-¿Dónde dejo esto?
-Ponlo ahí, Kendal -sonrió Malory, tratando de ser amable, pero estaba un poco cansada del niño.
Desde que Poppy le informó de que seguiría trabajando en el burdel no había vuelto a ver a Alfred, pero, por el contrario, Caleb y Fred entraban con más frecuencia en la cocina. Ahora se había sumado el hecho de que Kendal se había convertido en su ayudante, una especie de castigo por haber vuelto a robar. Sin embargo, Mal no estaba tan segura al respecto, ya que Kendal se había vuelto su sombra. No negaba que su ayuda le venía muy bien y terminaba sus tareas mucho antes, incluso le estaban pagando un par de monedas más por hacerse cargo de él, pero ahora también debía ayudar al niño a prepararse para dormir, cosa que ella consideraba absurda. ¿Por qué su padre no se encargaba de eso? Se preguntaba qué clase de ejemplo estaba recibiendo ese niño, criado entre borrachos y ladrones, con un padre que le ignoraba por completo. Era normal que él actuase así.
Pero, a pesar de esa pequeña paga extra, Mal seguía necesitando más dinero, así que había tratado de reunirse con Alfred, todo ello en vano. Él la evitaba a propósito, pasándose el día fuera del burdel o encerrándose en el despacho cada vez que estaba allí. Era imposible contactar con él, las pocas veces que se veían él había tratado de fingir que no estaba allí, continuando con su camino, aunque Mal se había dado cuenta de la mueca de disgusto que había puesto. ¿Tan mal idea había sido insistir en trabajar como prostituta? ¿O era solo porque continuaba allí y no era capaz de deshacerse de ella? Estaba confusa.
Kendal continuó trayendo alimentos y comenzó a ayudarla a lavarlos. Después, ambos se pusieron a cortarlos, Malory siempre vigilante al manejo del cuchillo del niño. No era tan pequeño como para hacer las cosas de forma inconsciente, pero a la chica le preocupaba que se hiciese alguna herida o se cortase un dedo.
-¿Qué mas hay que hacer? -inquirió el niño. A pesar de ser un castigo, no parecía muy disgustado, siempre estaba atento a sus órdenes.
-Ven, prepararemos el fuego -Mal tomó la gran olla y la colocó sobre la leña. Kendal, adelantándose a su siguiente petición, ya estaba a su lado con un pequeño cubo de agua que había sacado del barril-. Gracias.
Kendal se negó a que Malory se lo quitase y él mismo vertió el agua en la olla.
-Veo que se te da bien, hijo -Fred estaba en la puerta observándoles con una gran sonrisa. A su lado, Caleb no parecía tan contento.
-Está aprendiendo rápido -asintió Malory. Por fin el padre del chico se dignaba a aparecer.
-Pues entonces no sé si vas a querer venir con nosotros.
A Kendal se le iluminó la cara.
-¿A dónde?
-Alf nos ha pedido que revisemos unas cosas por el puerto y hemos pensado llevarte -Mal enarcó una ceja, ¿de verdad era buena idea arrastrar a un niño a sus negocios? Ella no iba a decir nada, no era su madre, pero no le gustaba que le involucrasen.
-Claro que sí -asintió el pequeño, pero luego miró a Malory-. ¿Te importa que vaya?
-Para nada -la chica hizo un puchero, le había parecido tan tierno que él se preocupase por ella que no pudo resistirse. A veces era un dolor de cabeza, pero normalmente era muy tierno.
Kendal sonrió y la abrazó, haciendo que ella tuviese que contener sus caras. Si se enteraba de que el niño seguía por el mal camino por culpa de su padre, se lo iba a llevar con su familia para que le dieran una educación decente.
-Gracias.
Mal asintió y se dispuso a continuar con la comida..
-Esto, ¿te importa si te pido un favor? -Fred la miraba nervioso. Seguramente aún estaba asustado por lo del cuchillo.
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El auténtico rey
AksiCon gran habilidad para los negocios, Alfred se ha convertido en uno de los hombres más influyentes de los callejones de Idonna, la capital del reino, llegando a pronunciarse su nombre entre las altas esferas. Criado en un burdel, Alfred está acostu...