14 Besándonos

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Pocos días después Kian terminó a Lau. Mery y yo la consolamos durante días (por no decir semanas). Yo me sentía culpable por su sufrimiento, en parte era culpa mía que Kian haya decidido romper con ella, por esa misma razón no me atrevía a verla a la cara.

En el instituto encontraba cualquier excusa para ir y encontrarme con Kian en algún salón, en las gradas o lejos de cualquiera que pudiera sospechar algo.

Las chicas pensaban que yo salía en secreto con alguien, lo cual era verdad, pero si descubrían quién era ese chico mi mundo se iría por el bordo, perdería a mis amigas y a Jack, que en estos días se había comportado como un verdadero amigo.

Y así seguimos durante semanas, viéndonos a escondidas como si él querernos fuera el peor de los delitos. Los dos íbamos a su apartamento a ver películas, algunas veces él me daba clases de guitarra, comíamos palomitas, bromeábamos y nos decíamos cursilerías.

Un día de esos, en su habitación de la residencia, estábamos los dos recostados en su cama, viendo una película de acción, aunque, honestamente yo le estaba prestando más atención a Kian que a la estúpida trama en la que se habían envuelto los protagonistas.

—Me encanta...tu forma de mirar, no la tiene cualquiera—me dice él con voz ronca rozando su boca con la mía fugazmente, electrizándome la piel.

—Me encanta... tu sonrisa en los peores momentos —ahora yo lo beso a él y le muerdo el labio para provocarlo.

—Me encanta... ese gesto que haces con los lentes cuando estás nerviosa o preocupada —confiesa sonriente, me quita los lentes y se los pone él.

—A mí me gusta tu forma de ser —al decir la última palabra estampo mis labios contra los suyos, esta vez es un beso con mayor intensidad, profundo y apasionado. Él desordena mi cabello para molestarme, yo le quito mis anteojos, los dejo sobre los cojines, enredo mis manos entre sus mechones obscuros y sigo besándolo, disfrutando de las intensas sensaciones que me provoca el sentirlo contra mí, acariciándome, enamorándome con cada beso.

Él besa mi frente y mi mejilla, y comienza a dejar besos cálidos en mi cuello, sonríe sobre mi piel ardiente y continúa mordisqueando y besando mi cuello, mi clavícula y el lóbulo de mi oreja hasta que por obra de Voldemort o de algún villano perverso tocan la puerta del departamento.

Él está dispuesto a ignorar a quien sea que se encuentra afuera y continúa con su ataque en mi cuello presionándome más contra la cama y subiéndose encima de mí, pero vuelven a tocar repetidas veces y de mala gana nos separamos.

La persona que se encuentra afuera grita en voz alta.

—¿Hola? Kian, soy yo, ¿podemos hablar?

Es Lau, reconocería su voz entre millones.

🖤Locura Helada De Amor🖤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora