OTRO OJO

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No sé qué nos pasó y cómo fue, que todo en diagonal, tomó vertical y desencadenó en tu corazón. De las mariposas en la panza a la explosión de sentir el sabor de tu boca, a los tratados internacionales sin mayor cuento que firmarlos a saliva.

¿Cómo llegué aquí? Todo comenzó con el pasado sentenciado. ABMERI murió pero el miedo volvió sin saberlo.

Me eche en un sillón cómodo y se lo narre como cuentito;

* Diciembre ya llegó, y la costumbre es pasearse en calzoncillos esquivando al perro nuevo de mi prima, que es lo único que me aleja de la desolación de un enero, de unos 20 años que van deprisa. Mientras al otro lado de la ciudad, el amor recibe la propuesta del príncipe azul que no tiene nada de azul, que nunca vio llegar.

Un poquito más de las 10, mientras el gato se pasea por los arbustos, todavía me quedan las ganas de mirar las estrellas. Claro que sí, habrá culos que ver y ganas de querer por un día, pero en la cotidianidad es más personal y estúpido cambiar mi vida por un deseo mundano.

Me hubiera avisado que el desamor desemboca en la calle, a las 11 de la noche con la chica del pelo lacio, del castaño, castaño claro, y las palabras dobles, las dobles palabras que nunca salen bien cuando se trata de la desesperanza de no saber que acontece en su mundo, para venir hasta mi puerta.

Y yo las busco, y las buscaré un buen rato, porque la nueva novia que no es novia tiene miedo, y el miedo a veces nos hace dudar de lo que sentimos, y nos lamentamos tanto. Me hubiera gustado ser otro el del proceso deliberado, pero como se le dice no a lo inesperado. Si alguien tuviera ese secreto, puta, sería millonario.

No tengo vino, no tomo, pero me embriago, a veces a versos o a cerveza de licorería que es lo más bajo que puedes comprar en un barrio de primera clase. Las señoras indignadas me han visto entrar con la princesa, a la pocilga de los desterrados, no por la fachada sino por el aspecto de soltería que no juega con los principios familiares de la comunidad.

Tiempos sin verla reír, tiempos sin verle los ojos hinchados y que no fueran por mí. Es la vida sentada en el sofá, la que no se que podría pretender, pero estamos allí porque a veces no nos gusta ser lo que todos esperan, pero siempre fui de las salidas rápidas, y ella de las bajadas de telón, con el saludo final y tu creyendo que, en primera fila, es tu última oportunidad.

Yo lo tengo claro, ella no tiene nada que hacer allí, aunque sea por los buenos tiempos. No tiene dueño, tiene su miedo inconsciente del que habla como si no hubiera mañana. Y la realidad es que, por muchas dudas, esa sería la única persona por la que iría buscar al minuto 90, la victoria o la derrota, aunque no lo pudiera creer. Sea como sea, por tanto, no se niega lo innegociable.

De la sinceridad a la estupidez, poco importa.. Y el miedo es una facultad, lo he dicho y lo tendremos cuando vayamos un poquito más allá. Así que lo mejor es aplazar las risas a otros momentos, callar el corazón y tomar el taxi de vuelta a casa. A buscar lo que la mirada dice y que los gestos hablan. Si esos fueran los diálogos de una película, serían las favoritas, aunque yo quisiera ser el tipo de su corazón, y no el que se quita del miedo por la felicidad dividida.

-Doc: ¿Enserio eso te soñaste?, quizás comiste pesado porque no sabría el sentimiento por lo que estás pasando. De todos modos puedes citar una sesión la próxima semana y hablamos de eso, mándame un saludo a tu novia y recuerda ser amable con sus padres. Se nota que te ama.

- El: Gracias doctora, ¿podría decirme donde fue su último baile?

-Doc: Fue cuando perdí mis miedos y solo confíe como cualquier enamorado, tiempo nuevo y el pasado es viejo. Ya pasaron dos horas y tengo que irme.

- El: Hasta luego doctora, saludos a su esposo jajajaja.

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⏰ Última actualización: Dec 04, 2020 ⏰

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