara iba caminando por una vereda angosta con pisos color gris oscuro. Esta volteó y visualizó a Alina, una de sus compañeras, con ropa deportiva y algo sudada. Acababa de cruzarse de la vereda del frente. Llevaba su lacio cabello rubio recogido en una colita de caballo alta, algo despeinada, y llevaba una musculosa al cuerpo color lila con una calza deportiva color negro que le quedaba un poco después de la rodilla.
– ¡Alina! ¡Hola! –respondió Clara sonriendo.
– Estás usando tus lentes –dijo Alina algo confundida observando a Clara –, hacía tiempo que no te veía con ellos –finalizó sonriendo.
– Em… sí, es que me olvidé de ponerme los lentes de contacto, salía apurada de mi casa y eso –respondió casual.
– Claro –respondió Alina dejando ese tema de lado –¿A dónde ibas?
– A la casa de Augusto, el chico nuevo –aclaró.
– ¿El que quedó de curso? –Clara asintió –Con que…yendo a su casa –dijo Alina con sus cejas bailando.
– Vamos a hacer el trabajo de Geografía –aclaró Clara tranquila.
– Oh –dijo Alina como si estuviera disculpándose –, ¿Sigues derecho?
– Sí, dos cuadras.
– Te acompaño –dijo Alina y comenzaron a caminar.
– ¿Venías de correr? –cuestionó Clara.
Alina tenía un cuerpo bastante lindo, era pequeña y flaquita, pero tenía un poco de curvas,
– Sí, he estado corriendo para bajar de peso, si quieres puedes venir cuando quieras.
– Claro, me gustaría.
Hacía tiempo que Clara no hablaba así con Alina; no hablaron de cosas íntimas, pero se sintió cómoda hablando con ella. Se rieron un poco, hablaron de la escuela, chismorrearon y hablaron de ropa. De nuevo la veía como una amiga, alguien con quien podía hablar un rato, pedirle consejos o salir.
***
El sonido del timbre despertó a Augusto. Se había quedado dormido unos 15 minutos esperando a su compañera, en el sillón.
– Hola –exclamó Augusto con felicidad al abrir la puerta.
Al ver a Clara, la cara de Augusto se tornó rara. La chica que se encontraba delante de él llevaba puesta una pollera hasta arriba de las rodillas color rosa bebé, con una camisita blanca sin mangas y en sus pies unas zapatillas topper blancas. Su pelo estaba recogido en una trenza al costado y algunos mechones chocolates caían sobre su cara. Su cara, en su cara llevaba unos grandes anteojos de marco negro que ocultaban gran parte de su cara, dejando detrás de aquellos cristales sus ojos color avellanas.
– Hola –saludó Clara imitando el entusiasmo de Augusto.
Besaron sus mejillas y pasaron hasta llegar al living, donde estaban el libro de geografía de Augusto y su cartuchera.
– ¿Tengo algo? –preguntó Clara algo incómoda.
Augusto había estado mirándola fijamente desde que había llegado.
– ¿Qué? –preguntó Augusto desconcertado –No, nada ¿Por qué?
– Me estás mirando como si tuviera algo raro, no sé.

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El lado bueno
RomanceYa nada podía mejorar su mundo, creía que todo había caído, hasta que llegó él. Parecía el chico perfecto, el que arreglaría su mundo, pero lo terminó empeorando. Él creía que su vida con ella lo ayudaría a olvidar su pasado, que ese amor sería para...