-Ahora vamos a ponerte este casco, ¿de acuerdo?- la voz de un señor mayor se dirige a mí.
-No, no quiero más ese casco, me hace daño.- mi voz tiembla, estoy asustada.
-Esta vez no te hará daño. Este casco te mostrará unas imágenes.- La voz del señor es dulce.- Venga, esta vez no hará daño, confía en mí.- Dicho esto pone su mano en mi rodilla y yo me estremezco.
Le aparto la mano de un manotazo y mi cuerpo empieza a temblar. El señor me mira enfadado, pero algo hace que cambie su cara a una asustada.
-Pequeña, no te haré daño.- me tiende el casco y yo lo agarro.
Mis pequeñas manos agarran el casco blanco con desconfianza. Este está lleno de cables y parece hecho a mi medida. Cuando voy a ponérmelo miro al señor. Este me asiente con una mirada dulce y yo le hago caso.
-Muy bien, ahora vamos a darte este caramelo para qué puedas dormir ¿vale?- su mano se abre y en ella se encuentra un caramelo de color azul.
Luego de unos minutos, el sueño viene a mí. Todo se vuelve oscuro y de repente me despierto.
El corazón me bombea con fuerza, siento que me va a salir. Me cuesta respirar y no veo con claridad. Cuando puedo ver mejor, distingo una silueta recostada a mí lado. Su mano sujeta la mía y yo me asusto. Me incorporo en la cama y me doy cuenta de que estoy en una habitación.
La habitación es pequeña, pero acogedora. Sus paredes, desnudas, están pintadas de amarillo claro. Solo hay una mesita a mi lado y una ventana con un balcón. A mí lado está Elián, sentado en una silla.
-Elián, despierta- digo mientras agito su hombro.
Su mano agarra mi mano con fuerza y levanta la cabeza. Al verme, disminuye la fuerza en mi muñeca y su respiración se tranquiliza. Luego libera mi muñeca.
-Hola bonita, ya has despertado. ¿Cómo te encuentras?- se frota los ojos y me mira con preocupación.
-¿Despertado? ¿Qué hago aquí?
- ¿No recuerdas nada? Te desmayaste luego de que salieras corriendo de mi casa.- su voz tiene un tono de preocupación, pero lo disimula un poco.
-No, solo recuerdo que ví la foto, recordé algo y me fuí. También, recuerdo un dolor muy fuerte en mi cabeza, pero luego ya no sé más. -su mano busca la mía y me da un leve apretón. Yo aparto la mía rápidamente.
-Tranquila, soy yo. Llevas dos días dormida, pensaba que nunca despertarías. -sus ojos me miran con desesperación.
-Dos días dormida...-susurro- Oh no, el trabajo, van a despedirme.- me paso las manos por el rostro en un gesto de desesperación.
-Shh, no te preocupes por eso ahora. ¿Quieres comer un poco?- pregunta levantándose.
-No, gracias- pero el rugido de mi estómago me delata.
-Te traeré algo, voy a ver si Elizabeth ha preparado algo.- dicho esto sale de la habitación.
No pasan ni cinco minutos cuando Elián está de vuelta con una bandeja. En ella hay un zumo de naranja y unos sándwiches. Me recuesto en la cama y me pongo cómoda para comer.
-¿No vas a comer?- le pregunto agarrando un sándwich.
-No, eso es para tí.- su voz aún está ronca puesto que acaba de levantarse.
-Puedes agarrar, yo con uno tengo suficiente.- le digo sonriendo. No sé porque pero siento como si no fuera la primera vez que desayunamos juntos, se me hace tan familiar.
-Bueno vale, me comeré el otro sándwich para que Elizabeth no se enfade.- me devuelve la sonrisa y se acomoda enfrente mío.
-Elián- levanto la vista y lo veo devorando el sándwich, no puedo evitar reírme.
-¿De qué te ríes?
-De tí, para no tener hambre estás comiendo como si no hubiera un mañana.- digo riéndome de nuevo.
-Bueno, lo siento por no ser un caracol como tú al comer.- dice riéndose ahora de mí.
-Oye, yo no soy un caracol comiendo, solo disfruto de la comida.- digo sacándole la lengua.
-Claro claro, por eso solo le has dado dos mordisquitos.- dice señalando el sándwich.
-Oye, yo daré los mordisquitos que yo quiera. Y si quiero dar grandes mordiscos también lo haré.- me cruzo de brazos intentando parecer enfada, pero la risa vuelve a mí.
Elián también se está riendo y dios, amo su risa. Cuando ya nos hemos calmado un poco decido preguntarle acerca de la foto.
- Oye Elián, ¿por qué estoy con vosotros en la foto?- pregunto mirándole a los ojos.
- Bonita, aún es demasiado pronto para saberlo. Tienes que recordarlo tú, no puedo decirte nada.-dice con sinceridad.
- Pero yo no recuerdo nada, hasta hace poco no sabía que tu existías. ¿Puedes decirme que es lo que necesitas de mí?- esa pregunta ha estado invadiendo mi cabeza desde que me lo preguntó.
- Verás, es un poco complicado de explicar. No sabemos cómo es, solo sabemos que está la información que necesitamos ahí dentro.- se rasca la parte de detrás de la cabeza mientras hace una mueca.
- Vale, a ver que entienda. Te cuelas en mi casa, me dejas una nota cifrada, luego me dices que tengo algo tuyo y que me ayudarás. Después, me presentas a los hermanos B- una cara de nostalgia aparece en su cara- y me enseñáis una foto dónde supuestamente salgo yo. Finalmente, me dices que no puedes decirme nada porque debo recordar yo y que lo que tengo tuyo no sabes que es. Vale,¿todo muy normal no?- digo juntando las manos por delante de mis pechos.
- Así es bonita, sonará muy extraño todo, pero poco a poco entenderás. Confía en mí, Indi- en sus ojos no se ve el brillo de aquel hombre, este es distinto, especial.
-Vale, ¿y por dónde empezamos?- levanto mi ceja y le doy un mordisco al sándwich.
-Primero termina de comer, luego te duchas y cambias y ya hablamos.- dice levantándose- La ropa está en esa silla y el baño es la puerta de enfrente.- nada más decir esto, me da una última mirada y se va sin darme opción de responder.
Perfecto, lo que el señorito Elián quiera. Me levanto y inspecciono la ropa que hay. Sobre la silla está una camisa negra de manga corta con unos pantalones negros y una chaqueta negra. Al lado también hay ropa interior, supongo que esto será de Briseida. Agarro la ropa y voy directa al baño.
______
Hola:)Bueno, ¿este capítulo que os ha parecido?
¿Quién era ese hombre que le dió el casco a Indivar? ¿Que le ha hecho?
Más adelante lo sabréis 😉
-Kiara