Capitulo 26: Reencuentro.

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Yacob se acabó de colocar bien la chaqueta de diseño, acariciando con la punta de sus dedos las solapas como si así vanagloriara aún más la prenda, no sin antes echar un vistazo a ese súcubo de cabellos oscuros que se estaba atando esas botas militares con tranquilidad. No podía evitar que sus cejas se enarcaran cuando veía claramente lo dispares que eran entre ellos: Yacob siempre formal, con esos aires de grandeza y clase. Aiden luciendo siempre prendas rudas, de aspecto gastado y con ese aire desaliñado.

Y ese chiquillo era su jodido amante. Su jodida perdición.

"Espero no tener que echarte de la conversación Aiden." Yacob cargando una de sus armas y colocándola en su baja espalda, escuchó como el menor chasqueaba la lengua molesto. Hacia apenas unas horas que había amedrentado a ese crío a base de sexo duro y placer, pero su relación no podía ser otra cosa que disfuncional. "Aiden."

"Si, si... me ha quedado claro, jefe." Aiden haciendo un gesto militar sobre actuado, se reincorporó mientras que con sus dedos peinaba esos bucles desordenados. Agradeciendo que su cuerpo hubiese descansado vagamente y sobretodo, concienciándose que cuando fueran con Lev, debía mantenerse al margen. Con Sergey era una obviedad que no tendría oportunidad en abrir su maleducada boca. "Hablas tu, yo estoy callado."

"Bien... con Dimitri fuera de juego por unas horas, necesito un perro guardián, aunque vayas a ser más bien... un pomerania." Yacob adrede, cacheó esas nalgas que le habían aprisionado momentos antes, dispuesto a irse pero encontrando la respuesta deseada: Aiden agarrándole con un cabreo excitante y casi arrancándole los labios de un mordisco. "¿Vas a ladrar?"

"Voy a arrancarte los huevos si vuelves a llamarme pomerania." Aiden sonriendo contra los labios más delgados, se separó de ellos para dejar que esa mole de músculo se adelantara a la sala donde tenían a Lev completamente cautivo. Dejando escapar su respiración con lentitud mientras seguía los pasos más pesados del rubio e intentando sobretodo, que su nerviosismo no se captara. No le gustaba Lev, no le gustaba lo que escondía y tenía claro que había algo más a parte de esa rivalidad. Y si fuera por él, se la hubiese sacado a golpes en la entrepierna. "Yacob."

"No me sobrepasaré, necesito respuestas antes de llevarle con mi hermano." Yacob ladeando ligeramente la cabeza, bajó las escaleras que llevaban a esa sala donde Lev estaba en cautiverio. Agradeciendo con un ligero cabeceo a los guardias que estaban apostillados en la entrada y viendo en su interior, a un Lev ensombrecido. Dándole un último vistazo a Aiden, que a una distancia prudencial le seguía sin inmiscuirse demasiado. No le gustaba ponerle correa de nuevo a ese crío pero en esa situación prefería tenerle controlado. "Vengo a hablar, así que si tu respuesta va a ser pelea, me largo."

"Precisamente estoy aquí encerrado por pensar que sería real el poder hablar, ese maldito punk rubio me engañó como a un gilipollas." Lev levantándose de la cama improvisada que le habían puesto en esas cuatro paredes, miró fijamente al rubio que apoyándose en una de las paredes seguía en silencio. "¿Sergey?"

"En unas horas te reencontrarás con él, eso no es ninguna mentira." Yacob buscando en sus bolsillos la cajetilla de tabaco, se encendió uno de esos ansiados cigarrillos para después lanzarle el envase al de cabellos castaños. Si quería que Lev cooperase, lo necesitaba apaciguado. "Voy a hacer unas preguntas... si lo que contestas, me parece absurdo, atraso el encuentro y con ello, que Sergey se repiense el volver a tenerte con él."

"No juegas limpio... Yacob." Lev socarrón, se llevó a los labios la ofrenda de paz que le había tendido Yacob. Sabiendo también que no iba de farol, que podía retrasar el encuentro y con ello, aumentar el aborrecimiento de Sergey. Si algo describía al mayor de los Sokolov, era la facilidad para abandonarle cuando le venía en gana y ahora que había llamado de nuevo su atención, no quería dejarle escapar. "¿Qué quieres saber?"

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