7. El despliegue

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Por más que Marrero conociera al dedillo lo que ocurriría los próximos días en la isla, definitivamente aquella no iba a ser una misión sencilla. Ignacio había señalado a Ernesto demasiados puntos que controlar. Incluso secuenciándolos y priorizándolos, para reducirlos al máximo, estaba claro que harían falta demasiados agentes. Agentes que deberían venir de 2018, obviamente no podían contar con la ayuda del Ministerio del 36, por lo que eran agentes que, por poco que les contaran, acabarían oliéndose la verdad si no la sabían ya cuando cruzaban la puerta número 4. Y aunque se fiaba del criterio de Salvador para elegirlos, no era descabellado pensar que, prisas mediante, alguno flaqueara en el último momento y se convirtiera en un problema añadido.

Los primeros en llegar aquella tarde fueron los esperados Pacino y Alonso, seguidos por Lola, quien parecía algo más seria de lo habitual. Lo primero sería tratar de identificar y seguir al pasajero desconocido, cosa que no sería muy complicada ya que podrían fotografiarle desde la ventana del despacho sin mucho problema. El seguimiento no debía ser complicado. Tanto si venían a recogerle como si se marchaba del aeródromo con los ingleses podrían seguirlos fácilmente con el coche de Marrero. Mientras esperaban al avión continuaron cerrando la agenda de vigilancias que tendrían por delante. Lola resultó muy diligente y ayudó cerrar el número de agentes adicionales que harían falta. Porque estaba claro que ellos cinco no serían suficientes. Sólo esa noche ya tendrían vigilar al pasajero desconocido, tratar de identificarlo en busca de alguna conexión que les diera pistas sobre con quién podría estar trabajando. Vale que esto podría hacerlo Irene desde 2018, pero aún había que tener el avión listo y vigilado, controlar la rutina de los ingleses, asegurarse de que la muerte de Balmes se produjera, que Franco llegara a tiempo a Gran Canaria, tener mil ojos atentos durante el funeral y finalmente asegurar cada paso de los implicados, desde el propio futuro dictador hasta el piloto, en el viaje desde la madrugada del sábado hasta su salida a las 14:33. Pero aún con eso deberían asegurarse de que el vuelo llegara a su destino, la escala en Casablanca y el viaje final hacia Tetuán del domingo 19.

¿Y luego? ¿Sería suficiente con esto? No podrían estar seguros hasta que no descubrieran los planes exactos de quien estuviera detrás de todo esto. Y, como fuera, el lunes la puerta se reiniciaría. Si no regresaban por ella el domingo a 2018 lo más probable es que se quedaran atrapados en un país en guerra, donde buscar una puerta de salida sería más que complicado. Demasiadas cosas podían salir mal y mientras más hombres involucrara más riesgo corrían, no ya por la tentación de cambiar el rumbo reciente de la historia, Salvador sabría ser muy persuasivo al respecto con los agentes que enviara. De hecho salvo el propio Ernesto y Alonso, los que fueron llegando esa noche con cuenta gotas fueron agentes nacidos después de la guerra e incluso después de los años más duros de la post-guerra. Agentes que no habrían existido de no haber sucedido lo que iba a ponerse en marcha esos días, ni ellos ni gran parte de sus familias o aquellos a los que hubieran conocido y querido alguna vez. Un buen argumento para que hicieran su trabajo y condenaran a cientos de miles a morir.

Bueno, también estaba Lola. Ernesto no podía evitar observarla mientras trabajaban. Más aún cuando llegó el avión y tuvieron que ponerse en marcha.

Marrero fue con Alonso a revisar el avión una vez los pasajeros habían bajado, no es que esperaran encontrar nada pero tenían que hacerlo. Nacho insistió en que le acompañara uno de los nuevos, sus ojos vírgenes se fijarían en detalles que él podría pasar por alto a fuerza de inercia.

Pacino siguió a los coches que llegaron a por los ingleses y el desconocido, al que pudieron fotografiar sin mucho problema mientras bajaba del avión.

Lola se quedó con Ernesto terminando de fijar objetivos y reuniendo información para los agentes que irían llegando a través de la cortina según los fueran solicitando en orden de prioridad y necesidad más estricto.

Tiempo de alzamientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora