CAPÍTULO QUINCE

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¡Holaaa! Si no han leído en mi perfil la razón por la que tardé mucho más en actualizar, se los resumo aquí mismo: PARCIALES. Hace unos días finalmente me desocupé y entré en vacaciones, así que ya estoy libre para escribir tanto como quiera. ¡Disfruten y recuerden votar!


Emerson Willows tomó una bocanada de oxígeno, porque no creía posible que pudiera explicar todo ello sin sentirse extremadamente nerviosa

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Emerson Willows tomó una bocanada de oxígeno, porque no creía posible que pudiera explicar todo ello sin sentirse extremadamente nerviosa. Siquiera había dicho una palabra y ya comenzaba a sentir los síntomas de su nerviosismo. Sus manos temblaban y su espalda sudaba debajo de ese traje gris. Le otorgó una profunda mirada a Finnick Odair, sin estar completamente segura de confesar todas esas palabras en voz alta. Jamás había hecho las cosas estando el cien por ciento segura, porque a través de toda su vida, podía pensar en cada pequeña decisión que le había hecho sentirse inestable. En una realidad donde todo tenía repercusiones, estar segura de una decisión era algo que apenas podía imaginarse, porque siempre tenía en mente todas aquellas cosas que podían llegar a salir mal. Recordó haberse ofrecido a ir por segunda vez a los Juegos del hambre, teniendo muchísimo más miedo del que se animaba a declarar y luego, mucho tiempo antes, había estado tan asustada de lo que sucedía a su alrededor, que prefirió quedarse en su casa, tal como una sedentaria. No había estado segura en ese entonces y pensaba que nunca lo estaría. Admiraba la valentía de los demás, pero la cobardía siempre aparecía a último momento.

Sin embargo, Finnick había estado metido en la misma oscuridad que el resto de los tributos. Recordaba en cada momento su propia reputación, sabiendo de antemano que nadie más podría entenderla como él. El muchacho del cuatro había vendido su cuerpo a las mujerzuelas del Capitolio, año tras año y noche tras noche. Emerson apenas lo conocía por un par de semanas, pero sabiendo ese historial, sabía que ninguno de ellos tenía una reputación tan limpia, como para estar juzgando al otro. Ambos habían hecho cosas que no eran deseadas, porque de alguna forma u otra, se vieron empujados a ello mismo. Pensando en eso, realmente esperó que él no hiciera lo que suponía que harían el resto. Nunca había declarado eso en voz alta, porque aún tenía miedo de hablar. Lo había guardado por tantos años, que se sentía como si fuera un tabú decirlo.

—Mi abuela murió de cáncer, esa parte es cierta, pero hay algo que nadie lo sabe. El Presidente Snow cobró la deuda con ella, siendo la única manera de desquitarse conmigo.— explicó, mientras apartaba su mirada de esos ojos azules.— Sólo te lo contaré si prometes no guardarlo para ti mismo y si prometes no usarlo en mi contra.

Lo miró expectante, buscando la seguridad en sus ojos azules.

—Nunca haría nada como eso, Emerson.

—Promételo.— insistió, suponiendo de antemano que Finnick debía ser un hombre de promesas. Nada le aseguraba que sus palabras fueran ciertas, pero un golpeteo en su cabeza le decía que él no haría algo malo con esa información.

—Juro que no te juzgaré y nunca lo repetiré en voz alta. Lo prometo por la memoria de Mags.

Soltó una exhalación, sabiendo que una promesa como esa era delicada y no creía que él usaría jamás el nombre de esa mujer en vano. Tal vez era muy inocente, pero decidió creer en ello, intentó creer en que al menos, él no intentaría usar todo eso en su contra. Que aún había personas honestas en el mundo, aunque todos parecieran ser lo opuesto. No sabía qué era lo que la invitaba a querer hablar con él, pero no quiso luchar contra esa corriente. Por primera vez en su vida, quiso abrirse. Quiso poder contar todo lo que estaba guardando por tantos años.

Panic ⋆ Finnick OdairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora