*SEMANA 5; Día 4* (Revelación)

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*Jueves, primer semana de noviembre, la mañana fue tranquila, esta vez no hubo ninguna pelea o algún grito regalado con algún insulto incluido. Los dos hijos y las tres hijas de la familia asistieron normalmente a sus respectivas instituciones educativas, realizaron sus respectivas actividades y regresaron a casa sin tomar ninguna desviación en el camino en el caso de los mayores, con Carolina y Natalia era distinto ya que el Tutor era quien se encargaba de llevarlas y recogerlas de su escuela.

Por alguna extraña razón esta vez el ambiente se encontraba sumamente hundido en una especie de paz indiferente, como si nadie estuviera dentro del hogar, una especie de tensión que solo se sentía después de que una pelea a golpes terminara, tal vez puede que se haya debido a que hace semanas que Derek no decía palabra alguna dentro de su hogar amenos que la situación demandara de una respuesta hablada por su parte, aún así evitaba a toda costa decir palabra alguna que no fuera ¨si¨ o ¨no¨ tanto con su familia como con sus compañeros de escuela, si ya de por sí era un tanto retraído con personas que no le agradaban, ahora lo era mucho más, y ya que normalmente él era quien solía iniciaba y terminaba las discusiones en la casa, desde que había tomado aquella medida todo parecía mucho más pacífico.

Por otro lado todos sus demás hermanos parecían en su mayor parte indiferentes ante esto, ningún cambio significativo en su rutina podía notarse, ni siquiera en la de Daniela quien conservaba la misma actitud que adquirió el domingo por la tarde y de la que se deshizo por unas horas al comenzar la semana.

Aquel lunes, justo después de regresar a casa toda aquella determinación y apoyo emocional que recibió por parte de su amiga fue a parar directamente al bote de la basura, pues a pesar de haber practicado durante el resto de las clases y esperar sentada en la sala principal practicando un pequeño discurso de disculpas, aquel sonido que tanto ansiaba escuchar se hizo presente al fin, un chirrido rompió la concentración de sus pensamientos, sus ojos se enfocaron en aquella figura a la cual se le veía entrando por le marco de la puerta principal. Daniela alistó su garganta, tragó un poco de saliva acumulada para poder hablar con más firmeza y se paro de una forma tensa, casi robotizada, sus brazos a los costados con las manos juntas y dedos entrelazados a nivel de su abdomen bajo, los cuales denotaban lo nerviosa y determinada que se encontraba en aquel instante, no sabía muy bien lo que pasaría o si saldría como lo planeó pero una cosa era segura, ya no había vuelta atrás así que cuando Derek pasó justamente por delante de ella esta, con el corazón en una mano y la respiración contenida comenzó a pedir una disculpa, no había terminado ni la primer oración cuando repentinamente calló, en sus ojo se notaba la decepción, quería llorar, gritar, por poco cae de rodillas al piso si no fuera por que el sillón amortiguó su caída, su hermano, su querido hermanito Derek la había ignorado pasándola de largo, como si fuera invisible, como si ya no importara en su vida. 

Derek estaba enojado, enojado con todo y a la vez con nada, no es que no la haya notado, de hecho estaba muy consiente de su presencia tanto que no era la primera vez que había fantaseado durante sus clases que lo primero que encontraría al llegar a casa fuera el bello rostro de aquella persona que no podía olvidar, lo único que pedía era poder volver a verla sin que fuera forzadamente, pero cuando la vio parada, nerviosa e incómoda en seguida algo le hizo cambiar la actitud, si bien todo aquel día fue tranquilo para él, charlo un poco con su amigo y no olvidó ninguna tarea, en cuanto vio a Daniela, a aquella indefensa y noble chica en la sala de su casa todo su cuerpo se tensó, de la nada cada músculo se tensó, su semblante enegreció y una ganas internas de golpear un costal de arena a puño limpio comenzaron a intoxicar su pensamiento.

Derek estaba enojado, no era justo, no era justo que no pudiera ni mirar a su hermana.

Derek estaba enojado, no era posible que por quien dedicó la mejor parte de él, de la nada se fuera de su vida, como si nada hubiera pasado, como si ese gran trozo desu vida y parte de su alma, de la noche a la mañana le hubiesen sido arrebatados bruscamente, sin siquiera haber tenido un poco de tiempo para despedirse y resignarse.

Derek estaba enojado, no entendía nada, no sabía que hacer, tenía miedo, estaba enojado con sigo mismo por tener miedo de que si intentaba arreglar las cosas con su hermana o como mínimo pedir una explicación clara, todos esos preciados recuerdos, todas las ilusiones y sobre todo aquella dulce, tierna, valiosa, única y querida hermana que recordaba ya no existiera, de que se diera cuenta de que ya nada volvería a ser como antes, de que ya no quedaba nada por que luchar, por que aguantar y soportar, nada por lo que tomar la iniciativa, nadie que lo reconociera, de que no hubiera nadie que lo necesitara, nadie para quien fuera único y no solo uno más del montón fácilmente remplazable, tenía miedo de no tener a nadie con  quien  compartir los momentos buenos de su vida, oas bien dicho, de no tener a nadie por quién valiera la pena intentar crear buenos momentos, de no tener nadie a quien dedicarle sus logros por más mínimos, irrelevantes o insignificantes que fueran, tenía miedo de no tener un propósito que iluminara su visión.

Derek estaba triste, no quería recordar lo que una vez tuvo.

Al parecer Daniela seguía conectada con su hermano pues ella también sintió lo mismo, estaba triste, destruida, su hermano la odiaba, la había ignorado algo que nunca antes había hecho, nunca, siempre la anteponía ante todo, incluso cuando se encontraba ocupado la prioridad de él era procurar escucharla. 

Daniela estaba triste, no tenía nadie que la apoyara, una ladrona desconocida había robado su único pilar en esta vida, no tenía nada más que le ayudara a seguir adelante incluso cuando pensaba que no podría más y no había cosa alguna que le hiciera sentir confianza, nada más podía darle seguridad, nada más podía darle aquella esperanza de que era necesaria en la vida de alguien.

Daniela estaba triste, de nuevo había causado un problema, otra vez había cometido un error y no podía hacer nada para arreglarlo ya no, pues rechazó a la única persona que le podría ayudar.  Finalmente se dio cuenta de lo que rechazó, de lo que desperdició por no poder ser  suficientemente lista, por un capricho suyo, por su egoísmo y su incompetencia como persona. Daniela no sabía qué más hacer.

Daniela estaba llorando en su habitación, sola, con una almohada en el rostro para ocultar el sonido de sus gritos de pena y furia. 

Derek estaba recostado, no podía pensar en nada, su cuerpo se sentía pesado, sentía como si lo que alguna vez tuvo por alma ahora solo fuera un líquido espeso, negro y pesado que recorría cada vena y cada arteria de su cuerpo, carcomiendo su conciencia, hundiendo su corazón en un mar de angustia que se manifestaba en forma de una lagrima, una pequeña y malformada lágrima, algo que no sucedía desde hace más de cinco años, quería llorar pero no podía, ya no tenía razón para hacerlo, ahora ya no la tenía.

HERMANA ¡TU ERES MI PROPÓSITO! (EN PAUSA POR CORRECCIONES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora