Tus palabras perdidas me susurran lentamente, tus caricias en el viento me evocan tu rostro sonriente. Tus pupilas verdes son dos puertas hacia un paraíso cristalino, quisiera parar el tiempo para estar eternamente contigo.
Junto a ti, todo es relativo.
Voy cayendo poco a poco hacia un vacío repleto de tinieblas, pero un hermoso atisbo de luz surge en medio de la oscuridad eterna.
Oh, pequeña, princesa de un brillante castillo de cristal y arena, volemos juntos hacia nuestro reino de corazones y estrellas.
Sumérgete conmigo en el océano más profundo, cogidos de la mano recorreremos los lugares más sobrenaturales y mágicos de nuestro mundo.
¿Soñar con la existencia de duendes, magos y hadas? A tu lado, nada sería imposible, mi bella doncella encantada.
Nunca dejes de ser feliz, criatura. En mi vida, una sola sonrisa tuya es capaz de teñir de luz y de esperanza todo un mundo compuesto de sombras. Para mi corazón, una única sonrisa emanada de tus labios es el mayor de los tesoros.
Pequeña criatura de mis sueños, desde que la fresca brisa del alba trajo hasta mí el nítido reflejo de tu rostro, radiante de alegría, dedicándome esa cálida sonrisa de felicidad, guías siempre mi camino como si fueras una estrella en el firmamento. Aunque realmente, es lo que eres para este pobre corazón, la más hermosa de las estrellas de la noche.
En realidad, eres aquella estrella que nunca seré capaz de alcanzar por mucho que eleve el brazo, mas sí aquella estrella que se acerca lo suficientemente a mí para que pueda acariciarla con suavidad, aunque esté fuera de mi alcance para tenerla del todo conmigo. Pero soy el chico más feliz del mundo tan sólo con poder acariciarte y ser tu mejor amigo. Las hermosas estrellas fugaces, como tú, deben ser completamente libres para elegir por sí mismas con quién compartir su corazón, al igual que todo lo existente en el universo.
¡Te querré siempre, mi doncella, mi luz, mi estrella, mi todo!
