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No podía creerlo. Así sin más, Frank se había escapado de mi vida. Como si se hubiera escabullido entre mis brazos, simplemente, se desvaneció ante a mi vista, sin que pudiera hacer nada por impedirlo. Todavía no asimilaba completamente la idea de ver a mi prometido estuviera allí inmóvil, petrificado, aún con los ojos abiertos. Hace dos segundos aún lo podía oír respirar rítmicamente, pero de un momento a otro, eso había acabado. ¿Cómo era posible que un joven de veintitrés años haya muerto? ¿No era eso anti natural? ¿No se suponía que llegaríamos a viejos juntos?

—No Frank, no… —chillé mientras las lágrimas escapaban de mis ojos incontrolablemente.

De ningún modo la situación se revertiría. Ya no estaba con mi prometido, estaba solo con su cuerpo. Una sensación de vacío se apodero de mí en el instante. Todo esto significaba solo una cosa: no lo volvería a ver nunca más.

¿Dónde quedarían nuestras risas, charlas, momentos juntos? Sé que los tendría en mi memoria siempre, ¿Pero, y si con el tiempo esas memorias comenzaran a borrarse? No quería aceptar que Frank se había ido, no podía aceptar que no le podría decir “te amo” nunca más, que sus brazos ya no me rodearían cuando sentía que todo estaba mal, que no sería lo primero que vería cada mañana al abrir los ojos.

Sentí como mi corazón se estrujaba, o se rompía en miles de pedazos; no lo sé muy bien, el dolor era tan inmenso que no lograba diferenciarlo. Tampoco es que eso fuera relevante.

Un vestido largo hasta debajo de las rodillas, anteojos de sol enormes, guantes y zapatos color negro me cubrían. ¿Mencioné que nunca me gustaron los funerales? Es decir, ¿a quién le gustan? Pero que sea el de la persona que amas más que a tu propia vida, hace todo mucho peor. Todo el mundo me miraba de reojo durante la ceremonia, y los más valientes se acercaban a darme el pésame. Todos decían que lo sentían, pero realmente no creo que alguno de ellos sintiera la mitad del dolor que yo sentía en aquel momento. No sabía como era que podía pasar el tiempo, y yo seguir viva aun. Era como un zombie; me arrastraba por entre la gente llorando, no hablaba con nadie –ni les respondía-, estaba muerta en vida. ¿Por qué no morí junto con mi amado? Sería un final trágico, pero sin duda romántico, y mucho mejor para mí. Prefería estar muerta, que seguir viviendo sin él. Ya se había convertido en parte de mi ¿Qué era yo sin él? Absolutamente nada.

Esa misma tarde volví a mi hogar. Se veía muy vacío sin la presencia de Frank. Mi hermana se había ofrecido a acompañarme, o que me quede en su casa por unos días; pero no acepté. Yo era una mujer independiente, y siempre supe que no debía mostrar mis debilidades ante los demás. Prefería aparentar ser fuerte, y sufrir en soledad. No me gustaba tener debilidades, ninguna. Y mi debilidad ahora era la muerte. Todo lo que veía a mí alrededor me recordaba a él. Cada una de las cosas que observaba, me traía un recuerdo distinto.

+ Flashback +

— ¡Sorpresa! —exclamó mi novio al destaparme los ojos, dejándome a la vista la casa completamente vacía

— ¿Y esto? —pregunté divertida mirando hacia todos lados

— ¡Nuestra casa Alice! ¿No te gusta acaso?

— ¿En serio? ¡Me encanta! —exclamé saltando a sus brazos. Él solo me correspondió pasando sus manos en mi cintura con ternura. Podría jurar que amaba cada vez más a este hombre.

— Que bueno que te guste. Solo nos falta decorarla…

— Ponerle muebles… — continúe yo

— Pintar las paredes… —siguió, y yo decidí callarlo con un beso, él soltó una risa.

— Me haces tan feliz Frank- dije en un suspiro al separar nuestros labios

+ Fin del Flashback +

Me senté en el sillón, y abracé mis piernas con mis brazos. Mi visión ya se había tornado nublada debido a las lágrimas. El dolor solo crecía y crecía, haciéndome sentir que no lo podía controlar más. Sentía que me rompía. ¿Qué debía hacer para no sentirme tan mal? Creía que no lo podría soportar más. Creía que cada segundo que pasaba, me desvanecía aún más, hasta llegar, finalmente, a la tan anhelada muerte.

+ Flashback +

 

Estábamos sentados en el sillón color rojo apenas colocado en la sala. Nos había costado traerlo, gracias a mi idea de cargarlo nosotros dos solos. Creí haber tenido más fuerza, pero no era así. Estaba agotada, a pesar de que no caminamos mucho con el sillón.

— Más nos vale que este sillón dure mucho tiempo, con lo que nos costó traerlo… —me quejé mientras me acomodaba entre sus brazos.

— Seguro va a durar mucho, parece de buena calidad

— ¿Parece? —pregunté mirándolo incrédula. Ambos nos reímos por mi reacción.

Suspiramos juntos, y nos quedamos callados por un momento, disfrutando del silencio.

— Oye, ¿no crees que deberíamos colocar algo en el patio? Está muy vacío. —pregunté mirando por la ventana.

— Em… ¿pasto?

— No es gracioso Frank. —le reproché riéndome

— ¿Entonces por qué te reís?

— Me refería a algo como… ¿un columpio? —hice caso omiso a su anterior pregunta.

— ¡ME PARECE GENIAL!  —gritó parándose del sillón, y casi logrando que me caiga

— Hey…- me quejé, pero no me escucho

—… para que jueguen nuestros hijos, cuando los tengamos. —continuó emocionado. Hasta le brillaban los ojos.

+ Fin del flashback +

— ¿POR QUÉ? —grite hacia el cielo, sintiendo como desgarraba mi garganta por gritar cuando sentía ese típico nudo.

Mi cuerpo estaba sufriendo severos espasmos, me movía para todos lados, y no lo podía controlar. Mi llanto era completamente audible, y mis manos tapaban mi rostro por completo. Sentía en mi pecho un dolor interminable, sentía que lo que había dentro de mi se iba rompiendo poco a poco. Lo único que quería es que terminara. Que se terminara todo.

Creía que me iba a morir de la angustia, cuando sentí una mano apoyándose en mi hombro. Me asusté de inmediato, ya que se suponía que estaba sola en mi casa. Pero ya nada me importaba ¿Y qué si era un ladrón que sentía lástima por mí, o quizá un asesino?

Levante la mirada, sin importarme cuan destruida esté mi cara, o que tan llorosa me viera en ese momento. Me di la vuelta, y vi algo que fue como una estaca clavada profundamente en mi corazón. Era sublime. Era perfecto. Era justamente lo que quería ver. Aunque no sabía cómo había sucedido.

Frank estaba parado al lado mío, mirándome fijamente.

Agonía eterna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora