CAPÍTULO 31

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EZRA

DOS SEMANAS ATRÁS.

Odio verla tan rota y no poder ayudarla porque me siento exactamente igual, y por si no fuera poco el imbécil de Darío está con ella en este mismo instante en la habitación.

—Deja de estar como león enjaulado y ve a ver que sucede —Isaí me extiende la charola con la cena de Sarahi— sirve que le llevas su comida.

Le hago caso a mi primo y me dirijo a la habitación de Sarahí con el estúpido pretexto de que le llevo la cena.

Al llegar a la puerta escucho la voz de ese maldito imbécil.

—Vuelve conmigo, yo cuidare de ti.

No sé si este bien espiar o no pero no puedo más con la curiosidad y entreabro la puerta, ojalá no le hubiera hecho caso a Isaí, Darío y mi princesa están besándose, no soy ningún masoquista así que me alejo de ahí, llego a la cocina donde ya no está mi primo pero está Víctor que me observa preocupado.

—¿Estás bien?

Dejo la bandeja en la barra y asiento con la cabeza, pero la verdad es que no estoy bien, siempre sentí que entre Sarahí y yo había un sin fin de muros, ahora me doy cuenta que solo existía uno y era Darío, ¿cómo fuí tan idiota para no darme cuenta que ella aún lo ama?

Media hora después de que se marcha Darío de la casa decido llevarle su cena a Sarahí junto con sus medicamentos.

Al entrar a la habitación noto que Sarahí está absorta en su laptop así que me acerco lentamente y entonces lo veo, es el ultrasonido de nuestro bebé, se que duele haberlo perdido pero no puede estar lastimandose de esa forma así que sostengo la charola con una sola mano y con la otra cierro su laptop.

—No te tortures de esa forma Sarahí —no puedo evitar hablarle de forma grosera pero no puedo olvidar la imagen de ella con Darío.

—Quiero dormir.

—Primero tienes que tomar tus medicamentos y cenar algo —le entrego el vaso con agua y después le extiendo las pastillas.

—Vete quiero cenar sola.

Sus palabras me lastiman y parece que ella no tiene idea de cuánto, no puedo evitar resoplar con cansancio—me quedaré a dormir en la otra habitación por si necesitas algo.

—Vete a casa Ezra —ella me voltea a ver sin ningúna pizca de remordimiento y eso me molesta aún más—, mañana regresas a trabajar y necesitas descansar bien.

Ya no soporto más sin saber nada —¿Qué te dijo Darío?

—Nada, vete a tu casa a descansar.

Ya lo dije antes, no soy masoquista así que asiento con la cabeza y salgo lo más rápido de la habitación.

Le pido a mi primo que me lleve a casa a lo que él acepta de inmediato y sin cuestionar nada.
Al llegar a casa lo primero que hago es saludar a mis padres para después ir a mi habitación en donde me derrumbo por completo, minutos después mi madre entra y se sienta a mi lado para después sobar mi espalda, ninguno de los dos decimos nada.
A la mañana siguiente antes de irme a trabajar le llamo a mi primo para pedirle que me comunique con Sarahí.

—Hola.

—¿Cómo te sientes?

—Bien.

Su voz se sigue escuchando cortante —Isaí necesita salir a trabajar, ¿Quieres que mi mamá vaya acompañarte?

—No incomodes a tu madre, estaré bien.

—¿Estás segura?

—Si.

Viveza adoración (Saga #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora