Me acuerdo de la semana en la que nos fuimos de viaje a París. Teníamos dieciséis años. Matt ya no era aquel muchacho que yo conocí. Ahora hasta me sacaba una cabeza de alto. Habíamos crecido y nuestra amistad también lo había hecho.
Matt tenía familia allí y me invitó a pasar la semana de vacaciones de Semana Santa con él.
El primer día dimos una vuelta por el barrio Les Roses, que es una urbanización muy bonita y pintoresca. Por la noche cenamos en un pequeño restaurante y nos fuimos a casa.
El resto de la semana fuimos de compras y visitamos la ciudad.
El último día visitamos la Torre Eiffel. Estábamos subiendo cuando me dijo:
"Mery, ¿vamos a cenar luego juntos?"
El que me invistase a cenar no me extrañaba, ya habíamos cenado muchas veces juntos, pero nunca me había llamado Mery.
"¿Mery?"
"Perdón, se me ha escapado."
"¿Escapado?"
"Es que...Así llamaba a mi hermana antes de que...en fin, de que muriera."Recuerdo cómo le empezaron a brillar los ojos al pensar en aquel tema tan delicado. Resulta que su hermana se había muerto cuando él tenía 12 años debido a una especie de cáncer que los médicos no lograron reconocer. Sus padres entraron en una depresión, y para dejar atrás los recuerdos de su hija, se mudaron a España.
Otra cosa más de la que arrepentirme por haber la recordado.