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W A R

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El viaje a la isla era ameno, casi tan tranquilo que olvidaba que en estos momentos, la guerra había dado inicio.

Mis uñas estaban clavadas en la suave madera del barco, mirando fijamente a un punto del mar, preguntándome si todos estarán bien.

— Te ves muy extraña... — me alerte a la inesperada voz de Naruto acercarse a mi — Desde que subimos no dejas de clavar tus uñas en todas partes.

Al estar a mi lado, tomo mi mano, dándole vuelta a la palma, dejando a la vista heridas que mis uñas estaban haciendo, ni siquiera me había dado cuenta de eso.

— No me di cuenta... — acaricie las heridas aún frescas — perdona Naruto, yo... odio el mar. — excusa patética.— Estaré bien.

— Me alegra que te invitaran a entrenar conmigo — sonrió — puedes verlo como una fiesta de despedida.

— ¿Despedida?

— De soltera... — me sonroje e inconscientemente mire el anillo aún en mi dedo anular — Felicidades...

—¿Cómo supiste? —luego recordé que el rubio es muy unido a Tsunade — Ya. Tsunade-sama...

— Gaara también es mi amigo, me dijo que sería su padrino. — Sonrió alegre— Kiyomi, tú sabes algo sobre...

— Mi hermano no se ha comunicado a escondidas conmigo si, eso ibas a preguntar — mire su gesto de tristeza— Se qué sabes qué hay cosas que no les dije a los altos mandos, de alguna forma lo sé, lo veo en tus ojos.

Este me miro confuso, queriendo buscar respuesta en lo que dije.

— Me ves de la misma forma en que veías a mi hermano... ¿no es así? — se tensó — Lo traeremos de vuelta, me hace falta más de lo que piensas...

— Se que si.

Al llegar a la isla, Naruto en seguida fue a entrenar con el señor Killer Bee, yo le hacía compañía a Yamato.

— Así que si sabes que estamos aquí para ocultarlos.

— Sí, lo sé todo. — volví a sentarme en el suelo, almacenando Chakra, quería contactar a Anko.

   — Trataremos de hacer que Naruto no se preocupe demasiado, no lo estropees.

Y así, el señor Yamato me dejó a mi soledad. Nuevamente centre Chakra para así lograr conectarme con alguna de mis serpientes.
La conexión había resultado exitosa, pero nadie respondía.

—¿Anko-san? — llame — Anko responde.

Una, dos, tres hasta llegar a veinte veces. Nadie respondía, ni siquiera la de Gaara.

Algo estaba pasando.

Oye mocosa... ¿Que demonios haces?

La voz dura y sinfónica de Killer Bee me saco de mi trance, casi que al instante pensaba en contactar a alguien.

— Nadie responde... — mire a Killer — Nadie responde señor Bee.

𝑼𝒄𝒉𝒊𝒉𝒂: 𝑯𝑰𝑫𝑬𝑵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora