Trevor
Llevo horas sentado en el alféizar de la ventana observando al sol alzarse por el horizonte. El cielo ha comenzado a teñirse de naranja y pequeñas nubes esponjosas cubren parte de esos colores. La luz del amanecer, cálida y prometedora, se refleja sobre la tranquila superficie del lago que hay no muy lejos de donde me alojo.
Me llevo la botella a los labios, la misma de la que llevo dando tragos toda la noche. Sé que debería sentir frío, la llegada del día ha traído consigo un viento helado y yo voy abrigado únicamente por una sudadera. Supongo que el alcohol ha ayudado a amortiguar el frío, eso, y el dolor físico.
Hace dos noches, cuando me encontré rodeado por la policía en aquel hospital, creí que había llegado mi fin. A pesar de mi ebriedad no puedo olvidar la forma en la que media docena de policías me apuntaban directamente con sus armas, y el miedo que sentí entonces.
Creía que, con el tiempo y el estilo de vida que te obliga a tener ser un RP, el miedo iba disminuyendo cada vez más hasta volverse diminuto y desaparecer. Realmente llegué a creer que era valiente ante la muerte, que no la temía, pero entonces supe lo equivocado que había estado todo el tiempo.
De todas formas todos mis años de entrenamiento pusieron a funcionar rápidamente mi cuerpo, y es que mi adrenalina se disparó y corrí hasta la puerta de la habitación de Steve para meterme. Escuché a los policías gritando y dándose instrucciones, pero no perdí mi tiempo y atranqué la puerta con el biombo que se utiliza para dar privacidad a los pacientes cuando se cambian de ropa. Steve profirió un gruñido de incredulidad al verme correr hacia la ventana, el biombo no resistió por mucho tiempo los fuertes golpes que los agentes daban a la puerta, y terminó por derrumbarse justo cuando yo ya había abierto la ventana de par en par.
-¡No disparéis! -escuché que gritaban a mis espaldas, probablemente para no arriesgarse a herir a Steve aún más.
Sentí el gélido viento de la noche en mi cara y sin pensarlo dos veces me dejé caer. Al principio no sentí nada, estaba flotando en un delicado espacio que me acariciaba mientras me iba precipitando. Me sentí ligero como una pluma, olvidé por completo todo lo que estaba ocurriendo y solo cerré los ojos para dejarme llevar por unos instantes. Entonces choqué contra el suelo. Ya había caído antes desde un tercer piso pero esa vez fue diferente, no estaba preparado y aún me sentía ebrio. Lo primero que sentí fue un fuerte dolor en la muñeca izquierda, luego mi codo se dobló en un ángulo extraño y pude sentir como el hueso se astillaba por la articulación. Me quedé sin respiración durante unos segundos y giré sobre mi estómago para quedarme mirando a un cielo estrellado que no hacía más que dar vueltas.
Sobre mi cabeza, y a duras penas, distinguí a varios policías asomándose por la ventana.
-¡Sigue con vida! -anunció uno de ellos y entonces supe que o me ponía en marcha o todo lo que había hecho por escapar habría resultado en vano.
Me apoyé sobre la palma derecha y me puse en pie a duras penas, no me había roto nada más pero mis rodillas temblaban y avanzaba demasiado despacio como para huir de la policía. Cuando llegué a mi coche los agentes ya avanzaban a toda prisa por el parking hacia mí. Conseguí entrar en el vehículo, el codo me enviaba punzadas de dolor y de vez en cuando la vista se me nublaba pero la adrenalina y mi afán por sobrevivir me dieron la descarga de energía necesaria para arrancar y desaparecer.
Escuché que me disparaban y acto seguido el coche hizo un ruido de metal roto y comenzó a oler a gasolina, habían disparado al depósito. No me impidió avanzar por la carretera y perderme lejos de ellos aunque sabía que no llegaría muy lejos.
Conduje hasta que el coche no pudo más y lo dejé abandonado a un lado de la carretera. Mi teléfono se había roto por la caída pero sabía a donde me dirigía, también sabía que a pie tardaría toda la noche pero de todas formas caminé entre pastos secos y desiertos hasta que el sol comenzó a alzarse y, recortada contra la luz del amanecer, apareció lo que buscaba.
Siempre había entrenado en el Chill con Gabe hasta que, por casualidad, un día quise explorar y terminé descubriendo una antigua granja abandonada alejada de todos los senderos del bosque. Jamás le conté a nadie su existencia, ni si quiera a Gabe, y me pasaba horas entrenando aquí, donde los disparos no alertaban a nadie. Estaba ubicada en un pequeño prado que había servido para el cultivo; hierba seca crecía por los alrededores y no había ningún árbol que la ocultara pero de todas formas estaba lo suficientemente alejada de la civilización como para que a alguien se le ocurriera pasear por allí.
Así había llegado, cansado y magullado. Subí hasta la segunda planta y me quedé tirado en la cama el día entero.
Y ahora aquí me encuentro, en la misma habitación, con la misma ropa cubierta de sangre y suciedad y el brazo descansando sobre un improvisado cabestrillo que he hecho con una camiseta.
Sé que tengo graves problemas, sé que no solo la policía anda tras de mí sino que también lo hacen los RP; sé que Gabe, Jessie y Alex deben de estar preguntándose dónde estoy.
Alex.
¿Cómo le explicarán mi desaparición? Conozco demasiado a Gabe como para saber que le confesará toda la verdad y Dios... Me odiará por ella. Tan solo espero que me perdone, así como yo le he perdonado la vida a su padre a cambio de la mía.
Cada segundo que he pasado aquí solo ha servido para confirmarme una cosa y es que estoy irremediable y perdidamente enamorado de Alex. Sé que mis actos del pasado han sido lo peor y para mi desgracia me han condenado el futuro, jamás lograré tener de nuevo su corazón, no volveré a conseguir que me ame y sin embargo...Sin embargo cada parte de mi ser me grita que no me rinda, que luche por ella, por volver a verla.
Durante estos días he estado enviando palomas mensajeras con la dirección en la que me encuentro. No sé si esas estúpidas aves habrán conseguido encontrar la casa de Gabe, y en tal caso, si éste habrá visto los mensajes.
Esperaré tres amaneceres más, rezaré porque alguien venga a rescatarme y sino tendré que ponerme en marcha.
Siento que esta vez va a ser diferente, que si las cosas no salen bien todo se acabará.
Empino una vez más la botella y pierdo la vista en el horizonte.
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Capítulo cortito pero me encanta!!
Tengo que admitir que a pesar de todo Trevor me da penita, solo espero que le encuentren antes de que todo se lie aún más...
Nos leemos pronto!!
XOXO
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♚Reyes y Peones♔ #RP2
Novela Juvenil«El amor es más peligroso que cualquier arma» Después de su secuestro y tras una horrible ruptura con su novio Trevor, Alexia se ve atrapada en un mundo de pesadillas, alcohol, drogas y armas. Ver como su vida se ha echado a perder por culpa de los...