Capítulo 20. Cambio de planes

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Imagen: Jack, el destripador del manga Record of Ragnarok (solo de carácter referencial).
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A simple vista, pertenecer a los individuos detallistas y calculadores, resultaría un privilegio e incluso, una dádiva divina; pero muchos ignoran el gran estrés y la fatiga que acarrea el tener que estar un paso por delante de casi todo.

Al cabo de varios minutos, me envolví la cintura con el paño y me asomé hacia afuera de mi baño, cerciorándome de que estuviese solo. Encontraba molesto que en tan solo poco tiempo fuese objeto de codicia, tal vez lujuriosa o tal vez de cariño inexplicable, para dos individuos que apenas había conocido. El deseo de Cabrel y la atracción de Dyan me preocupaban todavía más que los combates sangrientos de los otros criminales, pues aunque se hicieren llamar mis aliados, nada garantizaba que no quisiesen reclamar a la fuerza lo que por sentimiento y pretensión creerían merecer. Sin más remedio, yo optaría a que la frustración de que ninguno hallase lo que anhelaba, al menos en lo respectivo a ambición amorosa y a mí, no acabase por costarnos la vida al grupo completo.

Sin embargo, con Cabrel guardaba un acuerdo de palabra y apretón de mano, que, en lo que a mí concernía, representaba un respaldo confiable, pero con Dyan, solo me jugaba el pellejo al tratar de desvelar la verdad bajo su escurridiza personalidad. Aunque, por lo que había dicho, yo solo debía mantenerme atractivo ante sus expectativas, lo cual sería básicamente continuar dando lo mejor de mí en esta competencia, para que no hiciese algo estúpido como eliminarme; así hasta que yo pudiese arrinconarla en su propio juego como se debía, o quizás como ella lo quería.

Proseguí a cambiar mi ropa interior e incorporar cada parte de mi nuevo vestuario. Mientras lo hacía, meditaba más a fondo en la plática de hacía minutos con Dyan, suponiendo que ese fuese su nombre auténtico... No dejaba de preguntarme: «¿cómo descubrió que yo le mentía sobre el tatuaje de calavera?». No me miraba directo al rostro, tampoco dudé en responderle, el color que había escogido rayaba en lo razonable y mi ropa interior no era nada traslúcida; en pocas palabras, nunca le entregué algún indicio.

Fue entonces que empecé a imaginar una teoría, bizarra a simple vista, pero no absurda. Si estaba en lo correcto, aún necesitaría confirmar algunas interrogantes, y por cómo se daban los hechos, presentía que obtendría la respuesta muy pronto...

Una vez listo, me miré al espejo y quedé fascinado con la apariencia y la ligereza de mi nuevo traje. Este se constituía de un pantalón y una camisa como ropa interior, ambos de lino; una camisa con rayas verticales blancas y negras; un chaleco gris con botones romboidales negros; un abrigo azul marino que llegaba hasta mis rodillas; pantalón, capa, guantes y botas pulidas, las cuatro piezas en negro; por último, un sombrero Steampunk negro.

La capa, el pantalón y el sombrero, lucían líneas doradas de espirales en las orillas. Cuando la luz recorría toda la superficie opaca del atuendo, se apreciaba un brillo verde metálico.

El sombrero estaba adornado, además de las líneas doradas, con tallados de cadenas y calaveras idénticas a los tatuajes; cadenillas de cobre enganchadas de pequeñas y delgadas argollas; una correa rígida alrededor de la base con doce engranajes pequeños encima, cada engranaje tenía una piedra redonda de ónice en su centro. Aparte de los doce, al costado izquierdo había otro engranaje más grande junto a otros dos muy pequeños a sus lados. De la orilla superior del engranaje grande salían tres plumas con tonos combinados de verde y negro; y una flor azucena pigmentada de plateado, la cual se posaba sobre la copa del sombrero.

El traje también contaba con un monóculo, un bastón, una corbata y tirantes, de los cuales solo usaba el bastón por esconder un arma provechosa para futuros combates y también porque podía acortarlo y colgarlo al costado de mi cintura; si llegase a necesitarlo, solo debía tomarlo y presionar una pequeña joya de la empuñadura para que se alargara de nuevo. Adicional a un cuchillo Kukri y una pistola con varios cartuchos especiales, ambas armas en estilo Steampunk. Los demás accesorios los guardé en mi bolso, ya que no creía que fuesen útiles en batalla y bastaba con lo que llevaba puesto, no obstante, tampoco me agradaba la idea de dejar el atuendo incompleto. Aunque quisiera presumir, el objetivo era sobrevivir.

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