Donde JiMin es un dulce y tonto pollito ante los ojos de la Parca Jeon JeongGuk.
➥ La idea original no me pertenece, la vi en internet y no sé quién es su autor original, sólo la desarrollo y agrego ciertos detalles.
➥ Todos los créditos a su autor...
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Muchos dicen que la primera nevada de todos los años es una instancia especial. Rumores afirman que durante la caída de los primeros copos de nieve en la tierra, si sales con tu pareja ese día su amor perdurará y se volverá más fuerte. El momento perfecto para hacer todo por primera vez con esa persona que te roba suspiros desde lo más profundo de tu ser. El primer beso, la primera cita, el primer aniversario, e incluso la primera vez compartiendo intimidad.
También, solía decirse que los bebés que nacían durante la primera nevada del año tendrían un futuro prospero y serían de corazón puro, puesto que traían la bendición de Dios.
Y todo esto caía justamente el día de navidad, puesto que los esperados copos de nieve habían demorado en llegar. Se suponía que este año sería aún más especial.
Quizás fuera una tonta creencia para darle un significado a un día normal proveniente de la naturaleza, pero para el pequeñito de cabellos rubios y sonrisa inocente; aquello era muy, muy real, y merecía celebrarse con cariño y entusiasmo.
Sin embargo, ahora era diferente. Muy diferente, de hecho. Y aquello hacía doler a su pequeño corazón de tan sólo siete años.
Park JiMin era quién en estos momentos yacía parado en la primera nieve del año, sus pequeños pies cubiertos por botas impermeables amarillas dejando un hueco en el níveo y blando suelo, mientras sus deditos enrojecidos por el frío se escondían en las mangas de su holgada chaqueta, la cuál cubría hasta sus rodillas, regalo de su mami en su último cumpleaños.
JiMin amaba con todo su corazoncito esta chaqueta, puesto que en el gorro tenía un patito estampado, con el pico anaranjado de peluche sobresaliente que a veces le caía en los ojos y tapaba su vista. Si bien la prenda le quedaba algo grande, pero la adoraba, le cubría del frío en su época favorita y en la parte del cuello aún tenía rastros del perfume dulzón de su mami.
En su cabeza aún estaba fresco el recuerdo de su progenitora abrochando su chaqueta preferida, acomodando el gorrito en su cabeza de modo que siempre cubriera sus orejas y dejando un beso en su frente, antes de pasarle su mochila y salir juntos de casa con rumbo a la escuela.
Sólo que esta vez, JiMin era quién se había puesto el gorrito por sí solo al salir de aquel terrible lugar oscuro y feo, y por más que buscó a su mami, no logró encontrarle. A los minutos llegaron tres autos bastante intimidantes, con luces rojas y azules en el techo, y de ellos bajaron muchos adultos vestidos con trajes iguales. JiMin se alegró mucho, después de demasiado tiempo veía a más personas que no fueran esos dos sujetos que olían a cigarrillos y licor.
El pequeñito se acercó dando brinquitos y riendo dulcemente al resbalarse en la nieve, jalando de la manga de uno de los hombres para preguntarle, con su vocecita algo ronca debido al llanto de hace unos minutos, si había visto a su mami.
