Nydia
Era hipnótico como las lucecillas iban corriendo todas hacia un mismo sitio, como un rebaño de ovejas que quieren salir todas a la vez por la puerta del cercado. Miré hacia el tubo que estaba pegado al brazo izquierdo de Rigel, para ver como se iba llenando con una especie de arenilla gris oscura, que flotaba en un líquido que se iba oscureciendo poco a poco. ¿Él tenía todo eso dentro? Pues parecía que sí. Y no solo eso, sino que el tubo del otro brazo parecía albergar una substancia como de color gris plomiza. Al verlo moverse, imaginé que era como mercurio, un metal líquido y brillante. Eso tenía pinta de pesar bastante, y lo llevaba dentro, en su ¿sangre?
Todavía no habían desaparecido todos los puntitos rojos y verdes de las venas de Rigel, cuando en el otro extremo de su cuerpo empezó a derramarse un caudal de puntitos azul intenso, que se distribuyó homogéneamente por todo su sistema.
—Bueno, Nydia, esto llevará su tiempo. ¿Qué te parece si tu y yo charlamos un ratito? — Creo que su concepto de charla no tenía el mismo significado que para mí, porque tenía la sensación de que a mi quería explorarme no precisamente con palabras.
—Creo que es el momento de decirte el motivo por el que estamos aquí. —No había sido invitado a esa charla, pero Silas decidió tomar el mando en ese instante.
—Te escucho. —Nomi recostó su trasero en una especie de taburete alto, seguramente estaba allí para las largas sesiones de terapia médica que daba a sus pacientes.
—Lo primero que he de pedirte es absoluta discreción. —Eso la hizo entrecerrar los ojos.
—Soy médico, lo que concierne a mis pacientes queda entre ellos y yo. —remarcó muy seria y puede que algo ofendida.
—Esto es mucho más importante que un simple resfriado o un hueso roto, Nomitea, esto puede cambiar el destino de todos los mundos. —No sé si estaría viendo más de lo que era, pero me pareció que esa última frase la interesó mucho.
—¿Cambiar cómo? —Silas lanzó una mirada al exterior de la habitación, donde las paredes transparentes no solo dejaban que la luz inundara todas las instalaciones, sino que cualquiera que estuviera fuera podía ver lo que había dentro.
—Necesitamos más privacidad para eso. —Nomi dejó escapar un pequeño bufido, como si no pudiese luchar contra Silas, pero cedió, al menos eso creo, porque pulsó un botón en alguna parte que convirtió las paredes transparentes en algo translúcido, casi opaco.
—¿Y ellos? —Señaló Nomi con la cabeza hacia los otros dos hombres que estaban en la habitación.
—Ellos no dirán nada, y seguro que ya te haces una idea de por qué. — Creo que estaban hablando de que ellos eran los encargados de protegerme, mi escolta. Al menos Rigel lo era, y si Rise había venido en nuestra ayuda, suponía que era un refuerzo. Nomi no preguntó, así que supuse que había acertado. Si ella estaba metiendo esas cosas en el cuerpo de Rigel, seguro que sabía cómo las iba a utilizar. Ya se sabe, no hay que mentirle al médico.
Silas
No necesitaba mostrarle de nuevo el anagrama dorado impreso en la piel de Nydia, no solo se habría fijado en que era una noble reconocida, sino que la marca la identificaba claramente como una heredera a la corona azul. Tanto tiempo entre el pueblo rojo la hacía una experta en sus problemas, en las políticas que los habían llevado al límite, y en lo que podía significar tener una aliada en el Consejo de los Altos. Y eso que no sabía todo lo que había detrás de toda esta trama, ni de quienes estaban implicados.
Si Du Cort conseguía ser elegido como sucesor a la corona violeta por sus posibilidades de alcanzar la corona blanca, teníamos dos coronas haciendo fuerzas en el Consejo. Y si alcanzaba la corona blanca... las posibilidades para los rojos se disparaban. El rey blanco podía tomar decisiones sin la aprobación del resto, el rey blanco podía derogar las leyes que los oprimían, acabar con tantas injusticias... Wick así lo había entendido, y seguro que el lobo pronto lo haría, no solo por lo que escucharía aquí, sino por lo que el gato le explicaría más adelante.
—Tenemos que ir a Maät para su bendición, pero hay que protegerla del planeta. —Nomi frunció la frente, esperando una aclaración de ello.
Había muchas razones por lo que a una persona había que protegerla un planeta, y no me estoy refiriendo a los seres humanos que vivían en él, ese era otro problema con el que lidiarían los mercenarios que Wick llevaría con nosotros. El mayor peligro para un ser vivo ajeno al ecosistema de un planeta era todo aquello que estaba vivo en él, y no se podía ver o esquivar. Lo primero era lo más preocupante.
Con el paso del tiempo, habíamos comprobado que todos los bendecidos podían entrar en cualquier planeta colonizado por los árboles de luz y sentirse como en su propia casa. Su semilla estaba preparada para luchar contra todo lo que podría atacarlo. Pero un no bendecido era un terreno virgen, un pequeño ataque podía ser mortal. No sería la primera vez que el virus de un resfriado común, traído por un explorador, podía acabar con una población entera. Salvo los bendecidos, nadie estaría a salvo.
—¿Quieres que refuerce su sistema inmunitario? —Nomi me había entendido, y no solo eso, había descubierto que Nydia no pertenecía a la raza originaria de Maät. Había llegado el momento de desvelar el gran secreto. Me acerqué a ella y retiré el basto pañuelo con el que Wick sabiamente había protegido su identidad. Nydia hablaba el mismo dialecto que el gato, pero en cuanto se vieran sus orejas, estaba claro que no era una roja. Sus ojos podían pasar por los de un lobo, pero solo eso. Ni orejas puntiagudas, ni pequeños incisivos sobresaliendo sobre el resto. Algunos humanos podrían haberse ajustado más a esas especificaciones, pues sus incisivos estaban más alargados, incluso tenían los ojos claros como muchos lobos. Pero ella no.
—Como habrás adivinado, Nydia no es una azul primaria. —Decir aquello era lo mismo que decir que era una mestiza, algo normal entre las razas, eso no tendría que haberle extrañado. Pero ella, como buen médico, enseguida buscó todas las señales sobre su origen, su procedencia, el color que marcaría su ascendencia primaria, pero ninguno de los que conocía estarían allí.
—¿Qué... qué es? —Se acercó con miedo, como si estuviese viendo un milagro genético, o un ser mítico. Levanté mi muñeca para abrir el compartimento secreto de mi pulsera fimari y extraer el cilindro que respondería a su pregunta. Con cuidado dejé que se desenrollase en mi mano, revelando su forma original.
—En este disco está todo lo que necesitas saber. —Con la mirada le transmití el "y mucho más" que estaba allí. Sus dedos cogieron el disco para llevarlo a una terminal de lectura para procesar su contenido, el cual empezó a aparecer ante sus hambrientos ojos.
—¡Por el gran árbol! Esto... Esto es. —Su cabeza giró de nuevo hacia mí, para después dejar que sus ojos bajaran hasta mi mano. —Ahora te recuerdo. Eres Monk Aol. —Aquello me sorprendió, porque no le había dado ninguna pista más con la que dar con mi identidad. En aquel disco no había rastro de mí por ninguna parte.
—¿Cómo has recordado mi nombre? —Tenía mucha curiosidad por saberlo.
—No muchos graduados de primer año han pasado por el templo Kupai. —Ella se había fijado.
En la gran ceremonia de entrega de destinos, los graduados más destacados de la promoción anterior regresan para entregar a los nuevos su diploma. Yo había estado allí entregando ese diploma a más de 500 graduados, directamente en su mano. ¿Qué cómo la recuerdo precisamente a ella? Pues porque había sido una de las vocales de su promoción, y como tal, subió al estrado junto a 20 personas más para animar a sus compañeros con unas palabras. El futuro que les esperaba era amplio y lleno de trabajo, pero les convertiría en profesionales de sus respectivos campos.
Me llamó la atención del discurso de Nomi, porque pese a ser su campo la medicina, su energía, sus palabras, estaban cargadas de ese entusiasmo de quién está decidido a cambiarlo todo. Quería mejorar la vida en todos los mundos conocidos, y para eso animaba a sus compañeros a convertirse en personas lo suficientemente inteligentes como para poder corregir los fallos de todo aquello que estuviese mal, dentro o fuera de nuestro planeta. Más bien fuera, porque ahí había mucho que arreglar.
Supongo que después de tantas décadas luchando por ello, se había dado cuenta de que hacía falta realizar un cambio demasiado grande, un cambio que ella sola no podía llevar a cabo. Nomi se había convertido en una luchadora de las injusticias, una rebelde que defiende a aquellos que no pueden hacerlo por sí mismos. En definitiva, alguien que nos ayudaría a llevar a cabo nuestra misión, porque la persona que le había traído sí podría llegar a hacer esos cambios, o al menos estaría en una buena posición para promoverlos. El gran templo Kupai no se construyó en un día, y esta misión removería mucho más que cimientos sólidos, cambiaría el camino de toda nuestra especie humana. Pero eso ya lo revelaré más adelante.
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Rigel - Estrella Errante 1
Fiksi IlmiahHay personas que sueñan con alzar la mano y tocar el cielo, yo no era una de ellas. Pero aquí estoy ahora, en medio de las estrellas. Siempre escuché eso de NO ESTAMOS SOLOS, pero nunca pensé que me encontraría con la prueba de que era verdad, aunqu...